Un futuro pintado de cultura

EN MI BARRIO

Un grupo de getsemanicenses culminó hace pocos meses un mapeo completo de nuestro sector cultural, con sus fortalezas, retos y, sobre todo, la manera como ese patrimonio vivo puede marcarnos un camino de futuro. Elizabeth Bonilla, la responsable del tema en la Junta de Acción Comunal y participante de ese proceso nos da su visión.

Lo hicieron en el marco del proceso para construir el Plan Especial de Salvaguarda para que la Vida de Barrio de Getsemaní pase a ser parte del Patrimonio Inmaterial de la Nación. Junto con ella Davinson Gaviria, el saliente presidente de la Junta de Acción Comunal; Miguel Caballero, cofundador de Gimaní Cultural; y el profesor Carlos Ramírez Franco, de la Institución Educativa La Milagrosa, hicieron parte del grupo que pedaleó esta 

Construyeron el mapa bajo una precisa metodología que guió Compartamos con Colombia que contempló entrevistas, mesas de trabajo y una formulación técnica que lo  convierte en un insumo útil a la hora de presentar otros proyectos.

En adelante compartiremos algunos de sus principales resultados de ese trabajo. 

Formularon así el Problema a Resolver:

En Getsemaní, la desarticulación entre actores culturales, la ausencia de nuevos
liderazgos socioculturales y la falta de espacios para manifestaciones culturales y
artísticas públicas aumenta el riesgo de pérdida de arraigo de sus habitantes y
amenaza la riqueza patrimonial del barrio y de la ciudad, lo que a su vez se
traduce en un incremento en la gentrificación

Como Objetivo se trazaron:

Garantizar la sostenibilidad del patrimonio cultural del barrio a partir de la disposición y articulación de espacios que permitan congregar las iniciativas culturales y patrimoniales del barrio.

En el ejercicio se determinaron, entre otros aspectos, los actores, grupos de interés, beneficiarios y posibles clientes; una priorización de iniciativas; un análisis de impacto social, capacidades y sostenibilidad financiera; un marco estratégico y la interrelación con las otras áreas de trabajo que surgieron de este proyecto. 

En la edición anterior nos ocupamos del área de Sostenibilidad y Preservación. En las dos siguientes haremos el mismo ejercicio con las áreas de Formación Patrimonial y de Turismo Sostenible y Comunitario.

Después de ese extenso trabajo colectivo se privilegiaron tres estrategias porque se consideró que son las que más potencial transformador pueden tener. Se ven en el cuadro que acompaña este artículo. (Anexo)

Queda entonces para la comunidad y sus líderes, un trabajo adelantado, una brújula de proyectos y un documento útil en distintos niveles. El reto ahora es la implementación en el barrio de esas ideas. 

 

Manos a la obra

En Elizabeth Bonilla recae un triple liderazgo: por una parte hizo parte de este ejercicio; por otra, en la reciente elección de la Junta de Acción Comunal resultó elegida al frente de la Comisión de Cultura y Educación y además es la cofundadora de la Escuela Productora de Cine, afincada hace muchos años en la calle San Antonio, donde vive con su esposo, el arquitecto y cineasta Diobeth Guerra.

“El proceso con Compartamos con Colombia me pareció bastante interesante con las mesas de trabajo: la metodología me encantó porque formulaban preguntas muy interesantes y la manera cómo íbamos llegando desde la problemática a un árbol de problemas, pero con una metodología aún más técnica también de ahí salieron las posibles soluciones a esos problemas. El proceso de formación de mesas de trabajo fue técnicamente muy rico e importante; quizás difiero un poco en los resultados finales pero nos queda un documento técnico que es muy valioso”.

Elizabeth, ve en particular un enorme potencial en la agenda cultural que ya existe en Getsemaní, pero que hace falta articularla y potenciarla, casi que sin inventar nada nuevo.

“En febrero tenemos la cabalgata de Caballitos de Palo; en marzo y abril, la Semana Santa con su festival gastronómico y del dulce; en mayo, el día de la Madre, que se celebra con un bingo muy especial que es un encuentros comunitario bonito, porque usted ve ahí a toda la familia, niños y adultos mayores; entre julio y septiembre tenemos el campeonato de Bola de Trapo; en agosto, el Festival del Barrilete. A partir de septiembre se comienza a organizar el cabildo de Getsemaní, que es de una organización particular de residentes del barrio pero que igual repercute en toda Cartagena y tiene al mismo tiempo un impacto comunitario y ciudadano; luego está la conmemoración de la independencia del 11 de Noviembre como un acto aparte del cabildo; y finalmente viene diciembre con las velitas y novenas navideñas”.

En su visión tener esa agenda estructurada compuesta por un conjunto de proyectos permitiría planificar con un año de anticipación las actividades, buscando los patrocinios públicos y privados, las alianzas estratégicas y gestionar recursos para una mejor organización. Hay que tener en cuenta que las entidades públicas son muy complejas, tienen presupuestos limitados, adscritos a un plan de acción y desafortunadamente un sistema administrativo poco funcional -dice- y hay que considerar que los privados también anticipan los presupuestos del siguiente año y requieren formalidades, documentos y proyectos por escrito con elementos como los que surgieron de las mesas de este proceso PES.

 

¿Trato especial?

El aliado natural de todos estos temas, piensa Elizabeth, es el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena de Indias -IPCC- cuya sede queda precisamente en Getsemaní. Pero ahí entran otros factores en juego, de los que hablamos con ella en la sede de su escuela.

Comparado con sus pares de otras ciudades el presupuesto del IPCC es bastante limitado. Y tiene que repartirlo entre todos los barrios, colectivos e iniciativas artísticas de la ciudad, que son muchas y muy variadas y que en ocasiones sienten que están injustamente tratados. En ese orden de ideas ¿por qué habría de darle un trato especial a Getsemaní?

Ahí entra un contraargumento que también tiene validez: Getsemaní es la barriada popular de la ciudad, con un valor cultural y patrimonial que suma casi cinco siglos; un barrio como pocos en América Latina y además, uno que por su centralidad logra que a un acto cultural o patrimonial pueda llegar cualquiera. algo que no suele ocurrir en el resto de la geografía cartagenera. “El carácter patrimonial de Getsemaní y la historia lo hace especial”, resume.

Además, recuerda Elizabeth: “Muchos barrios tienen bibliotecas gestionadas por el Estado, que a la vez son espacios públicos: otros barrios tienen sus centros culturales y hasta sus salones comunales. Nosotros no tenemos biblioteca, ni centro cultural o comunitario, ni nada similar propio”. 

 

Salsa y control

Justamente esa centralidad y ese carácter particular de Getsemaní con toda su riqueza está en el centro de la situación.

“Uno de los problemas es que efectivamente no hay orden, no hay una organización de ese ecosistema y de esa cantidad de elementos culturales del barrio. Hay caos con respecto al espacio público y está sobresaturado porque aunque los residentes tienen sus saberes culturales y sus tradiciones, también este es un barrio que llega mucho turista y mucha gente de la misma Cartagena a hacer actividades culturales, viene la ‘Shakira’, el ‘Michael Jackson’, los grupos de tambores y de danza, el cantante y el rapero. Aquí pasa de todo y no hay control sobre eso que llega”, describe.

Ese estilo de rebusque callejero a partir de la cultura choca con el estilo del barrio: “en Getsemaní no hay artistas callejeros, los residentes tienen sus organizaciones culturales o su propio arte, pero no van por ahí bailando en la calle ni nada similar. Hay una saturación de actividades artísticas callejeras y, al mismo tiempo, falta más organización de los que residen aquí”, dice.

 

Más que agenda

Pero además de esa agenda cultural y de las propuestas salidas del proceso PES, Elizabeth sueña con implementar otras ideas, sean propias o que han venido circulando entre los líderes de la comunidad. 

Turismo cultural y comunitario. “Podríamos generar un producto que ‘empaquete’ esas vivencias propias del barrio: los juegos de mesa, la gastronomía, la experiencia del callejón Ancho y Angosto con los negocios que han puesto los propios vecinos en un acto de resistir y sobrevivir antes de ser desplazados. Lo podríamos gestionar con Corpoturismo y con las agencias de turismo para que nos traigan a los visitantes. Una experiencia distinta a lo que hoy sucede en la plaza de la Trinidad”.
Oferta en todo el barrio. “No todo tiene que ser en la Trinidad. Si se quiere algo de música y buen ambiente está el eje de Lomba y los callejones; en arte urbano tenemos las galerías de la calle San Juan; tenemos las murallas de un lado y la bahía, del otro, para un plan más contemplativo; las calles Larga y de la Media Luna con su oferta de restaurantes y sitios de baile. Y así con los demás sectores, siempre y cuando haya una formación en turismo cultural y comunitario y un sentido comunitario de proteger nuestra cultura barrial cartagenera”.
Turismo patrimonial. “Con las murallas, las iglesias y todo lo patrimonial se puede armar también un recorrido cultural que involucre las historias alrededor de las murallas y su construcción, así como la conexión con la historia de Cartagena y el país. Hay muchas cosas que pueden ser mostradas de manera interesante y no con las historias inventadas y pobres que se suelen escuchar por ahí.  Puedes hablar de los Zapata Olivella, del salón de baile de Lucho Bermúdez, de Jorge Artel y muchos otros personajes; de lo que sucedió en estas calles, de los piratas y de Drake; de la Independencia. ¡Lo que tenemos es historias por contar!”.