Getsemaní es un barrio muy musical, uno donde la salsa en particular caló desde sus inicios. En aquellos tiempos era un género para los vecinos. Hoy, por los diversos cambios urbanos y sociales, es un género que aquí suena para todo el mundo, no solo los locales: también para el turista que busca las esencias del Caribe grande; el cartagenero que llega al barrio a bailar en sitios especializados; el desparchado que solo quiere tomarse una cerveza y escuchar un poco de buena música.
“Esto aquí es el desvare o el saca de apuro” dice Manuel Támara, getsemanicense y propietario del local de ropa de segunda mano en la calle de Guerrero. Él recibe a sus clientes en bermuda, camiseta y chancletas en el pretil de su local.
En el Centro Comercial Getsemaní la vida late de muchas maneras. Hay tantos locales -distribuidos como si fuera un barrio con sus calles internas.
¿Recorrer Getsemaní y comer como en la casa de uno de los vecinos del barrio? En la calle de Guerrero funciona desde hace seis años el restaurante el Buffet de la Plaza.
La Nena Morán y su hermano Gustavito le dieron bastantes vueltas al asunto: ¿que negocio poner en el local de la casa que recién había quedado vacío?
¡Un museo vivo de la salsa! Así es Quiebracanto, el bar que llegó en 1993 al edificio Puerta del Sol.
Puede que para muchos el origen de Las Tablitas sea un misterio. Parece tan vieja como el barrio si pensamos que hacia mediados de los años 1600 ya se hablaba de casas de tablitas en Getsemaní.
La familia Gaviria, tradicional en el Callejón Angosto, se encontró un día con que la carpintería de toda la vida no le estaba dando lo suficiente para comer y llevar los gastos de la casa.