El reciente aval del Consejo Nacional de Patrimonio a la postulación de la Vida de Barrio de Getsemaní para hacer parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación representa un paso enorme, pero al mismo tiempo es apenas el comienzo de un camino cuyo objetivo último es salvaguardar la esencia del barrio: sus vecinos, su cultura y su manera de ser y de pararse frente al mundo.
Es como un regalo de Navidad para el barrio, pero que trae consigo grandes responsabilidades. Es un punto de partida, no de llegada. El aval que anunció el Ministerio de Cultura el pasado 14 de diciembre es el paso formal e imprescindible para la construcción colectiva del Plan Especial de Salvaguardia (PES) que garantice que esa vida de barrio se mantenga y perdure. Se podría pensar que ahora se trata de hacer un catálogo de deseos y buenas intenciones, pero no es así.
El PES se define como un acuerdo social y administrativo, que implica a entidades gubernamentales de todo orden, pero también y principalmente a la comunidad, sus instituciones y al sector privado. Se trata de llegar a acuerdos que se deben traducir en proyectos, iniciativas, planes y programas, con responsabilidades concretas y metas alcanzables. Sin ese PES nuestra Vida de Barrio no podrá entrar en la lista de patrimonio inmaterial porque no está concertado el plan para mantenerla viva.
Dicho así suena un poco técnico, pero esa es la realidad que sigue ahora. La pregunta es: ¿qué acciones específicas se requieren para mantener la vida de barrio de Getsemaní tal como la conocemos hoy y -en la manera que sea posible- recuperar algo de lo que hemos perdido? ¿Cómo vamos a hacer para mantener vivas nuestras costumbres sociales, la dinámica cultural y deportiva del barrio, nuestra gastronomía y nuestros espacios de siempre? ¿Podemos hacer algo para que los que se han ido en los últimos años por la presión inmobiliaria regresen a las calles y la comunidad que aman?
Eso implica articular esfuerzos con entidades como la Alcaldía y los departamentos administrativos de la ciudad; con normatividades como los Planes Especiales de Manejo y Protección (PEMP), que, como en el caso de Cartagena, aún están por expedirse o con el Plan de Ordenamiento Territorial; con la comunidad y sus actores. Es una herramienta que permite dialogar y concretar responsabilidades más allá de los propios vecinos organizados.
Pero, volviendo a una idea previa: no se trata de hacer una extensa y dispersa lista de deseos para que otros -fundamentalmente los gobiernos- nos los cumplan. Se trata de pensar y diseñar juntos, empezando desde la comunidad, el camino institucional, social y de recursos -no solo económicos- que se requieren para que nuestra Vida de Barrio se quede aquí. El deseo y la petición de las ocho instituciones postulantes es que a partir de ahora se sumen más y más actores de Getsemaní en este esfuerzo. Si no es colectivo, no será. No es posible.
El PES de Vida de Barrio requiere ser un instrumento que compartan todos: desde el vecino nativo hasta quien llegue desde afuera a intentar un nuevo emprendimiento. Todos deben sentir que les brinda oportunidades, no solo responsabilidades. Un PES bien elaborado debería ofrecer posibilidades para que los vecinos puedan generar ingresos desde su cultura y también ser un sólido marco de acción para que quien llegue de afuera le encuentre ventajas a apoyar la lucha para mantener vivas las tradiciones y las costumbres propias de Getsemaní.
Un aliciente estimula al equipo que ha animado este proceso: se trataría del primer PES urbano del país. En varias de nuestras ciudades hay barrios con historias centenarias que podrían aspirar a un honor y una responsabilidad como esta y que estarán atentos a lo que suceda con el PES de nuestra Vida de Barrio. El propio Ministerio de Cultura podría estar interesado en ver las particularidades de un PES que por primera vez se desarrolla dentro de una ciudad y en particular en un Centro Histórico, como los hay varios en el país.
Pero en última instancia, el foco está en la gente de Getsemaní. Si un proyecto como este, que requiere tanto esfuerzo y tanta concertación, no ayuda a sostener y mejorar las condiciones de vida de la comunidad no habrá valido la pena. La oportunidad está en nuestras manos.
_______________El Consejo Nacional de Patrimonio es el órgano oficial que asesora al Ministerio de Cultura respecto de la salvaguardia, protección y manejo del patrimonio cultural material e inmaterial de la Nación. Está compuesto por quince personalidades de distintos campos culturales y académicos, así como de los ministros de Cultura, Comercio y Vivienda o quienes los representan.
Los postulantes ante el Consejo Nacional de Patrimonio ha han sido ocho organizaciones del barrio: Fundación Gimaní Cultural; Junta de Acción Comunal del Barrio de Getsemaní; Corporación para la capacitación y el desarrollo educativo (Coreducar); Institución Educativa La Milagrosa; San Francisco Investments (Proyecto San Francisco); Escuela Productora de Cine; Fundación Cartagena al 100% y Vigías de Patrimonio de Getsemaní.
Veintiún manifestaciones colombianas hacen parte de la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del Ámbito Nacional a diciembre de 2020. Nueve de ellos hacen parte de la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad:
El barniz de Pasto, la novena manifestación colombiana fue anunciada al cierre de esta edición, el 16 de diciembre.