Luces, cámara…. Getsemaní

CULTURA VIVA

Ver rodar cine y producciones audiovisuales en Getsemaní se ha vuelto una imagen recurrente. La relación del barrio con el cine ha sido muy fuerte porque desde el comienzo aquí estuvieron los grandes teatros de la ciudad y varias generaciones crecieron viendo cine cada noche. Ahora, la relación ha cambiado: el barrio se ha vuelto protagonista, no solo espectador. Ya no hay una sola sala de cine en el barrio, pero cada rato se ven cámaras, actores y productores en sus calles.

La primera referencia que encontramos de cine comercial filmado en Getsemaní es Fuego Verde, estrenada el 29 de diciembre de 1954 con una trama que incluía a una bella mujer luchando por sacar adelante su finca de café y un aventurero que quiere explotar una mina de esmeraldas recién descubierta. La protagonista era Grace Kelly, una de las divas de entonces, cuya carrera fue corta porque pocos años después se casó con el príncipe Rainiero, de Mónaco. La película fue rodada en varias locaciones de Cartagena, entre ellas el Mercado Público.

Con el viento a favor

Si bien lo del rodaje de cine en Getsemaní comenzó tan temprano como en los años 50, fue una actividad bastante esporádica, de a una película por década. Cartagena, sin contar el barrio, sí fue el escenario de muchas películas más, algunas de ellas clásicas como La Misión y Cobra Verde, ambas de 1986. 

Pero ahora se hace mucho más que cine en la calle: videoclips, series de televisión, o contenido para plataformas digitales. El barrio se ha convertido en un escenario al aire libre porque combina lo histórico, con el colorido de sus casas y grafitis, la naturalidad de la gente y la vida de barrio, que aún se siente vibrar.

 El tema se ha acelerado en los últimos años gracias a varios factores. Por una parte, la propia transformación del barrio, que lo ha convertido en un destino preferido para viajeros, según distintas publicaciones. Pero también hay al menos dos elementos nuevos en el panorama: un crecimiento exponencial de la producción de contenidos digitales y una ley nacional que promueve que las producciones de cine se rueden en Colombia.

Sobre los contenidos digitales bastaría decir que el año pasado las nuevas plataformas de televisión, como Netflix, HBO o Disney, invirtieron la astronómica cifra de 120.000 millones de dólares en contenidos. Sí: la cifra es correcta. En pesos colombianos podría ser aproximadamente un número cuatro seguido de catorce ceros. Un buen pedazo de esa torta se va en la compra de derechos sobre contenidos antiguos o de eventos deportivos, pero otro pedazo grande se va para crear contenidos nuevos. Solamente en Estados Unidos el año pasado se estrenaron 532 series nuevas de televisión. Como esas plataformas tienen que llegar a todo tipo de audiencias, en todo el mundo, y en todo tipo de géneros y programas, eso ha significado rodajes en muchos y muy distintos sitios del globo, que compiten por ser escenarios según sea el tema. Getsemaní entra con algunos buenos elementos cuando las series requieren esos escenarios particulares.

Y ahí entra la ley de cine 1556 de 2012: en Colombia las producciones extranjeras que vengan a rodar en el país pueden descontar de sus impuestos el 40 por ciento de su inversión en producción y otro 20 por ciento en gastos logísticos. Las productoras hacen cuentas y les es atractivo hacerlo en un país que les da exenciones y, además, en el que los favorece la tasa de cambio, pues muchas cosas acá les pueden costar una fracción de lo que pagarían en otros  países. Un factor en contra: a veces en Cartagena los precios de la comida y el alojamiento, por ejemplo, suelen acercarse a los precios internacionales.

Y no es poco lo que se gasta en una producción: para rodar un par de semanas, -que en cine puede significar unas tomas de unos cuantos minutos- hay equipos que deben desplazarse a la ciudad de rodaje al menos desde cuatro meses antes. En la medida que se acerca la filmación crecen los gastos: hay que hacer escenografías y vestuarios, alquilar equipos, contratar personal. Luego, en el rodaje mismo son decenas de personas necesitando alojamiento, alimentación, transporte, servicios de intérpretes, etc. Y si la cosa es con actores extras, otra gente que requiere vestuario, alimentación y a la que se le paga por jornada.

La buena noticia es que esa ley que fue diseñada solamente para cine podría ser ampliada en poco tiempo para producciones de televisión y plataformas digitales: las mismas que están urgidas por generar contenidos de calidad. Eso significaría más rodajes en Cartagena, que es una ciudad que tiene muchos escenarios posibles, desde lo urbano hasta lo colonial, incluyendo los alrededores con escenarios de playa y mar. Getsemaní,por supuesto, puede tener ahí cartas ganadoras según sea el rodaje. Y no solamente como un escenario exótico para producciones de Hollywood, sino para novelas y series que necesiten tener sabor de barrio latinoamericano. 


Ya lo hicieron

En los últimos dos años al menos dos producciones de Estados Unidos rodaron escenas en Getsemaní. Una de ella fue Long Shot o también llamada Flarsky, con Charlize Theron y Seth Rogen. La otra fue Gemini Man, con Will Smith, ambas fueron estrenadas en 2019.

Juliana Moreno fue la responsable en Colombia para Gemini Man, como miembro del equipo de Dynamo, la empresa productora más grande del país, con sedes en otros cuatro países, un pie en Estados Unidos y una de las más respetadas en América Latina, que tiene un catálogo enorme de producciones realizadas en cine y para plataformas como Netflix y Amazon. Es el tipo de empresas que está en el radar de las grandes productoras cuando necesitan aliados en América Latina.

Después de recorrer varias ciudades en el mundo decidieron que Cartagena les venía muy bien para unas escenas de persecución en motocicleta y un enfrentamiento del protagonista con un enemigo. Querían mucho color, energía  y mar; que hubiera espacios de barrio como tienditas o donde desplazarse, recuerda Juliana.

Getsemaní les dió todo eso y más: les resultó un barrio muy acogedor, al que se le siente real, de vecinos muy tranquilos que los apoyaron frente y detrás de cámara. Fueron meses de prepararlo todo, de coordinar con la alcaldía, autoridades y vecinos para que una producción tan compleja no impactara la movilidad ni a la ciudadanía; coordinar toda la logística y producción que debía estar impecable a la llegada de los equipos de filmación. En particular tuvieron una relación cercana con el equipo de la Escuela Taller, cuyos muchachos hicieron escenografías. Al final tuvieron el bonito gesto de apoyar en la construcción del nuevo parque en el sector de El Pedregal.

Juliana se fue del barrio con la sabor de la pizza de Demente, que le pareció la mejor de Cartagena; de un cafecito en la calle San Juan; y de La Cocina de Pepina, a donde fue muchas veces con sus compañeros e invitados. Ella valora no solo el aporte económico que una producción así le hace a una ciudad, sino también el aprendizaje. “Se crece la industria y se aprende muchísimo de la técnica. Por ejemplo, las cámaras con que filmaron Gemini Man no se habían visto en Colombia”.


Global y local

Y así como hay las megaproductoras de Hollywood y las grandes productoras regionales como Dynamo, también hay en el barrio quien se ocupe y se preocupe por el tema audiovisual. Unos de ellos es Diobeth Guerra, fundador de la Escuela Productora de Cine, quien comenzó su carrera filmando en el Mercado Público y ha sido productor y partícipe de grandes rodajes en la ciudad.

“Cartagena es un escenario natural y  de la ciudad antigua la única parte que se mantiene con magia por su gente es Getsemaní, a diferencia del Centro y San Diego, donde hubo desplazamiento de los vecinos originales. La esencia de Getsemaní todavía la puedes ver por las mañanas o por las tardes cuando los vecinos se sientan con la mecedora o entre las familias se cuidan a los hijos. La gente del barrio tiene una forma de ser espontánea. A pesar de no ser actores profesionales tienen un espíritu y una idiosincrasia muy fuerte que es valiosa para trabajar en diferentes producciones que enmarcan cualquier época”, explica Diobeth. 

“Resalto el perfil urbanístico de Getsemaní, con sus casas de un piso, mientras que las del Centro son de dos. Esa clase de arquitectura que obedece a la Colonia es hermosa y muy bonita para trabajar escenograficamente. Ya sea para películas de época e históricas o para películas modernas, por ejemplo la de Gemini Man, aprovechando este lugar, que como escenario es espectacular”, dice.

“En otra ocasión se grabó la película The night of three days.  Una de las escenas fue en la plaza de la Trinidad que debía parecer una plaza de mercado. Yo fui el director de arte. Ese mismo lugar también fue utilizado para una de las escenas de El amor en los tiempos del cólera. Nosotros nos encargamos del casting en 2006. Fueron cientos de personas en la plaza, gran parte de ellos getsemanicenses”.