¿Cómo, cuándo y por qué nació el Cabildo de Getsemaní? ¿Qué tiene que ver con los otros cabildos de Cartagena? ¿Cómo entran los lanceros ahí? ¿Y cómo juega todo esto con las fiestas de la Independencia? Vamos juntos al fondo de nuestra fiesta principal.
Comencemos por una afirmación que despeja dudas: la tradición del Cabildo ni nació en Getsemaní ni con las fiestas de la Independencia. El nuestro es importantísimo y ayudó a recuperar la tradición en la ciudad, pero es relativamente reciente: en este 2019 cumple sus primeros treinta años. Para entender de dónde vino esta manifestación cultural hay que ir primero a la Colonia española y a la llegada de los hombres traídos como esclavos, casi siempre de raza negra. No hay una sola explicación del Cabildo, pero todas confluyen en ese elemento afro.
El término “cabildo” tuvo su origen en España y de allí se trasladó a la vida colonial americana. Los cabildos surgieron como el mecanismo para administrar las nacientes ciudades de las Indias. A su vez, fueron la adaptación de los ayuntamientos medievales, que evolucionaron luego a la actual forma de gobierno en los municipios españoles. En nuestro caso, al quedar tan lejos de la Corona los cabildos tenían un poco más de independencia para sus decisiones. Fue el precio que debió pagar la Corona para administrar un territorio tan vasto
El profesor René Julio nos recuerda ese origen, que empezó luego a tener su expresión en la comunidad negra. Según René, “algunos autores afirman que los negros procedentes de una misma tribu constituyeron en cada ciudad una asociación llamada Cabildo, quizá por analogía con la corporación municipal”. También nos recuerda que hay otra definición: una reunión de negros y negras en casas destinadas a festines en donde cantaban y tocaban sus instrumentos, en especial los tambores.
En aquella época, explica René, existían las “cofradías”, que eran agrupaciones de creyentes católicos que trabajaban en conjunto para fortalecer la fe y apoyar a la iglesia. Los cabildos de negros tenían ciertas similitudes. “También tenían su santo patrono o una advocación religiosa a cuya protección se acogían, pero su objetivo principal no era el culto ni el mejoramiento espiritual sino la ayuda mutua entre sus miembros, la celebración de los ritos fúnebres cuando uno de ellos fallecía, y la realización y participación en los bailes, fiestas y desfiles”, explica.
Según estudios del profesor René los cabildos en Cartagena “en un primer momento tuvieron un papel de enfermerías, que al mismo tiempo se convirtieron en ámbitos de resistencia a la sociedad dominante y en refugios de las raíces africanas. Servían de apoyo y cuidado a aquellos africanos esclavizados que al descender de los navíos no podían sostenerse en pie. Aquellas eran unas barracas húmedas y fangosas situadas junto al mar, que servían de asilo. Quienes se recuperaban cuidaban luego de los enfermos. Pero el alivio del infortunio no era sólo físico, pues la desgracia también era cultural. Encontrar un modo de comunicarse también fue la urgencia primordial. El tambor, una de las primeras recreaciones a partir de iconografías se constituyó en lengua franca de los cabildos. Primero anunciaba la muerte, convocaba a esclavos y libres para diversas actividades. En conclusión, los cabildos, fueron tempranos escenarios de la génesis del sistema del negro en la Colombia continental”.
Gimaní Cultural lo explica así: “La realización de esas fiestas bulliciosas y coloridas era una necesidad de los negros que, traídos desde África como esclavos, trabajaban en la construcción de viviendas, iglesias y fortificaciones de la ciudad y en las casas y haciendas de los grandes señores pero conservaban sus propias manifestaciones culturales, entre ellas los cultos a los dioses, acompañados siempre de cantos, bailes, disfraces, toque de tambores. Eran aquellas prácticas fiel representación de las cortes africanas con reyes, príncipes, ceremonias guerreras. Los negros habían sido arrancados a la fuerza de diferentes regiones de África pero aquí se agrupaban y buscaban de nuevo su propio reconocimiento como raza. La religiosidad y la recreación festiva de sus costumbres eran vías apropiadas para lograrlo”.
El asunto fue evolucionando. “El cabildo dondequiera que existió sirvió para difundir creencias, música, instrumentos musicales, costumbres y ritos de los grupos originarios de aquellos recién llegados”, explica René. Luego aparecieron los palenques, aquellos territorios a donde iban a refugiarse los negros escapados y que se convirtieron en zonas por fuera del dominio español.
“En un momento dado el número de palenques, su comunicación, sus propósitos y acciones tenían alcances suficientes para conformar núcleos federales influidos por etnias particulares, como parece que empezaba a ocurrir en la Sierra María, de cuyos palenques son descendientes directos los actuales habitantes de San Basilio. Cada palenque debió contar con su respectivo cabildo cuyas funciones abarcaban el ámbito político y religioso”, resume.
Y aparece la Virgen
Entonces, tenemos que el cabildo es una institución negra y diversa que fue evolucionando hasta ser incluso una forma propia de gobierno. ¿En qué momento pasa al ámbito de las fiestas? Eso tiene una fecha precisa. En 1607 fue institucionalizado el 2 de febrero como día de los libertos (esclavos que recibían la libertad de un señor) y como celebración de la fiesta de la virgen de la Candelaria.
“Después de las celebraciones religiosas los negros recurrían a sus costumbres ancestrales para divertirse: tocaban tambores, cantaban en coro, bailaban por las calles portando lanzas y azagayas, hacían suyo el festín con diversos cabildos de negros: mandinga, congo, mondongo, jojó, caravalí entre otros”, explica Gimaní Cultural.
Según explica Dais Hernández del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena de Indias (IPCC), ese día se les daba asueto a los esclavizados. Un día al año para divertirse y burlarse de sus amos simulando que eran una corte española. Con polvillo de maíz se pintaban de blancos. Así nació el Cabildo de Negros como una instancia de fiesta.
“En esa época las señoras les entregaban a sus negras los mejores vestidos y joyas para que ellas los lucieran. Era también una forma de decir qué tan poderoso era cada quien porque te medían por el número de esclavos que poseías. Los esclavos aprovechaban ese espacio desde que sale el sol hasta que se ponía para celebrar y hacer la fiesta que antes tenían prohibida. Ahí iban con la representación de sus naciones africanas, pero también iban camufladas muchas expresiones que tenían que ver con la resistencia. Por ejemplo, los diablos”, nos recuerda Nilda Meléndez, la reina vitalicia del Cabildo de Getsemaní.
Entonces, en medio de lo festivo también había un elemento de competencia no solo entre los dueños de esclavos sino también entre las distintas etnias africanas representadas: quién tocaba o bailaba mejor, qué comparsa era más vistosa.
Pasaron los dos siguientes siglos de la Colonia. Con la gesta de Independencia de 1811 esta historia da otro giro. Dais explica que hay evidencia de que en 1812 ya se hizo la primera celebración de una fiesta cívica al año de que Cartagena se hubiera declarado en autonomía frente al rey de España. Esas fiestas cobraron mucha importancia a lo largo del siglo XIX: se había gestado una nación y era necesario reforzar los valores patrióticos. Con mayor razón para Cartagena, que celebraba su propia fecha, y aún más para Getsemaní, que había resultado decisiva en los hechos de 1811. Pero no se sabe aún en qué momento los cabildos pasaron de celebrarse en las fiestas de la Virgen de la Candelaria a las Fiestas de Independencia. De lo religioso a lo patriótico.
Al entrar al siglo XX los cabildos comenzaron a hacer parte de esa celebración y con el paso de los años se organizaron en muy distintos barrios de la ciudad como Torices, Pekín, Barrio Chino, Chambacú, San Francisco, El Toril o Lo Amador, pero fueron desapareciendo. La fiesta cívica tomó sus propias dinámicas en las que lo carnavalesco o los reinados de belleza tuvieron su propio peso. A la larga, el único que sobrevivió fue el Cabildo Vivo de Bocachica. Y aunque no hay evidencia de que en Getsemaní lo hubiera habido alguna vez, fue acá en el barrio donde empezó a recuperarse la tradición.
Una generación comprometida
A mediados de los años ochenta se consolida una generación en Getsemaní con un gran nivel educativo, preocupada por la tradición y por el barrio, que entonces no pasaba un buen momento, entre otras cosas, por el reciente cierre del Mercado Público, que era parte esencial de la vida económica y social del barrio. Siempre en un recuento así quedan nombres por fuera, pero habría que mencionar a personas como a Miguel Caballero, Nilda y Plutarco Meléndez, José Elías Gomezcaseres, Rosalía Taborda, Edelmira Massa, Pedro Blas Julio o Elsa Mogollon, entre varios otros.
Con ellos y otros más nacía entonces la Fundación Gimaní Cultural, la organización social que resultó clave para que la ciudad, comenzando por Getsemaní, recuperara la tradición perdida del Cabildo.
“El proceso de la recuperación del cabildo inicia más o menos en 1986. Unos miembros de la Fundación se habían dedicado a investigar sobre cómo la gente disfrutaba las fiestas del 11 de noviembre y que en ese momento estaban en una situación caótica. Estaban más inclinadas hacia la violencia y el deporte. En el proceso encontraron personas que mencionaban que antes en la ciudad se celebraban cabildos en los que la gente parodiaba las antiguas cortes europeas y en esos desfiles se sentían libres y podían celebrar sus creencias y sus actividades”, rememora Miguel Caballero.
“En 1989 Gimaní Cultural saca su primera muestra de Cabildo, que fue con más grupos de afuera que de aquí. Se comienza a trabajar en ese proceso a unos planes a 10 años: recuperar los disfraces, las danzas, la tradición y lo que comenzó pequeño se convirtió como un espiral. El Cabildo se inició dentro del barrio, posteriormente empezaba en la plaza de la Aduana hasta la plaza de la Trinidad. Luego se trasladó a Torices, buscando más que todo que muchos getsemanicenses y mucha gente de por acá salió del área de influencia del centro histórico”, recuerda Miguel.
“En todo este proceso empezaron a salir textos, investigaciones y tesis de grado que indagaban con más profundidad sobre lo que eran los cabildos. Encontraron que habían unas cortes, que existía un reinado, un Dios Momo y un pueblo que iba obedeciendo el mandato de esa corte. En esa parodia dio inicio a los carnavales”.
¿Cómo desfila un cabildo?
Una cosa es el desfile y otra es el Cabildo. El primero es un momento específico de las fiestas y el segundo, un concepto más amplio, con muchas raíces, como se ha explicado anteriormente.
En la definición de Nilda el Cabildo “es la parodia festiva de las cortes europeas, en las que no solamente se fueron sumando la representación de las naciones africanas que estaban ya aquí, sino que también se sumaron representaciones festivas aborígenes y españolas”.
Dais explica que “en los cabildos hay una personificación de deidades de origen africano: Eleguá, Yemayá, Changó”. Según esa tradición “un rey o reina de cabildo tiene que venir de un cabildo de reyes. Si no perteneces a ese linaje, una deidad puede bajar por tu vida”. Por eso Nilda es reina vitalicia, no hay una elección de nueva reina o rey año tras año.
En su orden van desfilando así:
Cabildo 2019
Desde su nuevo comienzo el Cabildo se celebra el último domingo de las fiestas de Independencia. Este año será el 10 de noviembre. Saldrá las 2:00 de la tarde desde Canapote.
“Este año estamos celebrando el Cabildo número 30. Más allá de la celebración queremos mostrarle a la gente y decirles: estamos aquí. Vamos a trabajar el tema de la teatralidad, por eso se llama Puro Teatro. Se hará un reconocimiento a la danza del garabato, considerando que es una teatralidad entre la vida y la muerte. De hecho, este año hay dos cortes, la nueva es 'la comedia del arte' que gira en torno al teatro y va a alternar con la corte principal”, explica Miguel Caballero.
“La participación es abierta. Lo que hacemos actualmente es marcar una agenda donde el pueblo es el protagonista, no un espectador. Eso es lo que se da en nuestro Cabildo. Aquí la fiesta es propia de la gente y va mucho más allá de la celebración de cualquier acto cívico patriotico. Es el deseo de la gente de divertirse sanamente y disfrutar de unos períodos al que en el ciclo de la vida todos los pueblos tienen derecho”, dice.