La trigésima quinta versión del Cabildo de Getsemaní que se vivió en el año 2023 da cuenta de que los esfuerzos por mantener viva la tradición y las representaciones que evocan la alegría, la gracia y el sentimiento de libertad de un pueblo, no se agotan; por el contrario, cada día encuentra a más interesados en trabajar por ello.
La intención de que los turistas puedan hospedarse en las casas de los vecinos de Getsemaní y compartir con ellos su gastronomía, su tradición y su hogar es una tendencia probada en otras partes y que está comenzando en nuestro barrio.
La pandemia y el nuevo contexto turístico ha hecho que el Centro Comercial Getsemaní se reinvente sin perder la esencia como un lugar donde se consigue de todo a muy buenos precios.
Un grupo de getsemanicenses culminó hace pocos meses un mapeo completo de nuestro sector cultural, con sus fortalezas, retos y, sobre todo, la manera como ese patrimonio vivo puede marcarnos un camino de futuro. Elizabeth Bonilla, la responsable del tema en la Junta de Acción Comunal y participante de ese proceso nos da su visión.
Basuras, residuos y reciclaje; cada vez más ruido; el manejo del agua y los temas de la laguna de San Lázaro y la bahía de las Ánimas; el turismo desbordado, la flora y fauna propias… El tema medioambiental en nuestro barrio tiene muchas aristas y frentes de acción. ¿Por dónde comenzar a solucionar?
En este 2022 cumple treinta años una institución que se ha convertido en parte del tejido del barrio, de la que muchos getsemanicenses se han graduado y que recibe a los hijos de Cartagena y la región para dejarles una impronta que seguramente no olvidarán.
En 1994 cuando buscaban mudar su veterinaria del Centro, Benjamín y Herlinda se sentaron a contar gente en la calle Tripita y Media: doscientas personas por hora. Era un buen flujo, a solo unos pasos de la Matuna. Hoy son parte del barrio y de los últimos vecinos que aún viven en la cuadra.
Un párroco mítico en Getsemaní. Llegó un día de España y se convirtió en un infatigable motor espiritual y material. Sabemos mucho de su acción entre nosotros, pero muy poco de su antes y su después.
Ana María Vélez de Trujillo fue una adelantada a su tiempo, alguien con una idea de justicia social que supo llevar adelante con una gran capacidad de gestión y un patrimonio que puso a su servicio. Para lograrlo, convirtió al convento de San Francisco en su centro de operaciones.
Hubo un tiempo en que en la calle del Espíritu Santo, cerca de la iglesia de San Roque se daban cita los mejores galleros de la ciudad y la región. Era una versión un poco más pequeña de La Serrezuela, pero aún así de un tamaño considerable, bastante visible desde la distancia.
La declaratoria de la Vida de Barrio de Getsemaní como parte del Patrimonio Inmaterial de la Nación es un paso estratégico para proteger las costumbres y la cultura social del barrio. Los tiempos corren, pero hay un grupo de instituciones trabajando para convertirlo en realidad su Plan Especial de Salvaguardia.
La calle de la Media Luna llegó a tener tres boticas pegadas la una a la otra; varios consultorios a apenas unos pasos; un centro de diagnóstico en el parque Centenario. Y había un centro de salud donde hoy es el Dadis. También parteras y enfermeras pioneras en la ciudad, así como una larga lista de eminencias médicas.
El jarabe “Concreto” para la tos; el expectorante Castilla; el remedio para secar los ojos de pescado; la glicerina con merthiolate para las amígdalas… Mucha miel, y árnica, aceite de castor o de ricino, tintura de benjuí, alcohol salicílico, valeriana, bórax, boldo, ruibarbo, azul de metileno, sales de Epsom y de Glauber, tilo, mentol cristalizado, ácido bórico, bromuro de potasio, extracto fluido de cola, jarabe de canela.
¡Cuánta historia y cuántas películas en ese predio! ¿Cómo llegó a manos de Padilla? ¿Con quién y cuánto tiempo vivió allí?
Un getsemanicense que marcó época como entrenador de baloncesto de Cartagena y Bolívar, no solo como estratega sino como formador de generaciones de jugadores y técnicos. Su presencia cotidiana frente a la plaza de la Trinidad no nos acompañará más.
Una relación sobre pobladores de Getsemaní en 1620 muestra un dato sorpresivo: hace cuatro siglos nuestro barrio, con apenas unas décadas de ser creado, tenía más habitantes que ahora. La salida del Mercado Público sacó del Centro a unas veinticinco mil personas, muchísimas nativas de nuestras calles.
Getsemaní se distinguió durante casi todo el siglo pasado por el alto nivel educativo de muchos de sus habitantes. Había una cultura fuerte de la educación como patrimonio de los padres para los hijos. De aquí salieron innumerables y prestigiosos profesionales en todas las ramas del saber.
Nuestra insignia pedagógica nació como una escuela de primaria para atender a las niñas del barrio y a las hijas de quienes trabajaban en el Mercado Público. Era una entre varias opciones que había en Getsemaní. Pero por diversas razones se fue quedando sola.
El reciente aval del Consejo Nacional de Patrimonio a la postulación de la Vida de Barrio de Getsemaní para hacer parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación representa un paso enorme, pero al mismo tiempo es apenas el comienzo de un camino cuyo objetivo último es salvaguardar la esencia del barrio: sus vecinos, su cultura y su manera de ser y de pararse frente al mundo.
Maderas Carrillo llegó hace más de sesenta años desde la Plaza de Bolívar y aquí se quedó, con al menos tres generaciones de la familia trabajando en un oficio que fue muy propio de Getsemaní.
Para el Imperio español una cosa eran las ciudades portuarias y otras las de tierra adentro. La Habana, Campeche, Veracruz, La Guaira o Cartagena tenían su razón de ser en que eran puertos resguardados y defendibles militarmente.
Agradecemos su disposición y apoyo en la celebración de nuestras tradiciones. Este año, Ángeles Somos se realizará únicamente de manera digital
Comer en Getsemaní siempre tuvo mucho que ver con crear comunidad y disfrutar. De manera cotidiana, pero en especial en las festividades, se compartían viandas entre vecinos y familiares. Y había muchos sitios dónde comer sabroso, a buen precio y rodeado de amigos.
Cartagena casi no se fundó por la falta de agua. Por el agua hubo epidemias, carretas, casas por pares, algunos trazados urbanos y fuentes de empleo en Getsemaní. Hasta películas del Pato Donald y Pepe Grillo en los viejos cines. La relación del barrio con el agua ha sido determinante.
Más que una panadería de barrio era toda una industria panificadora que repartía sus productos por el resto de la ciudad. En la calle San Antonio, sus aromas llenaban la cuadra desde las cuatro de la mañana, cuando se escuchaba el ruido de los carros de balines cargados de pan.
Hubo un tiempo en que Getsemaní tenía varias veces la población residente actual. Los pasajes se convirtieron en una manera de vivir y convivir. Entre ellos, el Pasaje Franco es uno de los más recordados. Era casi un barrio dentro del barrio.
Fue la obra cumbre de Belisario Díaz, quien quiso darle a Cartagena un teatro de categoría tras décadas de un entusiasmo creciente por el cine pero sin tener un gran sitio propio. Concretarlo le llevó años, pero bastaron unas semanas para que el sueño se le volviera cenizas.
¿Querías tener en tu casa productos importados como los perfumes Agua de Farina o Pino Verde? ¿Vaporub, Menticol del rojo? ¿Qué tal whisky Ballantine’s o White Horse y cigarrillos Paxton, Lucky o Kent?
¿Qué es ser getsemanicense? Es una pregunta casi filosófica, pero también muy práctica. Contestarla ahora puede tener un impacto enorme para mantener vivo el legado social y humano del barrio: el resultado de las generaciones que han poblado estas 24 manzanas por casi cinco siglos.
“Cuando me hablan de Getsemaní me dan ganas de llorar. Ahora que vivo en Estados Unidos todo es diferente. Acá es frío, no hay humanidad. No encuentras esa persona que te brinde una sonrisa y una amistad que sale del alma”, dice Flora Ferrer, getsemanicense y en Estados Unidos hace casi treinta años.
Hubo una época, durante buena parte del siglo pasado, en que Getsemaní estuvo más densamente poblada que ahora. Eran los tiempos del Mercado Público; de medianas y pequeñas industrias como la Jabonería Lemaitre o Calzado Beetar; de la estación de tren a Calamar; del embarcadero donde hoy están Los Pegasos.
Eran otros tiempos -hay que decirlo- pero darse trompadas con los amigos era algo común y bastante extendido en el barrio.
Como aves migratorias, desde hace décadas muchos vecinos, por diversas razones, han emprendido un viaje fuera del barrio.
Antes, para cortarse el cabello en Getsemaní no era necesario llegar a una barbería con grandes espejos y máquinas sofisticadas.
“Antes las casas y calles del barrio se empezaban a decorar a principios de diciembre. Sin embargo, la fiesta navideña se hacía oficial a partir de la noche de velitas”, recuerda Hernando Palomino, de la calle Espíritu Santo.
“Había varios vecinos contrabandistas en el barrio. De hecho, mi papá era uno de ellos. Se llamaba Manuel Solano Hoyos Tapia".
El orígen remoto de nuestra tradición de Ángeles Somos es muy, pero muy antiguo. Nos conecta con raíces muy profundas de la historia humana y de la religión, pero al mismo tiempo lo hemos convertido en algo muy nuestro.
Después de sesenta años a Antonio -Toño- de Aguas se le sigue viendo sentarse en la Plaza de la Trinidad. Ahí, en ese lugar donde no solo bateó la tapita y la bola de trapo, sino también donde de niño corría a ‘esconder la penca’ o tirar la ‘latica’.
Para creencias, agüeros y temores todos tenemos alguno, pero démonos una licencia en este octubre de brujas y espantos para sacarlos a la luz e imaginar un Getsemaní poblado de fantasmas, misterios y leyenda.
Hablar de carretas en Getsemaní nos lleva a rememorar la época de la Colonia cuando el Arsenal - Apostadero, de la Marina, era uno de los principales promotores de la economía local.
En Getsemaní hay dos pequeños edificios muy parecidos que alguna vez fueron un mismo predio y que tienen una gran vista sobre el Camellón de los Mártires y la Torre del Reloj.
“¡Las tiendas eran la vida del barrio! Ese era el sitio de encuentro donde llegaba toda la información ¡Era el punto del chisme! Algunas tenían en su interior bancas largas de madera en las que la gente se sentaba a hablar mientras esperaban para ser atendidos".
Tres cocineras de Getsemaní representarán al barrio en la Feria Gastronómica Cuchara E’ Palo 2019, que en su segunda edición busca consolidarse como el evento más importante de este tipo en la ciudad.
Al parecer no solo quedarán los recuerdos de actor Will Smith caminando por las calles de Getsemaní durante el rodaje de la película Gemini Man.
“Muchas personas creen que el Centro de Convenciones de Cartagena de Indias se reduce al auditorio Getsemaní y no es así: tenemos 23 salones más.
“Ser Vigía es velar, cuidar y en nuestro caso, apropiarse de la historia y del patrimonio material e inmaterial de Cartagena. Todo el mundo debería conocer la historia de nuestra ciudad y la de sus monumentos.
Getsemaní vivió por décadas la gloria de ser el epicentro de espectáculos para la ciudad, incluidos el Reinado Nacional de la Belleza y el Festival Internacional de Cine de Cartagena.
Dos artistas frente a los antiguos teatros de Getsemaní sacan varias latas de aerosol y comienzan a darle vida al encerramiento de esa obra en restauración.
Pronto 196 faroles iluminarán de otra manera 27 calles de Getsemaní. Lo más importante es lo que no se verá: bajo tierra estarán los cables que ahora cruzan las calles.