Un rostro de vidrio

CULTURA VIVA

Emil Marún es un descendiente de la colonia sirio libanesa asentada en Getsemaní. Al llegar a la ciudad, su padre se dedicó a cortar vidrios en el Antiguo Mercado Público para los carros de aquella época. Ahí comenzó para él un camino de vida: hacer vitrales e innovar en esa técnica.

Yo nací entre la calle Larga y la calle San Antonio, donde quedaba ‘La tienda del pueblo’, en el segundo piso. Estuve ahí hasta los nueve años. Luego nos mudamos a la calle segunda de la Magdalena, en la casa de la señora Raquel Hernández. En los años setenta ahí mi papá compró casa en el barrio el Socorro y nos pasamos para allá. Sin embargo, siempre estuvimos vinculados a Getsemaní porque mi papá trabajaba ahí y estaba el mercado, donde siempre nos comprábamos las cosas”.

“Yo empecé cortando vidrios con mi papá a los seis años. Cuando tenía unos catorce llegó un arquitecto argentino llamado Oscar Bargioni a trabajar en la Universidad Tadeo Lozano. En ese momento estaban construyendo la biblioteca Bartolomé Calvo y a él lo contrataron para hacer nueve vitrales que son los que están expuestos allá”.

“Él llegó donde mi papá porque necesitaba una persona que le cortara vidrios. Yo había estudiado pintura en Bellas Artes, porque tuve un vecino que dibujaba en plumilla y me indujo a eso. Mi papá me recomendó con el arquitecto para que yo le cortara los vidrios, pues él no tenía idea de eso. Le corté todos los vidrios de los vitrales que están en la biblioteca”.

“Cuando el profesor Bargioni fue a armar los vidrios se encontró con que en la ciudad no había plomo, ni la cinta adecuada. Mi papá le sugirió que cogiera un vidrio del mismo tamaño del vitral, que sobre él colocara pedacitos de la obra, como un rompecabezas, y lo pegara con silicona. Que hiciéramos una simulación de plomo con algo que se llamaba Poximax y así los hicimos. Eso  él lo tomó la cultura Wayuu”.

“Cuando terminamos ese trabajo el profesor decidió llevarme a Barranquilla para hacer unos vitrales en la casa de una persona adinerada y nos fue bien. Después en el año 80 entré a un seminario de sacerdotes y comencé a trabajar allá. En esa vida tuve la oportunidad de conocer muchos vitrales y me di cuenta de un detalle: que el rostro, las manos y las piernas de los santos son pintadas, no hechas en vidrio. Eso es una  técnica que se llama grisalla: pintura sobre vidrio, que luego es pasada por un horno, pero que no es vidrio. Yo me dije que quería hacer algo nuevo y empecé hacer los rostros con netamente en vidrio. Ese es mi aporte y lo interesante en mi trabajo. En el arte es importante cuando tú innovas y muestras una propuesta diferente”.

“La técnica que utilizo es que cada detalle del rostro lo hago con piezas de vidrio, que luego pego con plomo para construir una sola unidad. Para realizar cada obra puedo demorar unas dos semanas. Pero lo realmente complicado es dibujar el rostro en el papel porque se tiene que ser muy cuidadoso en plasmar la expresión de los ojos, y solamente eso me puede llevar aproximadamente un mes”.

“Mi trabajo fue presentado en 2015 en el Museo Metropolitano de Nueva York. Entre mis obras están rostros de Gabriel García Márquez, la madre Teresa de Calcuta, el papa Francisco, Yasir Arafat, Juan Pablo II, San Chárbel y Jorge García Usta, entre otros”.

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Para contactar a Emil: 312 6197624 y fajidmarun@hotmail.com