Sigue adelante el paciente trabajo de varias instituciones y vecinos del barrio para crear la herramienta institucional y legal que ayudará a que los habitantes de Getsemaní permanezcan en el barrio preservando su peculiar manera de vivir, relacionarse y ser comunidad.
Se trata de la construcción del Plan Especial de Salvaguardia (PES) de la Vida de Barrio de Getsemaní. Tras una primera gestión de estas organizaciones en diciembre de 2020 esta fue incluida en la Lista Indicativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. Algo importante y muy honroso, pero aún así solo un paso previo para la meta más importante.
Ahora hay que llegar a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. Para lograrlo es indispensable elaborar el PES. Este plan de salvaguardia es el que pone metas, planes concretos y responsabilidades. Es un acuerdo formal que implica a las autoridades, a la comunidad y demás actores, incluida la empresa privada, para proteger con acciones concretas esta manifestación cultural.
¿Y por qué debería importar tanto? Porque con cada vecino obligado a salir del barrio se va perdiendo algo importante del legado construido por casi cinco siglos. Con cada uno de ellos se marcha una pequeña parte de esa manera de vivir tan propia de estas calles: desde la crianza colectiva, a la bola de trapo, a la solidaridad de los vecinos que pasan con la puerta abierta y atentos a cómo está el otro. Es claro que Getsemaní sin sus vecinos no es Getsemaní.
Una hoja de ruta
Yahara González, de la calle San Antonio, ha participado de manera sostenida en este esfuerzo que “ya tomó rumbo y cuerpo”, según describe el último año de trabajo. Para ella el principal beneficio de un PES en marcha no es solo impedir que haya más desplazamiento de vecinos sino que los que se queden construyan unas cadenas productivas que les permitan aprovechar el turismo, al que ve como un fenómeno irrefrenable y con el que hay que saber interactuar, no simplemente rechazar.
“Se trata de construir un turismo comunitario de calidad”, explica. Trae como ejemplo la manera como el barrio San Antonio, en Cali, ha logrado aunar una oferta coordinada de cultura, gastronomía, tradición y música en la que caben todos -desde el vendedor de comida callejera hasta el restaurante más elegante- con límites y horarios bien establecidos en los que es posible una vida de vecinos.
Yahara destaca el papel que jugó Compartamos Con Colombia, una organización sin ánimo de lucro que agrupa a quince prestigiosas firmas de servicios profesionales en Colombia, cuyo propósito es acelerar el desarrollo sostenible de Colombia, fortaleciendo las capacidades de diversas organizaciones.
El trabajo con Compartamos Con Colombia implicó diversos talleres, análisis y documentos. Al final se organizaron los diversos proyectos en cuatro ejes: medio ambiente, cultura, turismo comunitario y patrimonio, cada uno con el liderazgo de vecinos del barrio y articulados entre sí. En próximas ediciones desarrollaremos estos ejes, pues son una buena ruta de trabajo, bien concertada y que vale la pena desarrollar.
Propuestas entre todos
Ibeth Sierra De Aguas, getsemanicense y trabajadora social estuvo a cargo, entre otros temas, de un componente muy valioso que recogió muchos elementos y propuestas que se integraron al proyecto. “Se programaron quince mesas de trabajo con los diferentes actores del barrio como adultos mayores, jóvenes, comerciantes, artesanos, artistas, restaurantes, hoteleros, entre otros”.
“Fueron una gran oportunidad porque pudimos analizar entre todos y desde la óptica particular de cada grupo toda la problemática. Cada población caracterizó lo que para ellos significa nuestra vida de barrio y de ahí salieron grandes propuestas de salvaguardia, así como un completo análisis de las amenazas, fortalezas y oportunidades que tenemos como comunidad”, explica Ibeth.
Lo que sigue ahora es una construcción de un documento formal, con numerosos capítulos que incluyen diagnósticos, objetivos, propuestas, metodologías, proyectos y muchos otros elementos que son necesarios para que el PES sea aprobado.
Esa aprobación implica entrar en la lista representativa. Y de ahí en adelante, la ejecución. Esta tomará años, pero al haber agotado todas las etapas previas se convierte en una herramienta de acción y también de exigencia ante las autoridades, tanto de la Nación como del Distrito, así como las organizaciones e instituciones respectivas para que cada una asuma su papel.
El camino sigue
Todos sabemos que Cartagena de Indias fue declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en 1984. En documentos relativos a esa postulación y hablando de Getsemaní, Ramón Gutiérrez -uno de los grandes referentes mundiales sobre estos temas- advertía sobre la importancia de conjugar la preservación de los bienes materiales con la vida de la comunidad tradicional del barrio.
“Se soslaya que el tratar de recuperar el patrimonio cultural se perderían si se modifica la vida de barrio o se lo convierte en un área turística de fin de ‘semana’ como parece sugerirse”, escribía entonces Gutiérrez.
Han pasado más de tres décadas y la discusión sobre el patrimonio ha avanzado hacia donde lo proponía este experto: no se puede pensar que el patrimonio se compone únicamente los inmuebles y los bienes materiales, sino que las comunidades encarnan una riqueza cultural tanto o más valiosa que aquellos: su comida, su manera de relacionarse, divertirse, trabajar y crear objetos materiales y simbólicos como la música o la danza.
¿Por qué mencionar esto? Porque los Planes Especiales de Salvaguardia tienen relación con todo un esquema internacional de puesta en valor del patrimonio cultural que llega hasta el nivel de la Unesco, con sus declaratorias de Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI).
En ese orden de ideas, en el futuro la Vida de Barrio de Getsemaní puede llegar a tener un estatus de protección de escala global, como hoy lo tienen ocho manifestaciones culturales colombianas entre las que se cuentan el Espacio Cultural de San Basilio de Palenque o el Barniz de Pasto, el último en ser promovido a la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el 16 de diciembre de 2020.
Las postulantes ante el Consejo Nacional de Patrimonio e impulsoras del proceso han sido las siguientes organizaciones:
El Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) ha destinado recursos específicos para contratar por lapsos definidos a tres profesionales que han apoyado técnicamente en el proceso.