“Ser Vigía es velar, cuidar y en nuestro caso, apropiarse de la historia y del patrimonio material e inmaterial de Cartagena. Todo el mundo debería conocer la historia de nuestra ciudad y la de sus monumentos. Precisamente esa es la tarea de nosotros los vigías en Getsemaní: aprender y replicar ese conocimiento”, dice Efraín Ballesteros, de 17 años, getsemanicense y parte del equipo de jóvenes que cada sábado se forma en el barrio para tomar en un futuro cercano la misión de preservar su memoria y tradiciones.
“El grupo de Vigías del Patrimonio nace por iniciativa del señor Florencio Ferrer y la Junta de Acción Comunal, con apoyo de la Escuela Taller, para revivir la memoria histórica del barrio. Fue una buena idea que escogieran jóvenes para integrar este equipo y juntarnos con personas adultas, ya que ellas tienen más experiencias y vivencias por transmitir. Eso permite que nos cuenten cómo vivían, cuáles fueron los momentos más representativos del barrio y hasta cómo nació nuestro himno” dice Efraín.
“En este proyecto no solo abarcamos la historia del barrio y de Cartagena. Hemos ido a otros lugares históricos como Santa Marta para conocer sitios emblemáticos de esa ciudad. Aquí en Cartagena, por ejemplo, ya conocemos la historia de las murallas y sabemos los diferentes nombres con lo cual se conocen. Estamos proyectándonos para conocer toda la arquitectura de la ciudad. Como dice nuestro nombre ‘Vigía del Patrimonio’ es conocer todo sobre nuestra historia y dárselo a nuestras futuras generaciones” explica Mariana Madera, estudiante de delineante de arquitectura.
“Lo que hacemos en Vigías es enseñarle a los jóvenes sobre la historia de la calles y los mitos que hay en ellas, sobre nuestro Libertador y de dónde nace la iglesia. Lo que se quiere con Vigías es realizar un estudio de todo el barrio para nosotros explicarlo a las nuevas generaciones. Eso es la base fundamental del curso, conocer nuestro entorno para enseñar a los demás” dice Efraín.
Por su parte Rosario Castro, getsemanicense y mentora de los Vigías relata que “nuestra primera salida fue una gira por las murallas todo el día, acompañados de guías especializados. Vivenciamos lo que ellos decían. Luego, se han hecho otras rutas históricas al Castillo de San Felipe, Santa Marta, Cerro de la Popa o el Palacio de la Inquisición”.
“En la salida a las murallas nos interesó mucho las partes de esta. Sinceramente yo he vivido en Cartagena toda mi vida, pero nunca me había dado a la tarea de conocer la historia de mi ciudad y la de los barrios alrededor. ¿Quién a estas alturas de la vida iba a saber que la muralla no son solamente murallas, sino baluartes, baterías, fortificaciones?. Creo que si no estoy en este grupo no me entero. ¡Uno se queda con la idea de que hemos vivido tanto tiempo aquí y no sabemos lo que hay en nuestro alrededor!” dice Rancés David Rincón Díaz, otro miembro del equipo.
“Nos han traído ponentes de la Universidad de Cartagena, historiadores del Sena, que nos han ofrecido cursos, enseñado fotografías y las personas que tenemos un poquito más de experiencia hemos compartido nuestras vivencias con los más chicos, por ejemplo cómo era el antiguo Mercado Público y otros lugares que ellos no conocieron. Me parece que este programa va teniendo más importancia en el barrio”, dice Rosario Castro.
“Una de las salidas que me llamó la atención fue al Palacio de la Inquisición. Me pareció muy importante un video acerca de una bruja, porque en ese tiempo no podías practicar otras ideologías; tenías que creer en Dios, si te desviabas o practicabas brujería te castigaban. El video mostró que a la chica le dieron 2.000 azotes. Además, cuando bajamos a la zona subterránea estaban los métodos de tortura: la guillotina y el desgarrador de pecho para las mujeres, por ejemplo. La salida a Santa Marta aprendí mucho sobre las comidas típicas y actividades culturales de la ciudad”, dice Herman Ríos, de 15 años y estudiante de ingeniería mecatrónica en la Universidad Tecnológica de Bolívar.
“Otra salida en la que aprendimos muchísimo fue en la casa de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta. Ahí nos mostraron las facetas de Simón Bolívar, con referencias a su juventud, pero también a un Bolívar muy maduro que sabe lo que ha hecho y logrado y por otro lado, cuando ya está ya enfermo y anciano y donde la espada que tenía era más que todo un bastón y la capa que usaba era un manto para el frío. También nos mostraron la habitación donde se hospedó y murió”, dice Efraín Ballesteros.
“La primera actividad que tuvimos acá en el barrio fue en el Parque Centenario y nos hablaron sobre las estatuas que están en cada entrada y su significado. Nosotros no sabíamos eso. Por ejemplo, hay unas que son hechas por mujeres, de mármol traído desde Italia. En ese Parque había muchos animales y pues son cosas que nos llenan de conocimiento”, dice Mariana Madera.
“Para los jóvenes esto es una oportunidad económica, porque con el flujo de turistas que hay es una forma de que sean guías y tengan un mejor nivel económico. Esto es algo que nos agrada así que puede llegar a ser algo beneficioso para nosotros”, dice Rosario Castro.
“Hemos acompañado al profesor Lenis en sus recorridos históricos que hace con turistas en el barrio. La idea es que nosotros lo realizamos en un futuro de manera independiente y así generar recursos económicos. Es muy bonito que la misma gente del barrio sea quienes le mostremos Getsemaní a los demás”, dice Efraín Ballesteros.
“Lo que me motivó fueron las ganas de saber más de la cultura del barrio y de Cartagena. Siempre me ha llamado la atención lo que es la historia y lo más chévere es aprender de manera diferente, que no es estar sentado y escuchar una persona hablar, sino que durante los recorridos caminamos, nos muestran los lugares”, dice Mariana Madera.
Son alrededor de quince jóvenes que se sumaron a esta iniciativa. Cada sábado realizan sus reuniones en la Plaza de la Trinidad, Club Los Carpinteros o Buffet La Trinidad, en la calle de Guerrero.
¿Y qué tiene que ver Gabo con esto?
Según el Ministerio de Cultura el Programa Nacional Vigías del Patrimonio Cultural es una estrategia de participación ciudadana gestada para reconocer, valorar, proteger y divulgar el patrimonio cultural mediante brigadas voluntarias de ciudadanos que velen por la protección de la herencia cultural, y para ampliar el cuerpo operativo dedicado a la valoración y el cuidado del patrimonio de las localidades y regiones colombianas.
Katya González, ex viceministra, fue la creadora de esta iniciativa hace 20 años “Me llamaron para que trabajara en la dirección de Patrimonio y Cultura del Ministerio. Cuando llegué tenía que buscar la manera de proteger más de 4.000 monumentos y centros históricos a nivel nacional. Empezamos con propagandas en la televisión pública ‘El patrimonio no es sólo económico’. Gracias a eso empezaron hacer llamadas denunciando que estaban afectando varios monumentos en el país y ahí dije: necesito que todo el mundo se meta a defender esto, pero de manera organizada. Llamé a mi padrino, el mismo Gabriel García Márquez, para hablarle del proyecto y me dijo: -¡Eso es buenísimo! pero cambiemos ese nombre por uno más bonito-. Lo volví a llamar y me dijo: -Tu idea es muy linda y abarca mucho, es como el horizonte y ¿quién cuida el horizonte?. Pues un señor que está en el faro, que se llama Vigía. Ponle a tu programa Vigía del Patrimonio-”.
“Lo bonito del programa es que cualquier persona puede empoderarse y defender algo en lo que cree: un albúm de familia, las recetas y hasta juegos de niños. El programa no está encasillado en fórmulas burocráticas ni administrativa; es libre para que todos puedan defender algo. Yo quiero defender la cumbia, yo quiero defender el colegio, y lo lindo es que cada persona inventa su propio proyecto”.
“Nos ganamos un premio en Venecia, Italia, hace muchos años en donde fue el programa más creativo, reconocido por la UNESCO y NatGeo. Hay muchos grupos de vigías en el país y no solo en Colombia. Ya se ha replicado en 30 países”.
“Recuerdo mucho el programa: ‘Me muero por jugar’ en el que un grupo de vigías iba al cementerio San Pedro, de Medellín, y se sentaban sobre la tumba de alguien importante de la ciudad y sobre esa tumba narraban la historia del personaje. Te aseguro que cuando a uno le echan el cuento de una persona sentado sobre su tumba ¡a uno no no se le va a olvidar nunca”!