Avenida El Pedregal

Tercera parte. Avenida Luis Carlos López
LA CALLE

“La esquina de la brisa”. Así se le decía al cruce entre la Media Luna y el Pedregal. Muchos recuerdan que allí fue instalado originalmente el monumento a las Botas Viejas. También que había una bomba de gasolina al frente, del lado de la bahía. Y por supuesto, más abajo, el despoblado de tierra donde hoy es La Matuna y donde entonces se enfrentaban en béisbol y fútbol los equipos de Getsemaní contra los de San Diego o Chambacú.

Cerca de allí el viejo puente del tren cruzaba las aguas de la bahía. Sus últimos restos son los que se ven en cercanías del Mall Plaza. Cruzarlo era un riesgo pues solo estaba diseñado para el paso de la máquina, no de las personas. Pero aún así los chicos de ambos barrios lo cruzaban para juntarse a jugar.

De lo que ya no hay mucha memoria es que allí quedaba una estructura defensiva que atravesaba las aguas y hacía un temible juego militar con el castillo de San Felipe. Aún hoy, con un poco de suerte, se pueden ver los vestigios debajo del puente Heredia. Era la Puerta de la Media Luna, la única salida terrestre de la ciudad. Solo tenía un punto de ingreso, no como la actual torre del Reloj, a cuyo cuerpo central se asemejaba. Con el crecimiento de la ciudad esa puerta se convirtió en un ojo de aguja. Desde la madrugada solía haber filas de coches, personas y carretillas esperando atravesarla. Fue derribada en 1893. 

Pocos años después vendría la construcción de la avenida El Pedregal. Como vimos en las entregas anteriores, en la colonia la zona contigua a la muralla estaba destinada a huertas, cuyos frutos podían ayudar a solventar los tiempos difíciles de un asedio pirata. “Lo que muestran los planos y los censos de población de 1620 y 1777 es que los solares yermos abundaban hacía las zonas alejadas de este vértice (Media Luna y calle Larga), en especial las que daban hacia lo que hoy es la avenida del Pedregal y frente al lienzo de muralla comprendido entre los baluartes de San Miguel de Chambacú y San Pedro Mártir, próximos a la actual avenida Daniel Lemaitre, pues no existía la franja de tierra que luego se conocería como La Matuna”, describe el historiador Sergio Paolo Solano.

Por eso se pudo luego, ampliar la vía sin derribar grandes casas, porque no las había. También eso explica en parte la abundancia de bodegas, talleres y aserríos. A este sector entre la Media Luna y la Avenida Lemaitre se le llamó Avenida Luis Carlos López, en honor al poeta cartagenero.


El carácter histórico de huertas, bodegas y talleres en este sector de Getsemaní; la falta de linderos definidos en los lotes que llegaban al caño de La Matuna, y la construcción de la avenida explican la falta de información sobre vecinos, que fueron más escasos que en el resto de calles de Getsemaní.

 

LADO PAR

Monumento a los Zapatos Viejos

A la salida de la Media Luna se construyó una rotonda donde se instaló luego la escultura de los Zapatos Viejos, en 1957. Fue una obra en honor al poeta Luis Carlos ‘Tuerto’ López. La alcaldía se la encargó a Tito Lombana, un artista veinteañero y ganador del prestigioso Salón Nacional de Artistas en 1953. Tito pidió una total libertad creativa a cambio de donarla. Se inspiró en el poema A mi ciudad nativa, del Tuerto López. cuyos tres últimos versos dicen:


Más hoy, plena de rancio desaliño,

Bien puedes inspirar ese cariño

Que uno le tiene a esos zapatos viejos.


Tito hizo la estatua de cemento en su taller en Turbaco. Tuvo después una vida muy azarosa, que se refleja en el documental Smiling Lombana (2019). Su hermano Héctor destruyó las botas originales cuando hizo la réplica en bronce que conocemos hoy, ubicada en una esquina del castillo de San Felipe. Por eso ahora aparece atribuida a su nombre y no al de Tito.

Aquí quedó a mediados del siglo XX la Cooperativa de Consumo, una venta de granos y abarrotes con precios bastante moderados. 

Después el restaurante chino El Cantón, la comida rápida de la época para muchos vecinos. Algunos le vendían los excedentes de pesca, cuando ya se había repartido lo demás entre los vecinos.

Por estos predios se recuerda la empresa de transporte Renaciente, un almacén de repuestos de Morales e hijos y Distribuciones Santamaría.

Avenida El Pedregal

Edificio Juan B. Mainero

Cuando se inauguró, en 1955, era el más moderno edificio residencial en Getsemaní. Sus apartamentos eran amplios, de cuatro alcobas, tres baños y alcoba de servicio; unos con balcón y otros con patio. Los del frente tenían una hermosa vista a la bahía y al castillo de San Felipe. Por la parte trasera se extendía hasta la calle de las Tortugas. Tenía ascensor y un local en el primer piso. Su nombre hace honor al empresario italiano Juan Bautista Mainero y Trucco (1831-1918), quien se afincó desde joven en Cartagena y llegó a ser el hombre más rico de la ciudad. Lo construyeron descendientes suyos: Manuel y Víctor Mainero Solaro. El primero como propietario y el segundo como arquitecto. Las obras comenzaron en 1953 y costaron unos 400 mil pesos de la época.

No se recuerda que allí hubieran vivido muchos getsemanicenses nativos, sino que se alquilaba principalmente a foráneos. Tuvo sus años de gloria, quizás hasta comienzos de los 80. Desde entonces sufrió un paulatino deterioro, al punto que resultó invadido  muchos años por diversas familias. De entonces es el recuerdo del interior maloliente y la decadencia general. En algún momento, quizás a comienzos de este siglo, fue vendido por la familia Mainero. Sin el mantenimiento adecuado el inmueble amenazaba ruina, lo que llevó a su clausura y desalojo. Para agravar más el asunto: como tantos otros edificios de la época fue construido con arena de mar, que con el paso del tiempo degrada el concreto y requiere de intervenciones muy costosas y complejas para mantenerlo en pie.

Aquí funcionaron las Bodegas San Pancracio.

Hasta hace unos meses estuvo aquí: Nacional de Muebles y Electrodomésticos, que se mudó para la avenida Pedro de Heredia.

Parqueadero Luis Carlos López.
Posiblemente este era el ingreso a los pasajes que daban a la calle de las Tortugas.

El Machetazo.

Parky Motos.

El Kilazo

Tel: 664 22 52

City Parking.

Mi Corral. Agronomía y mascotas
Tel: 01-800-0942710

Avenida El Pedregal.

Droguería Veterinaria 
Sede centro

Tel: 314 585 54 55

Avenida El Pedregal.

Caliplasticos

Tel: 660 03 94


Calypso, venta de telas y materiales de confección.

Tel: (5) 664 45 82

Baluartes de Santa Teresa y San Miguel

La Puerta de la Media Luna tenía a lado y lado dos semi baluartes. El que quedaba hacia lo que hoy es el puente Román era el Santa Barbara. El que lo hacía hacia Puerto Duro era el de Santa Teresa, llamado así por Santa Teresa de Jesús. Más abajo estaba el baluarte de San Miguel de Chambacú. Este hacia una amplia esquina amurallada doblando hacia la actual avenida Lemaitre. La Matuna era entonces un caño amplio con una playa a la que también llamaban Chambacú, que iba desde ahí hasta el comienzo del actual parque del Centenario. El nombre sobrevivió a los siglos y luego se le dio al barrio de invasión que se organizó saliendo de la ciudad amurallada. La denominación original de San Miguel homenajeaba al arcángel. También se le conoció como baluarte de Gamboa, por el capitán Sebastian Fernández de Gamboa, que tuvo que ver con las obras defensivas de Getsemaní.

La instalación del alcantarillado y la construcción de la avenida elevó considerablemente el nivel del suelo. Por eso hoy se ven ventanas y puertas, que correspondían a los depósitos de esos baluartes, como recortados a nivel del suelo. Por diversos motivos la muralla del Pedregal es la única que ahora toca las aguas de la bahía. A su lado han crecido manglares.Eso implica unos riesgos y retos de preservación distintos al resto de las murallas.