Esta calle ha visto pasar la mayor transformación del último siglo en Getsemaní. De quedar frente al baluarte de Barahona, una parte del sistema defensivo amurallado, vió como lo derrumbaban para dar paso al Mercado Público, en 1905.Con el mercado el comercio se tomó todo el sector. Pero de la elegancia de comprar en un espectacular edificio republicano, que marcaba un nuevo comienzo para Cartagena, se pasó al desborde de comercios precarios que hicieron colapsar el sector, hasta el traslado hacia el actual Bazurto, en enero de 1978. En el recuerdo quedan las carretas, los pequeños puestos, los fritos, el guarapo, las pilas de verduras y los alimentos populares.
Por unos pocos meses vio las piquetas demoler el viejo mercado y luego a los muchachos de Getsemaní organizar campeonatos de golito en el descampado que quedó. Poco después comenzó la construcción del Centro de Convenciones, por muchos años el sitio más idóneo en todo el país para hacer eventos de talla internacional.
Más que una calle por sí misma, la del Mercado surgió en la Colonia por la expansión de los predios de la calle Larga hacia El Arsenal. La parte trasera de esos predios daba contra la bahía y a los patios llegaba el agua tranquila de las Ánimas. “Báteles el mar la espalda”, decía de todos ellos un conteo de predios y vecinos de 1620. Ahí nacieron los callejones como sitios de paso desde el barrio a la bahía, que fue ganando más y más presencia como lugar de reparación de embarcaciones y luego como sede del Apostadero de la Marina. De toda esa actividad se alimentó esta calle.
Es bastante probable -como ocurrió con casi todo ese flanco de la calle Larga- que en la Colonia temprana los tres predios que hoy componen la calle fueran uno solo. Eso sí con una vista privilegiada a la bahía, que le llegaba mucho más cerca que ahora, pues donde hoy se ubican el Patio de Banderas y una parte del Centro de Convenciones son terrenos ganados a la bahía de las Ánimas que media casi el doble.
UN ALTO EN EL CAMINO. Con esta página y la anterior, sobre Monteverde, cerramos la serie de cuarenta artículos sobre la historia de cada una de las calles de Getsemaní, reseñando hasta donde ha sido posible cada uno de sus predios, con sus viejos y actuales vecinos, los negocios y los pequeños relatos. Ha sido un orgullo y un honor reflejar al barrio contemporáneo, que teje tanta historia y tantas historias en sus calles.
Aquí quedaba la casa de vivienda del prócer Pedro Romero, cuyo taller se ubicaba un poco más arriba por la calle Larga. El edificio actual pudo haber sido construido a mediados del siglo pasado, pues no se le ve en las primeras aerofotografías de la ciudad. En épocas del Mercado Público allí funcionó La Colombiana, que vendía productos de abasto en el día y al caer la tarde ponía unas mesas donde servían comida regional como venado, guartinaja o tortuga. Hoy es una de las sedes de la Universidad Rafael Nuñez, que también ocupó el claustro de San Francisco por algunos años.
No se conocen mayores pistas de su orígen. En sus distintos locales han funcionado diversos negocios en las últimas décadas sin que alguno haya marcado una pauta definitiva. Poco antes de la pandemia por Covid 19 se instaló con éxito La Caponera, que venía de funcionar debajo de Quiebracanto, en el edificio Puerta del Sol. Superó el embate y sigue funcionando, abriendo desde la tarde.
Su altura de solo un piso delata que fue un patio, como lo fueron originalmente la mayoría de predios del Arsenal. Hasta hace pocos años funcionó allí una sede del Banco Davivienda.
El Centro de Convenciones tiene unos 20 mil metros cuadrados de espacio útil edificado, más los cuatro mil del Patio de Banderas y los diez mil de los parqueaderos. Fue diseñado por la firma Esguerra, Sáenz y Samper. Tiene 23 salones y 1.656 paneles solares que le proveen casi una quinta parte de su consumo de energía.