Foto: Cortesía del autor

Un Óscar en Getsemaní

CULTURA VIVA

La filmación de Quemada, hace medio siglo, fue un suceso para toda la ciudad. Su protagonista era considerado el mejor actor del mundo. La historia está reconstruida en la nueva novela El hombre que hablaba de Marlon Brando. Su autor conoce muy bien Getsemaní y lo puso en el centro de la historia.

Se trata de J.J. Junieles, quien tiene una relación muy entrañable con el barrio desde su adolescencia. “A los quince o dieciséis años vivíamos con mi familia en el edificio Puerta del Sol, arriba de donde ahora funciona Quiebracanto. Estábamos al lado de los teatros antiguos. Yo deambulaba muchísimo por la zona y terminé por hacerme muy amigo de los porteros, así que llegó un momento en que a veces me dejaban entrar por debajo del torniquete. Con mi familia, además, nos metíamos los fines de semana a ver películas. Estudié un par de años en el colegio Central, en la calle de la Magdalena. Me la pasaba jugando beisbol y basquetbol en el parque Centenario y tenía muchos amigos en todas esas calles”. 

“El Mercado Público todavía estaba abierto y los barcos de madera atracaban en el puerto con los cargamentos de plátano o coco. Por supuesto, muchos traían contrabando y una manera de ganarnos la vida a esa edad era ayudar a sacar la mercancía de los barcos. Uno se encargaba de ser el correo: metía unas siete u ocho botellas de whisky o cartones de cigarrillo al fondo y por encima los tapaba con cocos o plátanos y así los llevaba a los locales comerciales de Getsemaní. Entonces había muchas misceláneas y licorerías en el barrio. No me acuerdo cuánto nos pagaban pero sí lo hacían. Eso era parte de la vida de cualquier muchacho en esa época”.

Con los años Junieles se fue a vivir a otros barrios, pero la querencia le quedó y Getsemaní siguió siendo un sitio casi cotidiano en su vida cuando estaba en Cartagena, al punto que recién casado llegó a vivir en la calle de Carretero.  

Quizás por todo eso el barrio tiene una marca tan fuerte en la novela. Hay decenas de referencias en sus páginas: a la plaza y la iglesia de la Trinidad, al camellón de los Mártires, al callejón Angosto, al viejo Club Cartagena, a la laguna de San Lázaro, al teatro Cartagena, al puente Román, a Quiebracanto, La Caponera y Havana, a la calle de la Media Luna y la de Guerrero, al incendio del mercado, al parque Centenario con sus animales. Una de las principales figuras es una getsemanicense de crianza y los personajes deambulan por nuestras calles y sitios de una manera tal que parece verlos ahí, entre nosotros.

Es una de las obras literarias más comentadas este año en el país, a la que le espera una larga vida. Todo ficción, por supuesto, pero también muy pegada a nuestro barrio real.


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