Templo de San Francisco, donde nació el barrio

MI PATRIMONIO

En el antiguo templo de San Francisco, en Getsemaní, detrás de los viejos teatros hay una cúpula que se ve poco desde la calle. Es la parte alta del presbiterio original del siglo XVI que por décadas estuvo oculto detrás de un telón de cine, de cierta manera intacto. Si hubiera que decir dónde nació el barrio sería ahí. Justo bajo esa cúpula.

Fue la primera construcción formal que hubo en lo que entonces era una isla con mucha vegetación y quizás algún bohío. De hecho, en aquellos primeros años se le llamó la isla de San Francisco. Se empezó a nombrar como Getsemaní tiempo después, cuando apareció el caserío. Hay una imagen de la época en la que se ve la isla únicamente con el templo. Nada más.

Y del templo, lo primero que se erigió fue el presbiterio con su cúpula. Por eso sería el punto cero del barrio. Luego vendrían las capillas y el claustro, donde por unos años y hasta diciembre pasado funcionó una sede de la universidad Rafael Nuñez. La historia de este conjunto ha sido larga, con tiempos de esplendor y de adversidad, con diversos usos, abandonos y construcciones superpuestas. Ahora se está recuperando para volverlo a sus raíces arquitectónicas como parte del proyecto hotelero San Francisco.

“El templo como espacio arquitectónico está resuelto de la manera más sencilla que pudieras hacer con carpinteros y alarifes (albañiles). El conjunto con su fachada es de muy buena proporción, algo que les halago”, nos dice Ricardo Sánchez, arquitecto restaurador a cargo del proyecto.

Hay que recordar que entonces no había arquitectos en la ciudad. Los dedos de una mano alcanzan para contar los que vinieron durante toda la época colonial. Con lo que tenían al alcance tuvieron que resolver todos los retos. Entre ellos el principal fue el de hacer un templo de tres naves, más parecido a una basílica que a una “iglesia de barrio”.  Tenían una anchura de unos catorce metros, que no era tanto como la iglesia de San Pedro o la Catedral, que separan las tres naves con columnas de piedra o mampostería. Y posiblemente tampoco tenían mucho presupuesto. Lo resolvieron haciéndolas de madera, lo que se convirtió en su rasgo fundamental, único entre los templos de la ciudad.

“Es un templo más ancho de lo normal, quizás porque querían tener las tres naves. Hay una sensación espacial muy bella entre la nave central y el presbiterio, que nos deslumbró cuando la descubrimos”, nos dice el arquitecto. La otra razón de asombro fue el artesonado, ese techo interno con un trabajo ancestral de maderas torneadas y talladas, del que se descubrieron algunas piezas con lo que se podrá levantar de nuevo y restituir el estilo original.

También debían crear ventilación en un ambiente tropical, con una iluminación por velas que hacían el ambiente pesado, por lo que trabajaron en una ventilación cruzada mediante sus puertas y ventanas. Y hacer la cúpula distintiva, pero sin recursos para elevarla con la elegancia de los templos griegos o romanos, por lo que la soportaron en una estructura cuadrada que es la forma más básica de hacerlo.

En su momento de mayor esplendor el templo estaba comunicado con el claustro por el segundo piso, cerca del presbiterio. Como en el claustro funcionó un hospicio la intención era que los apestados y los enfermos asistieran discretamente a la misa desde ahí, para escuchar sin ser vistos.

Luego fue cayendo en desuso, hasta que en el siglo XVIII prácticamente estaba abandonado, sin techo y con amenaza de derrumbarse del todo. Así estaba en los años de la Independencia y en el tumultuoso siglo XIX cuando pasó a manos del estado y fue ocupado por militares. Luego, otra vez en desuso hasta que llegó el Mercado, al frente, y se convirtió en sede de cafetines y lugares para beber, principalmente el jueves y el viernes. Era común ver a gente ebria quedándose tendida en el Pasaje Porto, que llegó a conocerse como el “pasaje de los borrachos”

Llegó la modernidad

En 1948 el estado colombiano se lo adjudicó al Círculo de Obreros, una organización de orígen jesuíta. Poco después, en busca de ponerlo al servicio empezó la época en que distintos teatros de variedades ocuparon el teatro y sus capillas, que marcaron una época para el barrio y la ciudad por los años 50. Pero también ese momento pasó y el templo terminó convertido en una especie de de depósito. Luego, a los comienzos de los 80, Cine Colombia, en ese entonces una empresa propiedad de una familia del Valle del Cauca, hizo el complejo de cines, incluyendo el Colón, que ocupó el espacio del templo San Francisco. Eran muy modernos para la época, de lo mejor que había en el país, con capacidad para mil de personas, aire acondicionado y cortinas acústicas.

Pero entonces no había las regulaciones patrimoniales que existen hoy y quizás tampoco la sensibilidad para conservar o recuperar una estructura antigua, lo que resultó en una intervención bastante invasiva. Se agregaron seis grandes escalones al frente, que no existían antes; la platea se hizo en desnivel, lo que implicó grandes excavaciones; todo el palco se hizo con graderías en concreto; el techo se hizo en estructuras metálicas y canaletas.  

Ya casi llegando a nuestro siglo XXI les llegó la sentencia a estos cines como a los de medio mundo con un invento arrollador: los centros comerciales. Al de la Castellana, principalmente, se fueron los espectadores y los equipos. Además, en todo el mundo entero se fue agotando el modelo de un solo cine para miles de personas a cambio de los múltiplex actuales, con diversas funciones y películas a lo largo del día. Solo encender el aire acondicionado para refrescar un puñado de personas en una sala grande como un estadio significaba unas pérdidas cuantiosas por función. Era inviable.

Lo que viene

Al mismo tiempo que decaía el uso como cine, en Colombia se iban fortaleciendo las leyes para proteger el patrimonio. Empezaba una época con otra sensibilidad y otras herramientas para declarar y proteger la importancia de muchos sitios del país con interés cultural. La ley de cultura de 2008, reformada luego en 2011 fueron muestra de ello. Así el conjunto del claustro y del templo con sus anexidades se convierte legalmente primero en monumento patrimonial y luego en Bien de Interés Cultural del Orden Nacional.

Esa ley obliga a quienes poseen este tipo de bienes ya no solo a “cuidarlo” sino a asumir responsabilidades muy específicas de gestión del patrimonio como el mantenimiento, la restauración, divulgación y accesibilidad de todo lo relativo a esos inmuebles, con unas normativas muy precisas.

En ese contexto el Círculo de Obreros logra entonces un acuerdo con el proyecto San Francisco para alquilarle este espacio para que en el marco del proyecto hotelero se concreten todas las obligaciones derivadas de la ley.

El proyecto San Francisco recibió el templo en 2015 y comenzó con la arqueología primaria y los requisitos para comenzar el proyecto que engloba el conjunto de San Francisco, el Club Cartagena y algunos predios aledaños para erigir un hotel de clase mundial.

Una tarea principal ha sido la recuperación estructural y arquitectónica de todo el conjunto, liberando agregados arquitectónicos y estructurales de cuatro siglos para devolverlo en la medida de lo posible al diseño original del XVI. Un ejemplo es el falso campanario del templo, que deberá ser demolido para hacer uno de acuerdo al plano original, lo que a su vez implicará reformar parcialmente el tercer piso  del Claustro, que también fue añadido posteriormente. Se han encontrado grietas profundas en el presbiterio, que hay que solucionar. También se puso la meta de recuperar con técnicas antiguas y artesanos modernos la carpintería del artesonado. Un retorno al siglo XXI del origen mismo del barrio.

Fachada
La fachada es básicamente la original, que estuvo muy bien construida.

Naves
La característica principal del templo es haber erigido tres naves separadas por columnas de madera, que es algo poco usual. Las iglesias más anchas separan las naves con columnas de piedra o mampostería.

Pintura mural
En la cúpula hay inscripciones de pintura mural que están siendo descifradas.

Cúpula
La cúpula de media naranja sobre un cuadrado, como es el caso de San Francisco, es la manera más rudimentaria de realizar. Sin embargo fue bien hecha aunque ahora se le está apuntalando. Tiene tres pequeños ojos, que ayudaban a la ventilación.

Arco Toral
Separa al presbiterio de la nave. La pantalla de cine se puso justo delante de este arco, con lo que quedó preservado.

Presbiterio
Cuando se hizo el complejo de cines acumularon la basura de más de un siglo en en el presbiterio. Ahí estaba parte de la estructura original de la cubierta que se cayó en el siglo XVIII, incluidos tensores, capiteles y columnas. Todo eso ahora está permitiendo recuperar con bastante criterio el aspecto original. Aún queda un relleno por excavar. Actualmente se están consolidando sus muros, entre otras tareas de restauración arquitectónica.

Artesonado
La sección interna del techo se está restaurando para devolverlo a su forma original, con el apoyo de artesanos especializados y que en el presbiterio se encontraron piezas originales para reproducirlas actualmente. En una reforma previa se le habían puesto estructuras metálicas y canaletas.

Falso campanario
El actual fue agregado a principios de los años 90. Será demolido para reconstruirlo según el diseño del siglo XVI. Se reformará el tercer piso del Claustro que en su momento se adosó al campanario para liberar ambos y que este recupere su importancia.

Breve cronología del Templo San Francisco

1555
Inició la construcción por parte de la comunidad franciscana, con el liderazgo de fray Pedro de la Iglesia.

1559
Primera destrucción por un ataque del pirata francés Martín Coté.

1695
Se le considera el mejor templo de la ciudad: “un edificio de hermosa iglesia y claustro, con muy capaces oficinas, puertas y deliciosas vistas a la bahía y puentes”, según fray Alonso de Samora.


Siglo XVIII
El artesonado original (techo interior) se cayó en algún momento sin especificar. En 1758 fray Marino de los Dolores refiere que a pesar de haberse empleado “los mejores maestros y alarifes”, la iglesia está sostenida en puntales y que está a punto de caerse. Que cuando más, aguantaría otro año.

Hacia 1800
La iglesia está destechada del todo e inutilizada

Siglo XIX
Con la Independencia el claustro de San Francisco es primero destinado a una entidad de beneficencia, luego escuela de oficios, hospital y asilo de mendigos. Al parecer también fue ocupado como cuartel militar. Luego se les dió uso comercial a algunos de sus espacios y parte de sus predios estaban en manos privadas.

1900-1950 aprox.
La presencia del mercado en lo que hoy es el Centro de Convenciones convirtieron al claustro y al templo en espacios despojados de sus usos sacros originales.

1949
El gobierno nacional le cede el Claustro, el templo y sus anexidades al Círculo de Obreros, entidad con una importante acción social en Getsemaní.

1950 aprox.
Se vuelve a techar el templo, para convertirlo en el Teatro Claver. Luego vendrían otros teatros de variedades y luego los de cine.

1958-60
El gobierno nacional declara los soportales adyacentes al claustro como Monumento Histórico y Colonial y apoya al Círculo de Obrero para su compra y recuperación.

1980 aprox.
Cine Colombia hace el pool de teatros con una modernización total.

Finales de los años 90
La apertura del centro comercial La Castellana con su complejo de cines, entre otros, hace que el público cambie de preferencias y abandone los cines del centro, que terminan por cerrar.

Siglo XXI
Una sucesión de leyes que comenzaron en 1998 y van hasta 2011 establecieron responsabilidades precisas para la preservación, uso y puesta en valor de los bienes patrimoniales en toda Colombia.

2000
El Ministerio de Cultura declara el claustro y el templo como Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional (BIC). En 2016 estos ascendían a unos 1.100 en todo el país, de los cuales casi cien se encuentran en Cartagena.

2014
El Círculo de Obreros y el proyecto San Francisco protocolizan el arriendo del conjunto San Francisco como parte del conjunto hotelero actualmente en construcción. Esto incluye todas las responsabilidades de mantenimiento, preservación, puesta en valor y acceso de un inmueble BIC, según la Ley de Cultura y la legislación que les corresponde.

2015
El Ministerio de Cultura aprueba el Plan Especial de Manejo y Protección al Club Cartagena, el Claustro San Francisco y su zona de influencia.



Créditos

Arquitecto restaurador Ricardo Sánchez, con apoyo gráfico de Andrés Bustos.