La manzana que cobija a los callejones Ancho y Angosto y a las calles Lomba y del Pozo vive desde los últimos meses un auge de emprendimientos nacidos casi todos de jóvenes nativos que se conocen entre sí e intentan darle un nuevo aire tanto al barrio como a la economía de sus hogares.
La historia puede comenzar a contarse desde el callejón Angosto, donde la decoración con sombrillas -empezada hace unos tres años- es apenas la expresión más visible de un cambio concertado entre ellos mismos. Pasar de una página que no dejó muy buenos recuerdos a otra en la que al salir a la calle se vieran colores bonitos, pero sobre todo se mantuviera la vida de vecinos de siempre, con los niños jugando a la vista de todos. La sorpresa fue que se convirtió también en un espacio que los turistas veían como algo especial.
En el callejón Ancho tomaron nota de esto y comenzaron su propia decoración. Al cierre de esta edición estaban renovando los motivos florales que la coronan. Al tradicional bar Los Carpinteros se sumaron hace unos meses al menos dos barras de cocteles, con mesas en la calle. Igual se sigue jugando ludo y dominó, como toda la vida. También siguen funcionando negocios para un consumo más local como las cervezas donde Judith; los asados donde Mayo, en la calle del Pozo; o la tripita y el chicharrón donde Dora.
Algunos vecinos emprendedores de Lomba cayeron en cuenta de que los visitantes llegaban a final de ambos callejones y se regresaban. ¿Por qué no generarles una excusa para quedarse y consumir algo mientras sienten algo de la vibración de esta calle que fue sinónimo de goce y barriada? Así que desde hace pocos meses fueron abriendo sus negocios y juntándose para embellecer la calle.
“Queremos que el turista venga y comparta nuestras costumbres. Hay que trabajar por el turismo sostenible, con liderazgo de la gente del barrio, que tiene que luchar porque nuestra cultura tiende a desaparecer”, explica Luis ‘Lucho’ Lenes, guía de turismo y miembro de la Junta de Acción Comunal.
Hace unas semanas algunos de ellos estaban tomando café en el negocio de Lucho, entre ellos Andrés Bustos y Marcos Vargas. Pensaron alternativas hasta llegar a la idea de decorar la parte alta de la calle con mariposas amarillas y frases en honor a Gabriel García Márquez. Una decoración propia, que al mismo tiempo hiciera continuidad con las del callejón Ancho y Angosto. Ya se ven los primeros resultados.
Bar El Getsemanicense
Said David Marín y Naara Ibeth Mouthon Alvear se definen como “nativos getsemanicenses y activistas de la cultura y la barriada”. Ambos son estudiantes universitarios, con ideas estructuradas y que saben exponer bien sobre el barrio, su historia y su cultura. “Y somos novios desde chiquitos, como de toda la vida”, nos cuenta Said.
Naara estudia finanzas y negocios internacionales y, al mismo tiempo, contaduría pública, en la Universidad Tecnológica de Bolívar. Los días se le van en clases virtuales de las siete de la mañana hasta las siete de la noche. Es nacida y criada en el callejón Angosto, hija de Erika Alvear y nieta de Ibeth Florez.
“Getsemaní es muy visitado por su historia. A los turistas les encanta sus calles y la alegría que transmiten los vecinos. Por eso la gente raizal busca establecer sus negocios y aprovechar todas esas ventajas que trae el barrio”, explica.
Said, por su parte, estudia los últimos semestres de derecho en la Universidad Rafael Nuñez. Estudió desde preescolar hasta bachillerato en La Milagrosa. Como tantos muchachos hizo parte del Cabildo Estudiantil. Nacido y criado en la calle Lomba. “Soy la última tajada del plátano”, dice riendo para explicar que es el tercero y último de cuatro hermanos, hijos de Marta Isabel Pacheco y Alberto Marín Zamora,
La idea en realidad nació de su papá, que no alcanzó a verlo funcionando. “Con él pensamos en rescatar las tradiciones de la calle Lomba, que hace muchos años era el sitio de baile y donde la gente acostumbraba a reunirse. La idea era poner un espacio con la música que de antaño es propia de Getsemaní y sus nativos. Comenzamos a organizar las cosas, pero él falleció en agosto pasado. A eso se le sumaron las restricciones de la pandemia hasta que por fin, a comienzos de este 2021 empezamos a materializar el proyecto”.
“El proceso de gentrificación ha golpeado mucho al nativo y lo ha obligado a marcharse por factores netamente económicos. Queremos que todavía haya un espacio para nosotros. Que nos asociemos, nos agarremos fuertemente y luchemos por aquello que nos corresponde por ser raizales. Si no tenemos iniciativa para sostenernos, nos tocaría irnos también del barrio”.
“No nos vemos como competencia. Buscamos que cuando el turista llegue no se encuentre con algo que no tiene que ver con la originalidad de Getsemaní, sino que se vincule con el nativo y este le explique el disfrute y la tradición de todo esto. Esperamos tener una calle embellecida, que sea un atractivo, con un mensaje que impacte a los visitantes. Y bueno al final de todo, ser felices, que es lo principal, mi hermano”, remara Said.
Un delicado equilibrio
La nueva movida en estas calles conjuga varios hilos. Uno es la necesidad de recuperar una economía local muy golpeada por el Covid 19. Es un esfuerzo para que la economía del turismo les permita a estos emprendedores generar ingresos y permanecer en el barrio a pesar del encarecimiento de los arriendos y los valores de los predios. Por otra parte están quienes temen que las cosas se salgan de control y que en lugar de sitios amables donde detenerse un rato y tomar algo, se conviertan en un sitio de fiesta indiscriminada y ruido hasta altas horas de la noche.
Es un delicado equilibrio con el que estos emprendedores tienen que tejer su futuro: la defensa de una vida auténtica de barrio; el legítimo aprovechamiento local del turismo enamorado de sus calles, pero que sin sus vecinos dejaría de ser eso que tanto atrae; así como el cumplimiento de normas y de una convivencia que mantenga lo mejor de ambos mundos.
No es un escenario insólito. Innumerables ciudades están enfrentando problemas similares. El turismo se ha consolidado como una industria global y, como suele ocurrir, es una moneda con dos caras. Ha habido locaciones que han perdido la batalla. Otras están explorando maneras de conciliar turismo y la vida de vecinos. Esta movida nacida de getsemanicenses nativos puede ser un ejemplo de cómo hacerlo, en la medida en que se logre ese justo equilibrio.
Emprendimientos en Calle Lomba.
1. Socodrilo Cocktails
2. Cartgni
3A. Micheladas y Cocteles Getsemaní
3B. Barbería Barbershop JA
4. Campi Cocktails
5. Ruta28. Comidas rápidas.
Marilyn Rodallega.
Domicilios 316 519 70 03
6. Rapifood. Comidas rápidas
Jefferson Ballesteros
300 6212495
7. Bar Los Carpinteros. 311 89 888 65
8. Bar El Getsemanicense
9. Cafe - Bar Calle Lomba
10. Ala Bacana
11. La Guarida del Lobo
Socodrilo Cocktails
300 43 57 850
Una iniciativa de Kathy Álvarez Ríos y Henry Olier, con quince años en el barrio y vecino del Callejón Ancho.
Cartgni
319 508 51 07
Micheladas y Cocteles Getsemaní
313 49 02 411
Juan Diego Salamanca Torres es nieto de la legendaria Inés María Hoayeck y estudiante de derecho combina el oficio de barbero de día y barman en la noche.
Barbería Barbershop JA
Todos los días desde diez de la mañana.
Campi Cocktails
300 23 41 370
Naren Andrés Torres Campillo comenzó en la plaza de la Trinidad, pero con el cierre por Covid 19 lo reintentó en su propia casa.
Cafe - Bar Calle Lomba
301 440 20 64
María ‘Mayo’ Ortíz y Luis Carlos ‘Lucho’ Lenes. Ella, nacida y criada en Getsemaní. El, su esposo y guía turístico, oriundo de Lorica, pero en Getsemaní desde 1977. Están innovando con cervezas y cafés nitrogenados, además de jugos y cocteles.
Ala Bacana
324 575 35 28
Mayerly Perea está innovando con alitas de sabores distintos, aunque también tiene las recetas clásicas. Atiende domicilios.