Calle de las Tortugas

LA CALLE

Hasta un siglo, aquello era todavía un caño o brazo de la Ciénaga. Ya habían desecado una parte para hacer la estación del ferrocarril, por la cuadra donde ahora queda el edificio del Banco Popular. Hoy lo llaman La Matuna, pero entonces ese cuerpo de agua era el límite natural del barrio hacía San Diego. La última calle de Getsemaní que desembocaba allí, sobre ese caño, era la de Las Tortugas. No había adoquines o empedrados sino que podía parecerse a algunas calles de barrios de invasión que aún hoy desembocan en los cuerpos de agua de la ciudad.

En esas casas pegadas al caño, los habitantes ponían estacas de mangle con las que mantenían confinadas las tortugas de cuatro especies, que los pescadores traían de otros lados por el caño Juan Angola. De ahí el nombre. Dice el infaltable Donaldo Bossa, sobre el origen colonial del nombre: “Los pescadores, numerosos de entonces en los barrios de Santo Toribio (San Diego) y Jimaní, también pescaban tortugas, para aquellos felices años abundantes en el Mar Grande, y en esta humilde y maloliente calleja, que concluía en la playa de La Matuna, hoy cegada, sacrificaban y expendían los quelonios, que cuando la pesca era fuera de lo usual, conservaban en rudimentarios corrales, en la orilla de la Ciénaga”.

Pero hacia finales del siglo XIX y principios del XX ocurrió allí algo interesante. Nació el primer desarrollo industrial de la ciudad. Allí hubo bodegas y fábricas de tejidos, medias, camisetas “amansalocos”, zapatos, entre otras cosas. También, por su cercanía al matadero hubo negocios asociados al cuero, como las tenerías o curtiembres. O como la carpintería para hacer butacos con el asiento de cuero o puertas con el tablero de cuero templado, como ya no se ven más. Estaban cerca del tren, del puerto, del mercado público: lo que hoy llamarían ventajas estratégicas para los negocios. Con todo ello alrededor también hay quienes dirían que ahí también nació la clase obrera de Cartagena y con ella las cercanía a las ideas de izquierda que fue marca del barrio. Todos estos son temas sobre los que hace falta más investigación.

También estuvieron los pasajes, en los que vivieron quizás cien familias al tiempo en casas de madera pintadas de unos verdes y azules muy vistosos. Pero ninguna familia era propietaria de su casa accesoria. Estas casas de caracter muy simple que estaban organizadas en tres pasajes cada uno alrededor de un patio. Eran conocidos con nombres tan simples como pasaje Nº 1, pasaje Nº 2 y pasaje Nº 3, pero el conjunto tenía el apellido del dueño original, hasta donde se sabe: Pasajes Villareal.

Hay cierta similitud entre pasajes como este y las corralas de Madrid o Sevilla, en España. En América Latina estas tomaron forma de inquilinatos y en algunas ciudades de México aquel conocidísimo esquema de la “Vecindad del Chavo”: casas bastante pequeñas alrededor de un patio, todo de un solo propietario que las alquilaba. Dice un sitio web especializado: “En el Madrid preindustrial del siglo XIX, estos inmuebles permitieron albergar a las numerosas familias llegadas a la capital en busca de trabajo. De ahí que la mayoría de las corralas se encuentren en barrios próximos a antiguas zonas fabriles de la capital española, como las barriadas de Lavapiés, Embajadores y el barrio de La Latina, vecinos al antiguo matadero y a la Fábrica de Tabacos”. Es decir, parecidísimo a la situación que se vivía entonces en Getsemaní.

Allí vivió un señor llamado Reinaldo, al que le llamaban “señor Rey”: él hacía bailes en los pasajes, que para las Fiestas de Noviembre se ponían muy buenos, aunque según nos cuentan todo era muy sano y no se presentaban mayores problemas. Ruben Londoño vivió en el pasaje N° 1  y allí crió a sus hijos hasta hace veinticinco años, más o menos. Dice que siente tristeza porque en la calle ya no hay casas, y los tres pasajes -que en su momento pasaron a ser del señor Cotrino- fueron vendidos por él para hacer lo que hoy es un parqueadero.

Rubén Cuenta que siempre fue una calle muy alegre y en especial para las fiestas de Noviembre, con la guerra de buscapiés. De la calle recuerda a la señora Dunia y Alcira, que vendían almuerzos; a la familia Visbal, que vendía unas paletas deliciosas; a la señora Margoth Madrid; a la familia Paredes y a la familia Vergara. También, al Petero Hazad, aunque ese no era su nombre sino el apodo que le tenían. Hazad vivió en una casa de madera después del tercer pasaje, donde tenía una venta de cervezas y los fines de semana era el lugar para escuchar música y disfrutar un rato.

Otro personaje representativo de esa calle ha sido el señor Josep López, hijo de Raquel Hernández Pájaro. Estudió en los mejores colegios de la ciudad y desde niño mostró el deseo de ganar su propio dinero: vendió chitos, bocadillo veleño, sombreros y zapatos en el almacén de calzado de propiedad de su mamá. En la actualidad se encuentra remodelando la casa familiar para hacer un hotel.

Al lado del actual hotel Chipi Chipi funcionó luego un centro comercial para vendedores ambulantes que se fue terminando porque no iba mucha gente a comprar. Ahora queda también un parqueadero del DATT. En esos predios también quedó el bar Las Vegas, muy concurrido en su momento, pero que igual desapareció.

 

LADO PAR

Raquel Hernández. En una época le alquiló al señor Velásquez, abuelo del ex jugador de fútbol Iván “La Champeta” Velázquez.

Ahora: Mini Tienda el Oasis de Luisa.

Esta era la casa de familia Vergara.

Ahora: Hotel Maroel (cerrado)

Calle de las tortugas.

Vivieron los “Mellos” Hernández.

Pasaje Nº 1

Pasaje Nº 2

Pasaje Nº 2

Pasaje Nº 3

Pasaje Nº 3

LADO IMPAR

Calle de las tortugas.

Aquí vivió la familia Paredes Hernández. Ana Hernández y Raquel Hernandez Pájaro. Compraron las dos accesorias por $250 pesos luego de que se ganaron la lotería.

Aquí vivió la familia Visbal. Roberto, el papá de familia, era químico.

Ahora: Hostel - Casa Chipi Chipi.
Horario: 24/7.
Teléfono: 6431390

Aquí funcionó un centro comercial para vendedores ambulantes y también el famoso bar Las Vegas.

Aquí funcionó un centro comercial para vendedores ambulantes y también el famoso bar Las Vegas.

Aquí funcionó un centro comercial para vendedores ambulantes y también el famoso bar Las Vegas.

Aquí funcionó un centro comercial para vendedores ambulantes y también el famoso bar Las Vegas.

Estas eran dos casas accesorias donde en una vivió Margot Payares y en la otra Olga Hurtado.