Los santos sabores

SABOR A MI

“¡El viernes Santo se veían los platos de comida salir y entrar de las casas! dice Inés Hoayek sentada junto con Carmen Pombo en el callejón Angosto. “En el día no nos daba hambre de tanta comida que se repartía entre los vecinos, pero en la noche, la ‘ra-ra’ era tremenda”, cuenta Inés Hoayek.

En la noche del Viernes Santo sacaban los calderos y todo el mundo corría para coger la comida que había quedado del almuerzo!” dice Carmen Pombo, quien mira a su amiga Inés, se ríen y dice “¡esos tiempos en Getsemaní no vuelven!”.

“Acá celebrábamos Semana Santa jugando lotería y repartiendo comida. Cada quien cogía su cartoncito, nos reuníamos varias vecinas y ¡a jugar! Desde que empezaba la Semana Mayor comenzábamos a departir por ratos, pero el jueves y viernes eso sí era todo el día. Cocinábamos desde temprano para estar desocupadas en la tarde” cuenta Carmen.

Además, queríamos estar libres desde temprano, porque después de las dos de la tarde no podíamos hacer más nada, por respeto a la muerte de nuestro señor Jesucristo. Ni barrer, porque decían que le estábamos barriendo la cara a Dios. Había que hacer los oficios y bañarse temprano. Era malo hacerlo de tarde” dice Inés.

“Ese Viernes Santo nos levantábamos temprano y preparamos la comida. Incluso, el jueves por la noche nos quedamos hasta tarde rayando el coco. Ahora lo licuan ¡vea usted! O poníamos los frijolitos a sancochar desde el jueves por la noche. Esas cosas se adelantaban”, cuenta Inés.

Para comprar los alimentos había que ir al mercado. La ventaja es que estaba aquí mismo. Otros simplemente se iban a pescar al puente Román y traían el pescado fresco que se preparaba en las casas. Recuerdo mucho el ayaco, un mote con plátano amarillo, ñame, yuca y bagre. También hacíamos otro mote bien rico que se llamaba maguana, que traía frijolito y coco”, dice Carmen.

“Hacíamos mucho salpicón de pescado macabí, pero ya no se hace más. Antes venían y pescaban el macabí ahí mismo en el puente y los muchachos lo vendían barato. De lo contrario, en el mercado se encontraba ya ahumado. Solo era ir, comprar y preparar. Antes el bagre era bien bueno, pero ahora es pura sal”, complementa Inés.

“Pero en realidad aquí en Getsemaní celebrabamos era jugando lotería. Eso ahora ya no se ve. Yo hago mis cartones y a la semana mi hermana me los está botando. Ahora juegan es arrancón y a la yuca con las cartas. Antes alguna de las señoras del barrio decía -¡Vamos a jugar a la lotería!- y salíamos para la calle, pero ahora no se hace el bonche para uno durar jugando hasta tarde”, se lamenta Carmen.

¡A romper la olla!

“Y cuando pasaban esos días santos el sábado se rompía la olla con un sancocho de las siete carnes. Sí, esa era la expresión: ¡Vamos a romper la olla!  El Sábado de Gloria era el desquite, porque toda la semana nos guardamos comiendo pescado por respeto. Al sancocho le echamos carne a la lata. Esas sopas traían carne de cerdo, de vaca, cerdo salado, ubre, costilla, hueso y gallina”, recuerda Inés mientras le compra ciruelas a un vendedor que pasa en su carretilla.

“Esos días de recogimiento solo se escuchaba música clásica, tanto en las emisoras, como en las casas. La música normal regresaba después del viernes. Recuerdo que mi abuela nos compraba ropa de color morado para usar el Viernes Santo. Ese día había que vestirse de ese color. Otra cosa y es que íbamos a cine a ver El Martir del Calvario”, dice Carmen Pombo.

“Cada quien hacía sus dulces y comidas en la casa. Era un compartir de tú me dabas y yo te devolvía. Generalmente las comidas iban acompañadas de ensalada roja, o sea de remolacha, papa y zanahoria. Ahora le dicen ensalada de ‘payasito’ y eso me da rabia: ¡es ensalada roja! Cuando pienso en Semana Santa se me viene a la cabeza a los vecinos jugando lotería en la mitad de la calle. Eso y la lloradera cuando veíamos en los antiguos teatros como clavaban a nuestro señor Jesucristo. Sentíamos eso en nuestra piel” relata Carmen.  

Inés y Carmen terminan de comer las ciruelas que le compraron al carretillero. Una recuerda esos tiempos con risas y la otra con una profunda nostalgia. “Difícilmente volveremos a esos tiempos. Gran parte de los vecinos se han ido o han muerto”, sentencia Carmen.

Frijolitos y dulce de leche

Por otro lado, Rosario Castro, vecina de la calle Las Maravillas cuenta sobre la tradición que “en Semana Santa las iglesias que más frecuento son la de San Roque y la de la Santísima Trinidad. Empezamos con el Domingo de Ramos. Todavía los vecinos llevamos nuestros ramos para que sean bendecidos, pero estos últimos años se están llevando otras plantas para no acabar con la especie que se ha utilizado siempre. Las personas asisten a la misa de manera frecuente y abundante”.

“Durante esos días en el barrio hay mucha alegría y entusiasmo, sobre todo en las calles aledañas a las iglesias. En los hogares nos reunimos con las familias y hacemos juegos de mesa, pero sin apuestas. Solo para reunirnos y compartir. En nuestra calle aún hacemos dulces y repartimos entre vecinos”.

“Mi familia es la más antigua de vivir en la calle las Maravillas. Hacemos dulces de coco, corozo, papaya. ¡Nos fascina el dulce de leche! Aún seguimos con esas costumbres. El Viernes Santo nos levantamos temprano y hacemos arroz de frijolito con salpicón de pescado o pescado frito con ensalada de remolacha, torta de ñame o de pan. Todas esas comidas tradicionales de Getsemaní. Invitamos a familiares y amigos y nos sentamos en el patio de la casa”.

“Recuerdo mucho a una señora que se murió, creo que se llamaba María Dolores. Desde el lunes santo se vestía de luto, totalmente de negro. El sábado se ponía colorines, estampado de flores y muchos colores y lo mismo el domingo, siempre tenía esa costumbre”.

La tradición religiosa

María Clara Julio León vive en la calle Las Chancletas comparte su tradicional recorrido de las siete iglesias: “Primero llegamos a la Iglesia de la Santísima Trinidad, a la Tercera Orden, San Pedro Claver, Catedral Santa Catalina de Alejandría, Santo Domingo, Santo Toribio y terminamos en San Roque. En cada monumento se hace una oración y petición”.

“Una amiga tenía cáncer. Ella no se congregaba en ninguna iglesia y la invité hacer el recorrido. Fuimos mi mamá, mis dos sobrinas y ella. Cuando llegamos me dice: -Yo nunca había visto esto-. Empezamos hacer una oración fuerte, nos agarramos de las manos y le dije a mi amiga: -Estás sana y libre en el nombre del Señor-. En ese momento todas lloramos. Cuando salimos de ahí lo hicimos con triunfo y para la gloria de Dios te cuento que mi amiga ahora está sana. Eso es un testimonio muy lindo que llevo de la Semana Santa”, cuenta María Clara.

“Recuerdo mucho cómo se celebraba el sábado de gloria. Ese día se bendice el nuevo fuego y el agua. Anteriormente ese acto lo realizaba el padre Hoyos dentro de la iglesia, pero cuando lo reemplazó el padre Yamil se empezó hacer en la Plaza de la Trinidad. Para prender la candela buscábamos trozos de madera. La iglesia estaba totalmente oscura y a medida que las personas iban entrando, cada uno con su vela se iluminaba el lugar. Cuando el recinto estaba totalmente lleno, se encendían las luces”, dice María Clara.

“En la bendición del agua cada persona llevaba una botella llena y entonábamos: bautizame Señor con tu espíritu, bautizame Señor con tu espíritu… y déjame sentir, el fuego de tu amor, aquí en mi corazón... Señor. Se me eriza el cuerpo recordar todo eso. No sé si sea la emoción”, cuenta María Clara.

“¡Había unos padres tan curiosos y lo bañaban a uno con el agua bendita! El padre Hoyos cuando le decías: -Padre no me cayó agua- te respondía -No te bañaste. ¡Te voy a bañar!- y te terminaba lavando. Hace un tiempo, para celebrar el viacrucis el padre Yamil nos mandó hacer batones morados. Todo el mundo iba así el viernes santo. Yo era la encargada. Me tocaba ir de calle en calle para escoger las estaciones. Las colocábamos en las casas donde hubiese enfermos. Los mismos familiares lo pedían. Siempre salíamos por la calle del Pozo”, recuerda María Clara.  

Platos típicos de Semana Santa en Getsemaní

  • Arroz de ‘frijolito’ verde con salpicón de bagre y ensalada de remolacha.
  • Arroz de coco, plátano frito y salpicón de macabí.
  • Salpicón de toyo, acompañado de arroz de coco y ensalada.  
  • Ayaco de bagre.
  • Icotea hilachada o guisada.
  • Mote de queso.
  • Mote de pescado.
  • Tortilla de camarón.
  • Arroz de cangrejo.

Platos dulces

  • Dulce de platano amarillo; de icaco; de coco; de guandú; de tomate; de ñame; de leche; de guayaba; de ciruela; de mango; de papaya.
  • Torta de ñame y torta de pan.

¿Cómo se celebra ahora?

María Clara Julio cuenta cómo se viven los días santos en el barrio:

  • “El Jueves Santo es la entrega de nuestro señor Jesucristo. En la iglesia hacemos una mesa simulando la última cena. Se toma a doce personas del barrio entre niños, jóvenes y adultos, para representar a los apóstoles. Adornamos la mesa con uvas, panes y vinos y el sacerdote le hace el lavatorio de pies a quien interpretaba a Jesús”.
  • “El Viernes Santo se realiza el viacrucis por el barrio. Se escogen algunas calles para colocar las estaciones y la cruxifición de nuestro señor Jesucristo. Los puntos exactos varían porque usualmente se colocan en las casas donde hay enfermos”.
  • “El Sábado de Gloria es cuando el padre bendice el nuevo fuego y el agua nueva”.

Este año entre la programación católica destacan:

  • Domingo de Ramos (14 de abril): Peregrinación entre la plaza del Pozo y la iglesia de la Santísima Trinidad desde las 9:00 a.m.
  • Martes Santo: Misa por los enfermos y entronización de los Santos Óleos. 12 del mediodía en la iglesia de la Orden Tercera y 7 p.m. en la iglesia de la Trinidad
  • Miércoles Santo. Misa para las familias. 12 del mediodía en Iglesia de la Orden Tercera y 7 p.m. en la iglesia de la Trinidad
  • Jueves Santo: Misa y lavatorio de pies desde las 6:00 pm, seguida de Adoración al Monumento hasta la medianoche. En ambas iglesias.
  • Viernes Santo (19 de abril): Viacrucis, comenzando por la iglesia de la Orden Tercera a las 9:00 a.m. y terminando en la Santísima Trinidad.
  • Sábado Santo (20 de abril): Vigilia Pascual en la iglesia de la Trinidad, desde las 7:00 p.m.