En 1994 cuando buscaban mudar su veterinaria del Centro, Benjamín y Herlinda se sentaron a contar gente en la calle Tripita y Media: doscientas personas por hora. Era un buen flujo, a solo unos pasos de la Matuna. Hoy son parte del barrio y de los últimos vecinos que aún viven en la cuadra.
Llegaron a Cartagena muy jóvenes, en 1982: el, un momposino de veinticuatro años y ella, una monteriana de veinte. Benjamín estaba recién graduado de la Universidad de Córdoba. Lo invitaron a atender una veterinaria nueva en la calle de la Iglesia, en el Centro. Pasaron los años y terminó por comprarla. Pero el ingreso y, sobre todo, el parqueo en el Centro se estaba complicando.
“El barrio era fabuloso. Toda la vida ha habido gente buena y nos pareció espectacular. Escogimos esta cuadra por la forma de transitar de la gente; en esa época era un punto más obvio para llegar desde el resto de la ciudad. Además había pocos carros y se podía parquear cerca”, dice Benjamín.
Encontraron en venta una de las dos casas que los Barbosa, la famosa estirpe getsemanicense, tenían en esa calle. El lote era grande así que podían edificar su hogar en la parte trasera. La casa, eso sí, tenía sus problemas. En realidad era casi una ruina, recuerda la pareja.
Duraron dos años adaptándola a sus propósitos: seguían atendiendo en el centro, pero con un pie en Tripita y Media: no tumbaron ninguna pared y aprovechando todos los recovecos le dieron forma a la veterinaria más reconocida del barrio. En la parte trasera montaron la casa a su gusto, donde aún viven y quieren permanecer.
Hoy transitan entre 800 y 1.500 personas por esa calle, pero es otro tipo de gente: más turistas que no traen consigo sus mascotas. “La evolución de la calle ha sido positiva y grande, pero nos estamos quedando solos porque aquí vivimos únicamente los Barbosa y nosotros. Lo demás es puro hotel: hay nueve en la calle y seis restaurantes. Lo que nos trae clientes es el servicio y la tradición, gente que ya sabe que nos conoce y se ha regado de voz en voz”.
Y según todo indica la tradición está asegurada. Berly, su hija, tenía un año cuando sus padres se mudaron a Cartagena y creció viendo atender animalitos. Hoy es veterinaria, especializada en cardiología y está finalizando su maestría. Y su hija, Valeria, nieta de Benjamín y Herlinda, estudia veterinaria en la Universidad de Córdoba.
La veterinaria de animales pequeños ha crecido, complejizado y se requiere evolucionar. Cartagena, según nos explica Benjamín, tuvo una tradición de exposiciones y de buenas razas de perros, como los cocker y los pastores alemanes. Además en estas décadas se pasó de tener los perros criollos en las casas a razas específicas, cada una con sus propios cuidados y patologías. Y está, por supuesto, el resto de animales domésticos.
“Ya no es solo la medicina general sino también especialidades; si viene con problemas de piel buscamos un dermatólogo; si es de los ojos, viene un especialista del ojo; si es un problema de cardiología, nuestra hija lo atiende; para las cirugías contamos con una anestesióloga especializada”, explica Herlinda, quien ha trabajado hombro a hombro con su esposo todos estos años.
Todo eso requiere cada vez más equipos y espacios adecuados. Benjamín nos hace un recorrido por la parte trasera de la veterinaria: hay sala de rayos X, quirófano y espacios de recuperación y cuidado. Y en la parte delantera, que es más comercial, todo tipo de alimentos, suplementos y el negocio más nuevo de casas y accesorios para mascotas.
Y tantos años después Benjamín no ha bajado el nivel de trabajo. Tienen clientes muy antiguos y siguen llegando nuevos: el crecimiento de la ciudad y de la cultura de las mascotas que son un miembro más del hogar hace que siempre haya consulta. Cuando llaman por urgencias él no duda en remitirlos donde colegas que estén más cerca a la persona, pero igual muchos prefieren que sea un Manrique quien los atienda. “Una o dos veces al mes amanece acá afuera atendiendo al cliente”, relata Herminda.
Y quizás en unos años, sea Berly o sea Valeria quien atienda esas urgencias de madrugada. Hay veterinaria y hay familia Manrique para rato.