Un romance de 80 años

LA HISTORIA

El intenso romance entre Getsemaní y el cine duró casi ocho décadas y contribuyó a formar el sentimiento, el vestir, los deseos y la cultura del barrio en el siglo XX. Pero no era solo el cine. También los teatros como espacios de espectáculos: boxeo, luchadores, cantantes, fiestas que se combinaban cada día hasta los años 60 y 70. Esa intensa y cotidiana agenda cultural marcó el siglo para el barrio y sus gentes.

1900 -1930
Son los años de la paulatina inserción del cine en la vida social de la ciudad. La época de las primeras proyecciones en el Teatro Coliseo, en el Centro. Pero todavía no se trataba de carteleras con horarios fijos. En 1905 se abre el Teatro Variedades, construido en las huertas del antiguo convento de San Francisco. La del 20 fue una década prodigiosa del cine mudo, con Charlie Chaplin, Buster Keaton, Douglas Fairbanks, Mary Pickford por el lado estadounidense y tantos otros en Europa. En 1927 don Pedro Malabet crea el teatro Rialto, en la Calle Larga.

Era una época de cambios: faltaban décadas para el comienzo de la televisión pero con el cine iniciaba un arte para grandes audiencias, no para entendidos o un círculo social restringido. En Cartagena el cine de entonces convivía con los espectáculos de variedades en el mismo teatro: en la tarde podía haber boxeo y en la noche una película. Otro día se podía presentar un grupo musical y luego otra película.

Década del 30
Se consolida la presencia de gran público, impulsada además por la llegada del cine sonoro en 1930 y la aparición de cadenas como Cine Colombia y el Circuito Velda, creado por los hermanos Vélez Daníes, quienes empezaron con teatros al aire libre. Cada barrio tenía su sala de cine propia. Hubo un momento que Cartagena tuvo 29 salas de cine, con una población que era un fracción de la actual. El 4 de noviembre de 1939 se inauguró el Teatro San Roque, entre las calles del Espiritu Santo y Pedregal, en un lote de Dionisio Vélez.

Al parecer, según Rafael Ballestas, hasta comienzos de esa década “el cine como afición de multitudes no pegaba”. Pero Así es la vida, una película en la que actuaba el famoso cantante de tangos José Bohr parece haber dado en la clave del gusto popular. “Cómo sería la fiebre, que mucha gente la vio todas las veces que la proyectaron y se la sabían de memoria. Las colas para entrar llegaban hasta el teatro Cartagena”. Esa película proyectada en el Rialto y hablada en español fue un ejemplo de cómo el cine mexicano y al argentino se convirtieron en los preferidos, pues no había que leer subtítulos, asunto clave por las tasas de analfabetismo, bastante mayores en aquellas épocas.

Década del 40
El Teatro Variedades se convierte en el Teatro Cartagena que fue inaugurado con una “fastuosa ceremonia el 8 de marzo de 1941, con la película El cielo y tú, con Charles Boyer y Bette Davis”. Tenía un vestíbulo amplio, con la taquilla en el centro en un cubículo de madera movible, como en los cines norteamericanos; 1.400 butacas distribuidas entre el balcón y la luneta”, según recuerda Ballestas.

El 24 de septiembre de 1942 se inaugura el Teatro Padilla “que sirvió de plataforma de lanzamiento a muchas estrellas criollas” y que en 1944 presentó por primera vez en Cartagena un espectáculo de lucha libre, según narra Ballestas.

En 1943 los espectadores del Rialto podían apreciar un sábado de enero en vespertina y nocturna La Selva del Amor, con María Montez. “Y por el mismo valor podían enterarse de la conferencia de Roosevelt en la Casa Blanca”. Luego en “1944, Cine Colombia anunciaba su nueva fachada y su gran sala con capacidad para 3.500 personas”, según la tesis de Waydi Miranda Pérez.

Década del 50
Lo que ya era tradición se mantuvo durante aquellos años: mucho cine, espectáculos y artistas en los distintos teatros: Pedro Infante en 1954, María Félix en 1955, ambos como mega estrellas de aquellos tiempos. Por iniciativa del Círculo de Obreros nació entonces el teatro Claver en el cascarón decrépito del templo de San Francisco y que luego sería el teatro Colón cuando Cine Colombia lo tomó en arriendo.

Década del 60
Fue una década muy movida, comenzando con el nacimiento, en 1960, del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI), de la mano de Víctor Nieto, que duraría dos décadas teniendo a los teatros del barrio como su epicentro, no solo para la proyección  de las películas sino de la intensa vida cultural y social que se generaba alrededor, incluyendo unas muy animadas fiestas. En 1968 se filmó Quemada en Cartagena, con Marlon Brando, y también una de luchadores con El Santo, el mexicano que era ídolo absoluto de la cultura popular.

Década del 70
Hay un cambio paulatino de los públicos. Por ejemplo, el Teatro Cartagena poco a poco deja de ser el cine de la clase más pudiente. “Ya no importan las clases sociales sino las generaciones”, dice el profesor Ricardo Chica. Es la década de los taquillazos, comenzando por Tiburón (1975), como en casi todo el mundo. Las grandes películas de Hollywood todavía conviven con las populares mexicanas, pero a la larga ganarán la guerra.

A finales de la década surge el teatro Calamarí, que se convirtió con el paso del tiempo en una sala para las películas que veía el público más conocedor. Ya se habían desarrollado los primeros cine foros y Getsemaní podía ufanarse de tener una gran cultura del séptimo arte.

También “se empieza a reconfigurar lo gastronómico. Aparecen los perros calientes, las heladerías, sodas y otros productos industrializados para convertirse en algo central de la experiencia de ir a cine. Hay una convivencia entre esos productos empacados y las mesas de fritos que estaban afuera del Padilla y Rialto”, recuenta Chica.

En 1974 aparece el Teatro Bucanero, el último en construirse en Getsemaní. En 1978 se cierra el Mercado Público, que marcó la vida de los teatros pues una parte de su público provenía de allí. Pero, además, la movida del mercado sacó del barrio a lo largo de los siguientes años a muchas familias que tenían negocios y trabajos allí. La base social que mantenía el público de esos teatros empezaba a resquebrajarse.

A finales de la década despuntan las innovaciones tecnológicas que empezarían a minar la importancia del cine como rito social: el VHS y el Betamax cambiaron la manera de ver las películas. El cine empezaba a dejar de ser un acto social, en el que se coincidía con muchos otros, para ser un acto primero familiar y ahora, en nuestros tiempos, individual: cada quien viendo cine donde quiere en la pantalla que más le guste.

Década de los 80
La década comienza aparentemente bien, con la agrupación de los teatros de Cine Colombia convertida el epicentro del cine en Cartagena durante esa década. El retiro del mercado público significa un nuevo momento, con espacios un poco más despejados en la zona, aunque de manera paulatina. A comienzos de la década se construye y se abre el Centro de Convenciones. El FICCI se traslada a ese nuevo escenario y el cine de Getsemaní pierde otro aliado.

Década de los 90
Aunque comienza con la misma dinámica de los años ochenta el público se mueve  al menos a dos escenarios nuevos: El Centro Comercial La Castellana y las salas de Cine Colombia de Bocagrande. Ya se había perdido el público del barrio y ahora el de afuera. En el mundo las salas de cine se van achicando, ganando en comodidad de la silletería, en la confitería, en la proyección y sonido. En algún momento los asistentes a los cuatro cines de La Castellana eran los mismos que iban a una sola función del Cartagena. Al final solamente encender el aire acondicionado para un puñado de espectadores dejó de ser rentable. Antes de cerrar, teatros como el Padilla y el Rialto empezaron a convertirse en bailaderos. Los de Cine Colombia cerraron definitivamente, y con ellos, toda una época.

Las fuentes

La información de esta edición especial fue consultada en muy diversas fuentes. Agradecemos en particular la dedicación y aportes del profesor Ricardo Chica Geliz, de la Universidad de Cartagena, el mayor conocedor académico actual del cine en la ciudad. Además de sus detallados dibujos, el arquitecto restaurador Ricardo Sánchez aportó muchas luces sobre historia y características arquitectónicas. Andrés Bustos contribuyó en el desarrollo de gráficos.

La Fundación Patrimonio Fílmico de Colombia nos abrió sus puertas y archivos en Bogotá. Un grupo de empleados y ex-empleados de Cine Colombia nos contó historias, anécdotas y descripciones técnicas: Anais Palencia Herrera, Armando Ramos Argel, Germán Villa Pereira, Ceret Atencio, Carmen Martínez y Ana Rita Romero de Ángulo.

Entre las principales fuentes bibliográficas que se pueden consultar están:

    • Cartagena de Indias, relatos de la vida cotidiana y otras historias. Rafael Ballestas Morales. Segunda edición, Universidad Libre, 2008.
    • Ir al cine en Cartagena de Indias, Colombia (1930 - 1972): Espacios de exhibición, carteleras y espectadores”. Tesis de Waydi Miranda Pérez. Universidad Iberoamericana de Ciudad de México, 2018.
    • Cartagena de Indias, Colombia: Génesis y evolución del cine en Cartagena 1897-1960. Raúl Porto Cabrales.
    • Historia Social del Cine en Colombia 1897 - 1929. Álvaro Concha Henao. Tomo 1.
    • Artículo educativo del cine en Cartagena 1936 - 1957. Ricardo Chica Geliz, 2014. Cartagena de Indias.
    • Cineclubes en la Universidad de Cartagena: una relación histórica y sociocultural. Ricardo Chica Geliz, 2013. Cartagena de Indias,
  • Películas y exhibiciones: 50 años Cine Colombia. Director y editor:  David Mantilla. Medellín, Colombia.
  • Cine Colombia 80 años de película. Enrique Santos Molano y María José Iragorri Casas, 2011. Bogotá, Colombia.

Por supuesto y como siempre, muchos vecinos del barrio nos contaron sus historias. En cada artículo aparecen citados con su nombre. En la portada: Anais Palencia, La Mona, taquillera por muchos años en Cine Colombia.