Muestra de ello es que el sector social-empresarial, con cada año, se integra más a la fiesta. La Fundación Santo Domingo, tal como lo venía haciendo hace dos años, participó en conjunto con San Francisco Investments con una comparsa integrada por alrededor de 80 personas.
Esta creciente participación busca sumar fuerzas junto a todos los que se proponen impulsar estos espacios de representación potenciando la puesta en valor del patrimonio integrado de Getsemaní y la preservación de su vida de barrio. Además, otras entidades del sector privado vinculados fueron el Centro de Convenciones Cartagena de Indias y la empresa de consultoría ACD.
Este fue un Cabildo que no solo se enfocó en el aspecto festivo y visual, también abarcó espacios para conversar sobre su importancia y fortalecer los discursos que permitan seguir sembrando en la ciudadanía el sentido de pertenencia sobre esta tradición.
El evento contó con tres momentos: el acto de lanzamiento en el Centro de Convenciones, los conversatorios festivos en Bellas Artes y el desfile del Cabildo, explicó Miguel Caballero Villarreal, presidente de la Fundación Gimaní Cultural.
Los grandes maestros de la carroza festiva Cartagenera fueron los homenajeados en esta trigésima quinta versión, por su aporte de años al engrandecimiento de las Fiestas de Independencia de Cartagena. Se le hizo un reconocimiento especial a los carros alegóricos y a los vehículos charros que se transforman en las plataformas artísticas más importantes de los actos cívicos y carnavalescos de la celebración, sirviendo además como escenografías móviles para personajes importantes del cabildo.
LOS AFICHES DEL CABILDO
Entre tambores, buscapiés, espumas, colores, músicas y disfraces, también aparece -dentro de los protagonistas del Cabildo- sus afiches. Cada año se busca reconocer gráficamente a actores y símbolos de esta celebración popular. Para no irnos más lejos, en la más reciente edición, la del 2023, el nombre del afiche fue ‘El reino de las carrozas’, cuyo autor fue el getsemanicense Moisés Garcerant Stave (q.e.p.d.) Dibujante y escenógrafo, el maestro Garcerant fue uno de los que acompañó a Víctor Araujo en la faena que consolidaba el arte de las carrozas en las festividades QUÉ ES UN CABILDO El Cabildo viene a ser esa representación colorida y musical del desahogo de los esclavos africanos, parodiando además la parafernalia de los representantes de la monarquía española. Los participantes del cabildo se visten como los españoles y danzan de lado a lado al ritmo del tambor africano. En la Colonia, y en particular en Cartagena de Indias, los esclavos tenían un día libre y festivo al año. Comenzó siendo el mismo día de la fiesta de la Candelaria, el 2 de febrero. Se tienen indicios de que la primera celebración fue en 1608. Tras la liberación de España, la festividad se pasó para noviembre, en el marco de las celebraciones de Independencia. Tomó entonces matices de fiesta cívica y cultural, aunque bajo la superficie siguiera latiendo el sentido original. ASÍ ES EL RECORRIDO Los cabildantes recorren la plaza del barrio Canapote, continúan por el Paseo de Bolívar, luego llegan a Chambacú, doblan en el Centro por la avenida Daniel Lemaitre, giran por la avenida del Centenario hasta llegar a calle de la Media Luna, para terminar en la Plaza de la Trinidad. La música, lenguaje de los oprimidos novembrinas. Él estuvo vinculado durante U muchos años como escenógrafo de la academia de danzas Los Cisnes, que lidera la reconocida Doris Esquivel.
Los primeros decoradores de carrozas se conocieron a partir de la celebración del Centenario de 1911 y en años posteriores. Entre ellos, estaban Pedro Herazo, Miguel Caballero Leclerc y Raúl Gómez Piñeros.
CABILDO DE GETSEMANÍ: EL JOLGORIO QUE LE DEVOLVIÓ EL ALMA AL BARRIO
Hasta la década de los 70 el barrio Getsemaní era el punto de encuentro para las familias de cada rincón de Cartagena de Indias. El Mercado Público quedaba allí y no en Bazurto como ahora y además había sesiones de cine en los míticos teatros del barrio.
Era imposible desligar a Getsemaní de la vida diaria de cualquier cartagenero. Sin embargo, con el desplazamiento del Mercado y la migración de getsemanicenses hacia otros lugares de la ciudad, el barrio entró en una etapa desoladora de violencia, drogas y olvido administrativo. Es por ello que un grupo de vecinos, liderados por Nilda Meléndez y Miguel Caballero, conformaron la Fundación Gimaní Cultural, con la que lograron la creación del Cabildo de Getsemaní a finales de los 80.
Este evento no solamente se convirtió en el ‘salvavidas’ sociocultural del barrio, sino que hoy en día, más de 30 años después, es el patrimonio vivo de getsemanicenses y cartageneros de todos lados.
LA RESISTENCIA DE LA TRADICIÓN
Rescatar y homenajear la memoria oral de un barrio de veinticuatro manzanas llenas de callejuelas que condensan tantas historias, mitos y leyendas de esa ciudad de antaño que añoraban tanto jóvenes como los mayores, era la misión principal de este grupo. Nilda, que se ganó a pulso ser nombrada como Reina Vitalicia del Cabildo de Getsemaní, mientras estudiaba un doctorado en el Archivo de la ciudad de Sevilla, en España, halló estampas de los cabildos de la colonia y durante una temporada de vacaciones en Cartagena, conversando con los maestros Juancho Sierra y Eparkio Vega, les dijo que a su regreso del exterior iban a hacer realidad el cabildo del barrio para conseguir que las Fiestas de la Independencia se vivieran con mucha alegría, unión y paz en Getsemaní.
Con el insumo cultural en sus manos, los miembros de Gimaní Cultural iniciaron una tarea titánica buscando los recursos y los patrocinios necesarios para refundar y organizar el primer cabildo contemporáneo de Getsemaní en 1989. “Los recursos eran escasos, pero nos sobraba la alegría y la motivación”. “Danzábamos primero y luego nos convertíamos en meseros para repartir comida a todos los invitados”, nos contaba Pluto, miembro de la fundación, en una edición anterior de El Getsemanicense.
EL RECONOCIMIENTO A LOS GESTORES DE LA INDEPENDENCIA
Gracias al Cabildo los líderes independentistas, Pedro Romero y los Lanceros de Getsemaní, tuvieron el reconocimiento que merecían. “El cabildo de Getsemaní es la segunda Independencia de Cartagena”, ha comendado en innumerables ocasiones el poeta Pedro Blas Julio.
Durante sus primeros años el Cabildo les rindió homenaje a las deidades africanas y retomó elementos característicos de la celebración como la máscara, los congos guerreros y fueron en honor a esa identidad propia del universo Caribe, retomando elementos como los disfraces de la monarquía española.
El jolgorio sano, sin más grande protagonista que la alegría de la gente, hizo que niños, adultos y ancianos se sintieran a gusto de participar. El Cabildo de Getsemaní dejó de ser de unos pocos para formar parte de todos, incluyendo a personas de otros departamentos como Sucre, Córdoba, Atlántico y Magdalena, que participaban porque veían en esta celebración una oportunidad para exponer sus grupos folclóricos. La tradición viva de Getsemaní se fundió entonces en un abrazo colectivo con la tradición viva de todo el Caribe colombiano. Esta tradición, con todas sus idas y venidas, con personas que ya no están, sigue hoy más viva que nunca, porque los getsemanicenses y toda la ciudadanía amante de sus Fiestas, no dejará que muera jamás.
QUÉ ES UN CABILDO
El Cabildo viene a ser esa representación colorida y musical del desahogo de los esclavos africanos, parodiando además la parafernalia de los representantes de la monarquía española. Los participantes del cabildo se visten como los españoles y danzan de lado a lado al ritmo del tambor africano. En la Colonia, y en particular en Cartagena de Indias, los esclavos tenían un día libre y festivo al año. Comenzó siendo el mismo día de la fiesta de la Candelaria, el 2 de febrero. Se tienen indicios de que la primera celebración fue en 1608. Tras la liberación de España, la festividad se pasó para noviembre, en el marco de las celebraciones de Independencia. Tomó entonces matices de fiesta cívica y cultural, aunque bajo la superficie siguiera latiendo el sentido original.
ASÍ ES EL RECORRIDO
Los cabildantes recorren la plaza del barrio Canapote, continúan por el Paseo de Bolívar, luego llegan a Chambacú, doblan en el Centro por la avenida Daniel Lemaitre, giran por la avenida del Centenario hasta llegar a calle de la Media Luna, para terminar en la Plaza de la Trinidad.
La música, lenguaje de los oprimidos
UNA CELEBRACIÓN QUE SE MANTIENE VIVA A LO LARGO DEL TIEMPO
Como sucede con la mayoría de las fiestas que se celebran en el Caribe, el Cabildo de Getsemaní sigue siendo una de las máximas representaciones populares en la que los actores festivos participan al ritmo de la música y los desfiles; cuya identidad se confecciona en el arte, en cada expresión y talento que emana de los cuerpos que se pronuncian al son de la danza, en un ritual sublime donde se evoca la libertad al son de los tambores y los disfraces se toman las calles con jolgorio en este emblemático barrio. Una celebración sin igual en la que el presente y la memoria histórica y festiva, le rinden homenaje a todos aquellos héroes que entregaron su vida con valentía en medio de una gesta libertaria durante las memorables luchas por la independencia que tuvieron lugar por aquellos días de 1811.
Esta herencia histórica y cultural quizás es hoy la máxima representación artística y popular que tiene lugar en Cartagena; año tras año sigue convocando a todos los sectores de la sociedad alrededor de los artistas y gestores culturales, actores festivos, grupos folclóricos, asociaciones, instituciones, niños, jóvenes y adultos mayores, quienes se siguen dando cita alrededor de una celebración genuina que aún perdura en el imaginario colectivo del ser cartagenero, en donde la felicidad y el júbilo se constituyen en su principal activo de valor, en medio de la agenda festiva que tiene lugar año tras año durante la conmemoración de la independencia cada 11 de noviembre.
El Cabildo de Getsemaní sigue deslumbrando las retinas de aquellos visitantes que llegan a ‘La Heroica’ motivados por su historia y su riqueza cultural, pero que, sin lugar a dudas, encuentran en este territorio mágico mucho más que eso: la alegría sublime que emana de los rostros de los habitantes de la región Caribe, quienes heredaron la vitalidad indomable de los africanos que durante el pasado burlaban la autoridad de sus amos a través del golpe potente de sus tambores.
" ¡A seguir bailando que el tambor no se cansa!"