Esta realidad tan compleja y desafiante exige grandes apuestas en la industria hotelera de ‘La Heroica’, como la que hoy representa la Escuela de Oficios Hoteleros y Turísticos de Cartagena, una poderosa iniciativa que desarrolla la Fundación Santo Domingo en alianza con Comfenalco y que cuenta con el apoyo de San Francisco Investments y Four Seasons.
Las mejores experiencias que pregonan los getsemanicenses han nacido desde épocas pretéritas, desde que la institución educativa La Milagrosa fuese creada en 1944 para que los pelaos del barrio tuviesen un lugar en donde pudieran aprender a leer, a escribir y a conocer el mundo desde la magia de los libros y la guía de los maestros.
Frente al parque Centenario se está terminando de adecuar la antigua sede del club para convertirla en la magnífica puerta de entrada al nuevo hotel Four Seasons. Un vistazo a los avances de uno de los inmuebles más notables del centro cartagenero.
Este proyecto en varias fases significa devolver el camino de reformas superpuestas a lo largo de los siglos que le restaron su presencia original.
Se avecina una ambiciosa intervención del espacio público alrededor del antiguo claustro franciscano y el Club Cartagena, que le va a cambiar la cara al sector y que ayudará a solucionar algunos problemas de fondo. Un ejemplo de intervención urbana para el resto de la ciudad.
La línea visual que la fachada del Teatro Cartagena formó con sus edificios vecinos en la plazoleta de San Francisco se mantendrá y se consolidará como el infaltable referente urbano que siempre ha sido.
Aunque hermosa como el resto del convento, esta construcción comenzó con una forma y un uso bastante más humilde. Tras años de abandono y décadas de ser el soporte de las tres pantallas que tuvo el teatro Rialto, ahora está siendo restaurada como estuvo en su mejor momento colonial.
Pasamos al frente suyo y nos parece que debe haber existido allí desde la Colonia. En realidad fue erigido hace ciento treinta años y tapó la fachada original del claustro franciscano. Sin embargo, su buena integración arquitectónica lo convirtió en una parte indivisible del viejo convento, tanto que fue reconocido formalmente como Bien de Interés Cultural del Orden Nacional (BICN).
Es un martes de junio al mediodía. Afuera en la ciudad, la ola de calor golpea a la ciudad. Aún así la iglesia de la Orden Tercera, al comienzo de la calle Larga, está llena.