Luis Felipe Jaspe es un secreto a la vista de todos. Su obra recorre todo el Centro Histórico de Cartagena, al que ayudó a darle la forma que hoy defendemos como única e irrepetible.
Perfectamente se podría hacer un largo recorrido desde la Ermita del Cabrero, pasando por Bellas Artes, en San Diego; el Teatro Adolfo Mejía; la plaza Fernández Madrid, el parque de Bolívar, entre otros, para salir por la Torre del Reloj y desde ahí contemplar el parque Centenario y el camellón de los Mártires, todos con alguna firma suya. Y desde allí imaginar el gran Mercado Público ubicado donde hoy está el Centro de Convenciones. Hace un siglo ese magnífico edificio republicano representó la entrada de la modernidad a una Cartagena que se había quedado aletargada tras la Independencia. Luego uno podría ir a Manga, cuyo trazado también diseño. Y a su cementerio y a un par de casas patrimoniales. Y así hasta agotar sus huellas en una o varias jornadas.
Quien ha imaginado una ruta así es Juan Carlos Lecompte, tataranieto de nuestro más prolífico arquitecto, diseñador, paisajista, urbanista y pintor de aquella época. Mientras vivía y estudiaba en Barcelona, hace algunos años, Juan Carlos, se percató de que cualquier taxista o tendero tenía algo que decir sobre Gaudí, el arquitecto catalán que aproximadamente para la misma época cambió la fisonomía de aquella ciudad para siempre. “Gaudí es a Barcelona lo que Jaspe es a Cartagena”, sentencia Juan Carlos.
Aquello fue un viaje a la semilla. Su abuelo, Enrique Lecompte Jaspe, una figura central en su infancia, le hablaba de su propio abuelo, Luis Felipe Jaspe, con quien vivió hasta la adolescencia.
“Me contaba que era muy trabajador y se la pasaba todo el día dibujando y diseñando todas las obras que hizo en Cartagena. Para él era su héroe y su ídolo. Yo siempre me llevé eso en la cabeza”, dice Juan Carlos, que terminó estudiando arquitectura no tanto por gusto sino porque el arquetipo de su tatarabuelo le quedó anidado en alguna parte del inconsciente.
“Estudiando en la Javeriana, el profesor de historia de la arquitectura de Colombia dijo que la Torre del Reloj había sido hecha por Gastón Lelarge y eso me ofendió. Tuvimos una discusión y me sacó del salón de clases. En la siguiente Semana Santa conseguí en Cartagena pruebas documentales de que era obra de Luis Felipe Jaspe. Hice una exposición sobre eso y el profesor me pidió perdón frente a la clase. Ahí me quedó la incertidumbre sobre cómo un maestro de esa materia en una prestigiosa universidad no sabía ese tema”.
De Bolívar a Vélez
Luis Felipe Jaspe nació el 3 de abril de 1846, hijo de José Jaspe, un gran patriota que luchó en la batalla de Maracaibo. Con Simón Bolívar compartían un ancestro común, algo que muchos presumían, pero que en su caso era cierto. Don José era un profesor de clase media acomodada. Murió cuando Luis Felipe tenía 17 años y entonces tuvo que trabajar para sostener a su familia porque él era el mayor de la casa.
Lo empleó Joaquín F. Vélez, uno de los empresarios más grandes de la ciudad, quien reparó en que Jaspe se la pasaba todo el día dibujando unas figuras humanas y unos paisajes de gran calidad. Tuvo fe en su talento: lo envió a estudiar a la Escuela de Bellas Artes de Martinica y se encargó de la manutención de su familia mientras tanto.
Con el paso del tiempo Vélez fue nombrado gobernador. Había que construir el teatro Municipal, que luego fue el Heredia y hoy el Adolfo Mejía. Envió a Jaspe a La Habana, entonces la gran metrópoli del Caribe, para buscar modelos e inspiración. La encontró en el Teatro Tacón. A la vuelta tomó el cascarón de la vetusta iglesia de La Merced y lo reconvirtió en ese bello escenario que aún hoy utilizamos. La influencia de Vélez fue fundamental para muchos logros de Jaspe, quien iba también cosechando prestigio propio en la ciudad.
Jaspe solo tuvo una hija. Y ella al abuelo de Juan Carlos, que se convirtió en su adoración. Una confusión frecuente es que hubo al menos dos Jaspe que fueron influyentes. Su hermano, Generoso Jaspe, brilló como pintor, mientras que un sobrino, también con su nombre, destacó como fotógrafo. En el Museo Nacional hay un cuadro de gran formato que muestra una panorámica de Cartagena desde el castillo de San Felipe y fue pintado a cuatro manos entre Generoso y Luis Felipe.
Al comienzo de su vida profesional Luis Felipe empezó a pintar cuadros de gente pudiente de la ciudad. Juan Carlos ha realizado una labor detectivesca para hallar los cuadros que se conservan y ha tenido buena suerte en ello. La Fundación Grau, por su parte, fue clave en la consecución de diversas obras de Jaspe, hoy en el Museo Nacional en calidad de comodato.
Beneficios de la pandemia
Juan Carlos se vino a vivir a Cartagena hace año y medio, con la pandemia por Covid 19 en su furor. El tiempo libre y el regreso a la ciudad se tradujeron en cumplir un propósito de toda su vida adulta: entender a fondo la historia de su tatarabuelo, su obra y su influencia en Cartagena. Aún sin visualizar un proyecto concreto como un libro o una exposición. En principio simplemente le bastaría con saber.
“Un día fuí a la biblioteca del Banco de la República para pedir un libro de los años 20. Me preguntaron --Tú para qué quieres ese libro--. Les expliqué y me dijeron que ellos patrocinaban ese tipo de investigaciones. Hice el proceso y me pusieron una oficina, muchas facilidades y todo el material que yo quería. Me encontraba el dato de una tesis de grado del año 85 de la Universidad de Antioquia; ellos me conseguían la tesis y me la ponían sobre la mesa. Es impresionante el servicio que ofrecen. También tenían unos microfilms de El Porvenir: el periódico de Cartagena de finales del siglo XIX; ahí uno ve la inauguración de la torre del Reloj, el 24 de febrero de 1888, quiénes fueron, por qué se hizo ese día, quién fue el diseñador. Ellos tienen el recorte de todos esos periódicos”, explica Juan Carlos.
En Getsemaní
Como se ha visto, la obra de Jaspe es demasiado extensa para agotarla en un artículo. En este nos concentraremos en sus huellas en Getsemaní, de izquierda a derecha en la imagen de arriba, bajo la guía de Juan Carlos Lecompte:
Inaugurado en 1905, fue la primera gran obra de la arquitectura republicana en Cartagena. La racionalidad, la higiene y la modernidad -según significaba en esa época- presidieron las razones para construirlo. En sus primeras décadas fue un escenario al que iban todas las clases sociales no solo a comprar alimentos, sino también manufacturas y novedades, bien provistas desde el puerto que funcionaba a su costado.
Las medidas del edificio fueron de 55 por 111 metros, con un área de más de 6.200 metros cuadrados. Tenía 44 tiendas que abrían hacia adentro del mercado y hacia la calle.
“Fue, para la época, impresionante: el primer gran gesto de modernidad urbanística y arquitectónica de Cartagena y tuvo exactamente la vida de un ser humano, setenta y dos años, porque lo tumbaron en 1977. Al menos hubieran conservado la fachada porque el acceso principal era un doble volúmen, con un ‘arco del triunfo’ muy de Jaspe y que hacía juego con los del Parque Centenario. Eso le daba a la zona un ambiente en concordancia, con un lenguaje visual equivalente”, valora Juan Carlos.
2. Torre del RelojEn palabras de Lecompte fue un ejercicio de ‘arquitectura de ensamble’: sobre la muralla centenaria Jaspe hizo una construcción totalmente nueva y moderna, inaugurada en 1888. Años después sería retocada por Lelarge, por eso la confusión de algunos sobre su autoría.
En 1905, por otro encargo municipal, abrió la Puerta Balmaceda, donde antes estuvo la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, en la parte baja de la torre. Se convirtió en la tercera puerta y se abrió para darle un equilibrio visual al conjunto de muralla y torre. En estricto sentido no es Getsemaní, pero la original Boca del Puente se creó en la Colonia para comunicar el centro fundacional con su arrabal. Hoy es, por supuesto, el icono visual dominante desde ese flanco de Getsemaní.
3. Camellón de los MártiresInaugurado en 1886 su diseño inicial es obra de Jaspe. Luego ha sido remodelado varias veces.
4. Los bustos del camellónDiseñó los diez bustos de los héroes de la Independencia fusilados por las fuerzas al mando del español Pablo Morillo en 1815. Fueron esculpidos en mármol de Carrara por Felipe Moratilla en Italia. Jaspe se basó en descripciones escritas, grabados y retratos existentes en distintas casas de descendientes suyos y que dieron pie a una famosa pintura suya de gran formato sobre el fusilamiento, cuya historia contaremos con más detalle en una edición posterior.
“Siguiendo el modelo del busto clásico francés neoclásico, los viste con trajes de la época que los distinguían en los cargos que ocupaban o el oficio al que se dedicaban. De ellos cuatro eran militares pues llevaban charreteras. Los seis restantes tienen diferentes atuendos: casacas de cuello alto, solapas delgadas y anchas, chalecos, camisas de cuello alto con chorreras o gorgueras y corbatas de lazo”, según describe el historiador Donaldo Bossa Herazo.
5. Noli me tangereEstatua inaugurada con el camellón de los Mártires y donada por las mujeres de Cartagena, quienes hicieron colectas y aportes para pagarla. Fue tallada en Italia, como mucha de la estatuaria original del camellón y del parque Centenario. Diseño de Jaspe.
6. Parque CentenarioFue la siguiente gran obra pública de la ciudad, tras el Mercado Público. En el casco fundacional el calor se acumulaba y casi todo estaba vetusto. En la explanada, en cambio, hacía buena brisa. La construcción se convirtió en una iniciativa ciudadana, no solo gubernamental. Ese nuevo parque significaba más que un lugar dónde pasear y tomar el fresco en las tardes. Era un signo de modernidad, desarrollo, buenas costumbres e higiene. El ganador del concurso público al mejor croquis fue el reconocido arquitecto Pedro Malabet quien terminó el diseño y co-dirigió la obra con su socio Luis Felipe Jaspe. Fue inaugurado en 1911, conmemorando el primer centenario de la Independencia de Cartagena.
7. Libertad, Trabajo y Juventud.Son las tres estatuas con diseño de Jaspe que coronan las entradas que conectan al camellón con el parque Centenario, constituyendo la fachada de ese predio. Resulta diciente que los íconos religiosos que dominaron en la Colonia fueran reemplazados por virtudes más ‘modernas’ en esta obra moderna.
8. Obelisco.En el Museo Nacional, en Bogotá, hay un cuadro del obelisco en la mitad del parque Centenario pintado por Jaspe dos años antes de que se construyera, como una guía de lo que debería hacerse allí.