Getsemaní se distinguió durante casi todo el siglo pasado por el alto nivel educativo de muchos de sus habitantes. Había una cultura fuerte de la educación como patrimonio de los padres para los hijos. De aquí salieron innumerables y prestigiosos profesionales en todas las ramas del saber. A eso ayudaba que el barrio era sede de varios y muy buenos colegios en primaria y bachillerato. Lamentablemente cerraron sus puertas o se trasladaron, dejando a La Milagrosa como la única institución del barrio para educación básica.
Colegio Biffi -Religioso-
Fue fundado por la congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, la comunidad de la madre Bernarda Bütler. Las catorce hermanas pioneras y la madre Bernarda llegaron en 1895 y se instalaron en la Obra Pía, en la calle de la Media Luna, invitadas por monseñor Eugenio Biffi, el obispo de la época.
El colegio abrió en 1898 en la plaza Fernández Madrid, donde hoy funciona la Alianza Colombo Francesa, pero se mudó varias veces en sus primeros años. En su historia señala que comenzaron con unas cien niñas, que por vocación de la madre Bernarda debían ser de escasos recursos. Hay referencias de que funcionó luego en el predio donde hoy está la Escuela-Taller. También operó un tiempo en el claustro franciscano de Getsemaní, pues allí se refugiaron las misioneras en los tiempos de la Guerra de los Mil Días, cuando el gobierno ocupó su sede en la Obra Pía, para acomodar a militares.
Las misioneras retornaron a vivir en la Obra Pía en 1903, una vez terminada la guerra. Un par de años después el colegio se instaló allí de manera permanente hasta 1953 cuando se trasladaron a la sede actual, que no estaba terminada del todo y cuyos terrenos habían comprado en 1948. En la Obra Pía -con el colegio en funciones- murió en 1924 la madre Bernarda, canonizada por la iglesia católica en 2008. Quienes estudiaron ahí, como Gladys Ambrad, recuerdan que también tenía una entrada por la calle de la Magdalena, que aún existe. El gran cronista Rafael Ballestas Morales recordaba que eran famosas las misas en La Trinidad, los domingos a las ocho de la mañana “con la asistencia plena de las bellas alumnas del colegio Biffi vigiladas por las Madre Felipa”.
Liceo Nacional Femenino -Público-
En los recuerdos de vecinos y antiguos estudiantes se mezcla indistintamente a la Universidad Femenina, al Liceo Nacional Femenino y la actual Institución Educativa Soledad Acosta de Samper. Las une un vínculo estrecho, pero formalmente son tres instituciones distintas a la manera de abuela, madre e hija.
La primera fue la popularmente llamada ‘Universidad Femenina’, creada por el gobierno departamental en 1946 y abierta en 1947. Su nombre formal era Colegio Mayor de Cultura Femenina de Bolívar y respondía a una iniciativa del gobierno nacional para crear centros de estudios para mujeres en varias ciudades del país. Las escuelas —aún no eran carreras ni técnicas ni universitarias— respondían a lo que entonces se consideraba aptas para el género femenino. En Cartagena las primeras fueron Comercio, Promoción Social, y Delineante de Arquitectura. Pasando los años se convirtió en el actual Colegio Mayor de Bolívar.
De aquel Colegio Mayor surgió en 1948 o 1949 -según las fuentes- el Liceo de Bachillerato, ubicado en la Obra Pía, pero la gente lo asoció a la ‘Universidad Femenina’ y el nombre popular se le quedó. En 1963 este se separó de su institución madre y recibió el nombre de Liceo Nacional Femenino Soledad Acosta de Samper. Tuvo y mantiene un alto nivel entre los colegios públicos. Tanto que estudiar allí se consideraba un pasaporte para acceder a la Universidad de Cartagena con su exigente examen de admisión. Luego sería trasladado a otro sector de la ciudad. Hacia 2002 se le dio carácter mixto y se le fusionó con otros colegios públicos para convertirse en la actual Institución Educativa Soledad Acosta de Samper.
Instituto Politécnico Apostolado de la Máquina -Privado, con vocación social-
Fundado en 1964 por Ana María Vélez de Trujillo (1921-2008), tras conversaciones con el obispo de la época y señoras de la alta sociedad cartagenera. Quedaba en el claustro de San Francisco. Además del componente académico regular daban talleres de modistería, bordados, repostería y otros.
Instituto Ana María Vélez de Trujillo -Público-
Fue la evolución del Apostolado de la Máquina. Era de bachillerato y el complemento para quien salía de primaria de La Milagrosa. También operó en el claustro de San Francisco. Fue trasladado a Santa Rita en los años 70, en un lote donado por el Círculo de Obreros, y ahora hace parte de la red pública de educación en Cartagena.
Escuela de Varones Lácides Segovia -Pública-
Ocupaba el predio donde hoy sesiona el Concejo de Cartagena, en la calle Larga. Funcionó en las décadas de los 60 y 70, primero en doble jornada (los alumnos iban a almorzar y regresaban en la tarde) y luego en jornada continua. “Su rectora era Olga Loheste, y sus hermanas Consuelo, profesora de cuarto año de primaria, y Lucila en segundo año. Ella murió años después, ya mayor, cuando iba saliendo de misa de la iglesia de San Pedro Claver y le cayó en la cabeza el martillo de la campana. Otras maestras que recuerdo son Josefina Troconis y Victoria Bustamante, que bastante regla me dió cuando no me sabía la lección”, recuerda Jesús Taborda.
Florencio Ferrer recuerda que el Lácides cerró después del traslado del Mercado Público. Después en ese predio hubo alguna sede sindical, que luego quedó en un relativo abandono hasta que fue remodelado para convertirse en la sede del Concejo.
Escuela Mercedes Abrego -Pública-
Quedaba en la calle de Guerrero, donde hoy funciona la Escuela-Taller. A principios del siglo XX era atendido por las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora. Profesoras como Olga Hurtado y Yasmina Coquel pasaron por sus aulas, así como varias generaciones de getsemanicenses.
Escuela Antonia Santos -Pública-
Nació a principios del siglo XX y también era atendida por las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora.
Colegio Camilo Torres -Privado-
Funcionó en varios sitios, pero la sede que más se recuerda es la de la calle de Carretero. Fue fundado en 1946 por el profesor Fortunato Escandón, hijo a su vez del reputadísimo doctor Escandón. Primero funcionó en la casa donde quedaba el Sindicato de Choferes, en la calle del Espíritu Santo, luego en la de los loteros, hasta que lo llevó a la sede de Carretero. De ahí lo trasladó en los años 90 a Torices, donde cerró definitivamente.
Colegio Central -Privado-
Funcionó en la calle de la Magdalena, en la parte trasera de la Obra Pía y luego en una casa vecina de la calle de la Magdalena. Antes había operado en varios predios en el Centro, de donde se mudaron para Getsemaní. Tenía fama de acoger a estudiantes salidos de otros colegios y tener un modesto nivel académico.
Escuelas de banquito -Privadas, con vocación social-
Una historia como esta estaría incompleta sin mencionar las escuelas de banquito como las de la ‘seño’ Mati en el Espíritu Santo o la ‘seño’ Silvia, en el callejón Angosto, donde aprendieron hasta las generaciones que hoy están por los veinte o treinta años. Allí se aprendía principalmente a leer y escribir y las operaciones básicas. Luego se presentaba examen de clasificación para el ingreso a las escuelas públicas. Aunque el escalón habitual era pasar a primero, no eran pocos los que eran promovidos de una vez a segundo o hasta tercero de primaria.
***
¿Cuando se perdió esta riqueza de instituciones en el barrio? Florencio Ferrer menciona al menos dos elementos. El primero es la salida del Mercado Público hacia Bazurto (1978) que se llevó el enorme flujo de familias que gravitaban alrededor suyo. El segundo, en paralelo, fue el paulatino proceso de descentralización de la educación en Cartagena, que se dio por las décadas de los 70 y 80. Éste reorganizó el sistema educativo de la ciudad, que estaba creciendo a pasos agigantados, sacando colegios del Centro y alrededores a zonas más periféricas.