Las dos calles que bordean el parque Centenario entre la Media Luna y el antiguo hotel San Felipe tienen muchas historias por contar. Hoy son una avenida y, del lado del parque, un parqueadero informal y una estación de taxis. En su pasado se mezclan muy diversas aguas que nos dan pistas sobre cómo evolucionó Getsemaní.
En su nacimiento colonial tres fuerzas ayudaron a configurarlas: el matadero, el caño de San Anastasio y la calle de la Media Luna. Nombre formal no tenían o no quedó porque era común que en la Colonia las calles adyacentes a una plaza principal se nombraban según el costado donde quedaran.
El matadero de la naciente ciudad no podía quedar dentro de la ciudad fundacional. Lo impedían las normas para organizar una nueva ciudad. Lo del matadero era un trabajo sucio, con olores y emanaciones consideradas enfermizas para las personas. Por eso se disponía que debía ser erigido en los extramuros de las ciudades. En Cartagena, más o menos a la altura de donde está hoy el patinódromo. Cuando Getsemaní tuvo su propia muralla, el asunto estaba tan establecido que así se quedó. De hecho, le dio el nombre a todo el sector, al que se le llamaba la Plaza del Matadero.
Plaza, lo que se dice plaza, en realidad no era. No al menos como la imaginamos ahora. Era un peladero sin mayor mejora, como no fuera el propio matadero. Su presencia incidió en que en la cuadra de enfrente y los alrededores proliferaran pequeños talleres para trabajar con cuero, huesos y cuernos. Por allí se podía conseguir puertas, butacos y otros elementos que combinaban madera y cuero. También artesanías y objetos útiles de cacho, como los peines.
El caño de San Anastasio o La Matuna le venía muy bien al matadero, pero muy mal al entorno. Es fácil imaginar el tránsito de restos animales hacia la orilla del agua. En los tiempos de invierno el caño reclamaba sus espacios propios y anegaba todo el sector. El matadero, de hecho, había sido edificado en una zona algo más alta adonde no llegaban las aguas. La mitad de la manzana donde quedó el hotel San Felipe no existía en la época colonial. Los mapas muestran un mordisco irregular de las aguas. Por ahí llegaban las canoas para llevar y traer productos para la región.
Vivir frente al matadero y al lado del caño no era nada glamoroso. Por eso en ese sector no se consolidaron casas de dos pisos como en la Media Luna o la calle Larga. Lo que se puede deducir es que había casas bajas, lotes abiertos hacia el caño y talleres en espacios abiertos.
Pero por el lado de la Media Luna la historia era otra. Esa era la calle que conectaba a la ciudad fortificada con su única salida por tierra. Su carácter comercial se consolidó desde el inicio y seguramente se irradiaba un poco hacia la calle que daba sobre la plaza del matadero.
La presencia y papel de esas dos calles cambió primero con el nacimiento del parque del Centenario, en 1911, y para los años 60 con el surgimiento de La Matuna como un sector de edificios contemporáneos En 1967 se inauguró el hotel San Felipe, que ocupó el edificio Moukarzel, construido sobre el terreno de dos casas de accesorias cuya demolición se solicitó en marzo de 1949. El Moukarzel original era un edificio de apartamentos para alquilar. En sus bajos funcionaron un restaurante, las discotecas El Señorial y El Toro Sentado, así como las oficinas de la aerolínea Taxi Aéreo de Santander, que servía desde Bucaramanga.
Para la década de los años 70 surgió el edificio habitacional Gallego y Arango. Allí por mucho tiempo vivió con su mamá Argemiro Bermudez Villadiego, concejal por más de veinte años y candidato a la alcaldía de Cartagena. Esto, a pesar de que estaba casado y tenía hijos. Pero su deber como hijo único siempre prevaleció.
Hoy, el Gallego y Arango junto con el edificio Ambrad constituyen los únicos predios de esas calles donde residen vecinos. Los demás, están dedicados al comercio y servicios. El Ambrad, en la esquina con la calle de La Magdalena, se dedicaba a los servicios médicos y de diagnóstico, a cargo de la familia del mismo apellido.
Como media Cartagena sabe, el sector es la referencia en el centro de ferreterías y almacenes de construcción y pintura. El decano de ellos fue La Mata de las Pinturas, del señor Paternina, que duró quizás unos cuarenta años. De aquellas décadas aún se recuerda el ambiente lleno de jóvenes. Unos porque salían de los colegios cercanos y otros porque acudían todos los días a la cancha de baloncesto del parque, que entonces no estaba enrejado.
Hasta hace poco era llamado Hotel San Felipe, inaugurado en 1967. Antes fue el edificio Moukarzel.
Hotel Dorado Plaza Centro Histórico.
664 02 05
Hasta hace poco era llamado Hotel San Felipe, inaugurado en 1967. Antes fue el edificio Moukarzel.
Ferretería Districentenario
(5) 664 25 01
De derecha a izquierda:
Triplex y Tablex
(5) 664 78 52
Bodega de refrescos y bebidas
(5) 660 13 600
Inspección de policía
Hasta el cierre por Covid 19 en el local de abajo funcionó por más de diez años Bazurto Social Club, que se convirtió en un sitio de referencia en los ritmos de la ciudad, como la champeta.
Hotel Centenario
(5) 679 86 06