CLAUSTRO DE SAN FRANCISCO

Una historia con muchos episodios
MI PATRIMONIO

La historia del Claustro y el conjunto de San Francisco, las primeras edificaciones construidas en Getsemaní -incluso antes de que el barrio existiera- es una de auge, abandono, despieces y adiciones, múltiples usos, derribos y reconstrucciones. Si pudiera explicarse en un video sería como un organismo vivo que creció y se modificó varias veces sirviendo para distintos propósitos en medio de un entorno siempre cambiante.

El plan original del convento o conjunto seráfico -como se le llama a la totalidad de los edificios franciscanos- estaba compuesto por el templo de San Francisco, las capillas de la Veracruz y San Antonio, la iglesia de la Orden Tercera, el Claustro y sus anexidades (en los que se concentra este artículo), y unas grandes huertas en la parte trasera de esos edificios, donde en su momento estuvieron los teatros Rialto y Variedades.

En los primeros dibujos urbanos de la Colonia, el terreno del convento franciscano aparece encerrado con una barda de piedra. Su nombre y estructura eran muy similares a otros de América Latina, como el del centro de Bogotá. Esto ocurría así porque la jerarquía católica dictó normas muy específicas al respecto en el Concilio de Trento (1562-64).

El Claustro propiamente dicho es de forma cuadrada y curiosamente no tenía celdas para monjes, como su nombre podría indicar, sino una sucesión de grandes recintos, conectados por pasillos muy amplios. La fachada cumple con una ordenanza urbana de las Leyes de Indias que indicaba que los edificios frente a las plazas deberían tener arcadas en su frente.

Se trató del primer convento en Cartagena. Fue erigido bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto. Una memoria de la época, escrita por Esteban de Asencio, dice que el convento “está fundado fuera de la ciudad junto a unas casas y huertas, llamadas Getsemaní. Es convento de veinte frailes; dos predicadores. Tiene cinco doctrinas de indios malibúes”.

Desde esos años de inicio hasta comienzos del siglo XIX, justo antes de la Independencia nacional el Claustro funcionó para su propósito original de formar y sostener una comunidad de monjes franciscanos, que creció con el paso del tiempo pero que al cerrar los años 1700 mostraba claros signos de decaimiento. En el siglo XIX -con la llegada de la República y todo el reacomodo social, político y administrativo que implicó pasar a ser nación- el convento sufrió una serie de vaivenes que terminaron con su desmembramiento y entrega a manos de particulares.

El siglo XX encontró al Claustro muy influido por la dinámica del nuevo mercado público, su vecino del frente, que fue inaugurado en 1904 como el gran signo de modernidad en Cartagena y que a lo largo del siglo fue desbordándose hasta convertirse en un nudo urbano desatado en 1978.

Al mismo tiempo el templo, las capillas y las huertas se convirtieron en teatros de espectáculos, música, variedades y cine, que se reemplazaron y convivieron unos con otros y se convirtieron en parte de la vida no solo de Getsemaní sino de toda Cartagena. Esa historia la contaremos con todos sus detalles en nuestra próxima edición.

Desde que Cine Colombia adquirió el Rialto en 1928, fue comprando y modificando los teatros hasta que hacia 1980 llegó a tener seis salas que operaban de manera similar a  los actuales multiplex de los centros comerciales. En esa serie de cambios se fueron unificando los predios rematados por partes en el siglo XIX. Poco a poco el conjunto original del convento iba reagrupándose.

En paralelo, durante la segunda mitad del siglo pasado y de manera creciente se iba consolidando en Colombia, una mayor conciencia sobre la preservación del legado material e inmaterial, que se expresó en distintas leyes. Fruto de ello hasta 2016 se habían declarado más de 1.100 Bienes de Interés Cultural de Carácter Nacional. De ellos, más de cien están en Cartagena.

Entre muchas otras responsabilidades técnicas y reglamentarias fruto de décadas de trabajo, la actual Ley de Cultura les impone a los poseedores de los inmuebles BIC responsabilidades de mantenimiento, preservación, puesta en valor y acceso público. En 2014 el Círculo de Obreros y el proyecto hotelero San Francisco firmaron un acuerdo de gestión patrimonial. El Claustro con sus anexidades y el templo -cuya propiedad sigue detentando el Círculo de Obreros- harán parte de un proyecto hotelero de clase mundial junto con las antiguas huertas, el Club Cartagena, la casa Ambrad y el edificio Puerta del Sol.

Para hacer una intervención en un inmueble BIC como el Claustro y el templo de San Francisco, lo primero que se hace es un análisis de cómo se recibe, una investigación histórica y documental, se valora en qué estado de autenticidad se encuentran sus partes y a partir de ello se le hace una propuesta de intervención al Ministerio de Cultura.

En esta propuesta se acopla el programa arquitectónico futuro con el uso de los espacios del inmueble. En el caso del Claustro, que es una sucesión de amplios espacios similares a los de un hotel, resulta bastante congruente. La premisa es respetar el monumento para que las nuevas funciones se adapten a sus espacios, no al contrario, como sucedía en épocas anteriores. El Claustro ofrece una atmósfera y cuenta una historia que hay que preservar. Las intervenciones se hacen de manera reversible: es decir se levantan muros y estructuras que luego se podrían retirar sin afectar la restauración al edificio en sí.

Después de las investigaciones arqueológicas, la intervención integral del Claustro implica retirar todas las estructuras añadidas con el tiempo como baterías de baños, cielos rasos, escaleras o muros divisorios; reconstruir las arcadas demolidas en las anexidades; recuperar la cubierta original devolviéndole su esplendor de tejado a dos aguas, entre otras acciones, todas ellas con los respectivos permisos del Ministerio de Cultura y el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC).
 
El Claustro en detalles 

Escalera
Hechas de piedra coralina, están intactas tras siglos de uso y se cuentan entre las más antiguas de América Latina.


Tercer piso
Es una adición hecha en el siglo XX. Las técnicas de construcción no fueron las más adecuadas. Por ejemplo, los concretos fueron mezclados con arena de mar, lo que los hace vulnerables. También se construyó totalmente pegado al campanario colonial haciéndole perder su autonomía visual. Se reconstruirá la placa del entrepiso, lo mismo que el tejado o cubierta y se retirará un poco del campanario.

Falso campanario

El que se ve hoy fue un añadido de los años 90. Es del tipo de una sola pared con los espacios para poner las campanas (llamado espadaña) y sigue la misma línea de la fachada. Será reconstruido según el plan original del siglo XVI y separado del tercer piso del Claustro.

Pasaje Porto

El pasaje y el piso arriba de él fue construido  hacia 1892, según el libro Plazas y Calles de Cartagena, pero el espacio sobre el cual se erigió hace parte del conjunto de San Francisco desde los primeros dibujos de la Colonia. De hecho, estaba incluido en el cerramiento con barda de piedra de entonces. Hacia el siglo XVIII fue un cementerio.

Primer hotel de Cartagena

Por su vocación la comunidad franciscana es hospitalaria y el Claustro en Getsemaní no fue la excepción: recibía a los viajeros que llegaban cansados y con hambre después de una larga travesía, para ofrecerles cama y pan. También a los religiosos de provincia y a los que llegaban por mar. El arquitecto Rodolfo Ulloa encontró un texto de la época en el que el panadero del Claustro se quejaba porque no sabía nunca cuánta masa fermentar: a veces le faltaba y a veces lo sobraba según el número de personas que recibían. Hasta donde se sabe fue el primer recinto en Cartagena en ofrecer esta hospitalidad.

Cripta
En 1991 -cuando el Claustro fue intervenido para servir como espacio a Artesanías de Colombia- esta cripta fue restaurada. En los últimos años estuvo cubierta por una tarima en lo que era un salón de clases. Es una bóveda de tipo colonial que se especula pudo estar conectada con la iglesia de la Orden Tercera.  Pudo ser también una cripta de las usadas como lugar de paso de los cuerpos de los altos jerarcas antes de darles un entierro definitivo, pero aún no hay prueba de ello. Se le pondrá en valor como un pequeño centro de interpretación de libre acceso con una exhibición permanente de la historia del convento y algunos de los hallazgos arqueológicos.

Iglesia de la Orden Tercera

Como en otros conjuntos franciscanos estaba a cargo de los laicos consagrados, que son la Tercera Orden (la Primera era la de los hermanos menores y la Segunda, la de las monjas Clarisas). A diferencia de los otros templos del conjunto, esta iglesia fue dotada originalmente de espacios parroquiales como el despacho y la habitación del cura. Eso permitió que mantuviera su independencia y nunca haya dejado de ser usada para su propósito religioso. Arquitectónicamente es una iglesia de una nave, más grande que la Veracruz, con un estilo propio en el que se destaca la sencillez, a pesar de ser un templo importante.

La fachada oculta

El Pasaje Porto tapó la fachada original del Claustro. Ahora se está redescubriendo físicamente pues en imágenes antiguas se tenía evidencia de lo hermosa que era. Lo más destacado era el segundo piso: una especie de corredor muy amplio diseñado como un recinto en sí mismo -no como una conexión para pasar de un lugar a otro-. Era un entorno contemplativo para sentarse o asomarse y mirar la bahía de las Ánimas, el puerto y la ciudad al fondo. Todo a través de una serie de cinco o siete arcos, llamados solanas con una balaustrada que pudo ser de madera, como las que se ven en tantas calles del Centro.

Pintura mural
Se le hará una nueva restauración por el experto colombo-mexicano Rodolfo Vallín. Se trata de un Cristo en la cruz rodeado de dos monjes franciscanos arrodillados. Fue pintado con la técnica de Vero Fresco, perfeccionada en el Renacimiento: se pinta por jornales en el pañete aún húmedo, por lo que no se puede pañetar más de lo que se puede pintar en el mismo día. En la primera restauración, de hace unos 25 años, se tuvo que recuperar de un daño mayor: le habían atravesado una tubería eléctrica para poner un bombillo, rompiendo la pintura justo en el palo vertical de la cruz que es el punto medio del fresco. 

Patio de Lectores

Detrás del templo y colindante con las anexidades está el Patio de Lectores, la zona de los conventos donde los monjes caminaban y leían la biblia. En medio de tantas transformaciones del conjunto de San Francisco nunca se edificó nada allí más que una cocina al aire libre con un piso de ladrillo y cubierta con un tejado (construcción llamada tendal).

Aquí se encontraron múltiples enterramientos de niños quienes según la tradición de la época no podían ser bautizados hasta tener siete años, por la tanto tenían que ser enterrados fuera de la iglesia y su atrio. Aunque los restos están muy deteriorados, algunos elementos con los que fueron enterrados les dan pistas a los antropólogos e historiadores para entender mejor aquella época.

Pisos coloniales
Se han descubierto sectores de pisos de la época colonial, de diversos tipos y valiosos en términos históricos y arquitectónicos.

El Claustro siglo a siglo

Desenredar la historia del Claustro no es tarea fácil. Al principio por la poca información y a partir de la Independencia porque hubo una serie de cambios de manos, decisiones gubernamentales y al final el despiece del convento. Esa larga historia se intenta resumir aquí a partir de diversas fuentes.

Siglo XVI

Hacia 1539 la señora Beatríz de Cogollos dona solares para el futuro convento.

En 1555 se funda el convento.

En 1559 el convento es destruido por un ataque de los piratas franceses Martín Cote y Juan de Beautemps, el segundo que sufrió la ciudad.

Fray Gregorio Arcila describe que la reconstrucción comenzó en 1560 pero que “la obra se dilató mucho debido a la falta de limosnas. Hacia 1594 parece que el edificio se encontraba muy adelantado, y se estaba empezando a utilizar. (...) Asimismo, en el convento se había construido un cuarto de piedra de 130 pies de largo y 36 de ancho que servía como dormitorio y refectorio”. Era la primera crujía (ala) del convento.

Siglo XVII

Se construyen las alas adicionales del Claustro y las capillas de la Veracruz y de San Antonio. Durante ese siglo el convento cumplió su función original.

Siglo XVIII

El Boletín Historial de Cartagena señala que hacia 1701 “la comunidad seráfica dependiente del convento de Loreto de Cartagena, contaba con 200 frailes”, lo que hace suponer que tenía la infraestructura necesaria para albergarlos.

En 1733 se decide construir la Iglesia de la Orden Tercera “que era entre todas las hermandades laicales de Cartagena la más floreciente e influyente”, según una fuente de la época. Esta iglesia se inauguró en 1757.

Hay evidencia de que hacia 1752 la “huerta, tan necesaria al solaz y esparcimiento de los religiosos (...) al parecer había caído en el abandono”. En 1758 se informa que el templo estaba a punto de caerse. Hay otra referencia de que en 1778 el convento “tiene noviciado y estudios y mantiene a 30 frailes”.

Siglo XIX

A propósito de la reparación del templo, que está totalmente destechado e inutilizado se habla en 1800 de las “urgentes necesidades del convento”.

Después de la independencia y hacia 1825 se empieza a evidenciar “su irremediable declive hacia la muerte”. En 1832 aparece por última vez en la nómina de los conventos de la Provincia con “7 sacerdotes y un hermano lego” asignados. Para 1836 se habla de "cinco franciscanos, de los cuales dos tienen pendiente solicitud para secularizarse y uno de los otros tres tiene 86 años de edad". Y en 1837 quedaban "dos franciscanos sacerdotes, de los cuales el uno excede de 80 años y para nada sirve, y el otro está ocupado en la comisaría del Orden Tercero de Penitencia de esta ciudad".

En 1840 aparece como Casa de Beneficencia; en 1846, como fábrica de sombreros; en 1851, como Escuela de oficios y en 1856, como Coliseo en uso junto con el templo.

1861

Bajo el segundo gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera, comienza la primera “desamortización de bienes de manos muertas”: el remate de bienes eclesiásticos principalmente a personas privadas.

1868

Se inicia el proceso de remate del convento de San Francisco.

1869

Se fracciona el conjunto del convento para su remate.

1875

El gobierno de Bolívar decreta la venta en subasta de “la parte del extinguido convento de San Francisco en que estuvo establecida la casa de Reclusión para mujeres y la contigua a ésta, situada entre ella y la Orden Tercera”.

1883

Se le entrega el Claustro a la Compañía de Navegación por Vapor del Dique y se detalla que “el edificio todo está en estado de ruina y necesita urgente reparación y muy costosa”.

1892

El general Eloy Porto crea el Pasaje Porto y el piso de encima, que taparon la fachada original del Claustro.

Siglo XX

Se registra que hacía 1907 funcionó allí una Casa de Beneficencia como asilo para niñas pobres, regentado por las señoras Pernett. En 1909 se convirtió en sede de un asilo de mendigos.

1928

Se inaugura el Teatro Rialto en una parte de lo que fueron las huertas, con entrada por la calle Larga. Este fue el segundo teatro de Cine Colombia en el país.

1930-1938

Se le agrega un tercer piso al Claustro por el ala que hace continuidad con la iglesia de San Francisco y la iglesia de la Orden Tercera.

Aprox 1940

Según un documento de la Academía de Historia de Cartagena, la Junta del Asilo de Ancianos le vendió a unos comerciantes sirios “lo que quedaba del antiguo convento”. El proyecto era demolerlo “para levantar en su solar un edificio moderno para fábrica o cualquier otro uso”.

1946

La ley 5a declara Monumento Histórico y Colonial el Claustro, y se les prohíbe a sus entonces propietarios “realizar en él demoliciones, construcciones o reformas de todo género, mientras el gobierno toma las medidas necesarias para incorporarlo al patrimonio nacional”.  

1947

La ley 1 de ese año ordena a la Nación adquirir el Claustro y la iglesia de San Francisco para cedérselos al Círculo de Obreros de San Pedro Claver (COSPC), una fundación creada en 1942 por el padre jesuíta Aureliano Bustos a semejanza del Círculo de Obreros de Bogotá.

1949

La Nación, cumpliendo la ley de 1947, le transfiere la propiedad de ambos inmuebles al Círculo de Obreros de San Pedro Claver, institución que la detenta desde entonces.

1950-1960

El COSPC toma el inmueble en estado ruinoso y comienza sus refacciones así como la recuperación de la iglesia de la Orden Tercera. En paralelo abre iniciativas sociales como un dispensario médico, la escuela La Milagrosa, el colegio claveriano nocturno y otras más.

1970-1980

A pesar de los esfuerzos para sostenerlo el Claustro entra nuevamente en franco deterioro.

1978

El Mercado Público es trasladado a Bazurto, con lo que cambia el entorno y la utilización del Claustro a partir del “Plan de Revitalización del Barrio Getsemaní”. Se abre el concurso para construir lo que ahora es el Centro de Convenciones.

1983

Por ley se autorizó para restaurar y remodelar el convento y los soportales (Pasaje Porto) para darles uso comercial, en el marco del Plan de Revitalización.

1991

El Círculo de Obreros firmó un convenio con Artesanías de Colombia para restaurar por completo el Claustro y sus anexidades, cumpliendo las normativas de aquella época y para darles un uso comercial que le permitiera al COSPC generar recursos para continuar con su obra social.

1995-2000

El Círculo de Obrero le arrienda los espacios del Claustro a diversas entidades, con poco éxito comercial

2000

La Resolución 1871 declara al Claustro y la Iglesia de San Francisco como Bienes de Interés Cultural del Ámbito Nacional (BIC).

2001

El Círculo de Obreros arrienda la sede completa del Claustro y sus anexidades a la Corporación Universitaria Rafael Nuñez.

2008

El decreto 1185 les impone nuevas responsabilidades a los propietarios de BIC, lo que obliga al Círculo de Obreros a un plan especial para cumplir con esa ley.

2014

El Círculo de Obreros y el proyecto hotelero San Francisco firman un acuerdo de gestión patrimonial en el que este asume las obligaciones de la Ley de Cultura (mantenimiento, preservación, puesta en valor y acceso) en cuanto el Claustro y el Templo como inmuebles BIC.

2015

El Ministerio de Cultura aprueba el Plan Especial de Manejo y Protección al Club Cartagena (PEMP) al Claustro de San Francisco y su zona de influencia. El proyecto San Francisco recibe el templo.

2018

El 15 de diciembre la Corporación Universitaria Rafael Nuñez devuelve el Claustro y es entregado formalmente al Proyecto San Francisco.


ANEXIDADES

Nacieron con el propio convento para realizar aquellas actividades no religiosas como cocinar, lavar o embodegar. En suma: era el espacio de trabajo para las labores domésticas que no podía mezclarse con los usos del Claustro como la oración y el estudio. Una buena parte de la labor de cocinar se hacía afuera en una estructura con piso, techo y sin paredes  equivalente a lo que hoy llamamos bohío y que en su época se llamaba tendal, donde había fogones de leña.

Eran como una sucesión de pequeños recintos por los que se podía caminar libremente y que estaban demarcados por unas diez arcadas. Al principio fue un solo piso, pero al parecer desde el principio se proyectó para erigir el segundo. Esas arcadas armaban un corredor recto que conectaba el cuerpo principal del convento (de forma cuadrada) con la parte trasera del predio, partiendo en dos las grandes huertas. Al final de las anexidades ha sido descubierto un pequeño cuarto para vivienda del “sereno” o vigilante que cuidaba de aquella puerta trasera.

Una vez erigidos los dos pisos, ambos con arcadas y rematados con un techo colonial, las anexidades tenían la misma importancia visual que el resto del conjunto franciscano. Un ojo observador hubiera notado solamente que las columnas eran de ladrillo, no de piedra. Hay la hipótesis de que el segundo piso se incendió sin dejar mayores rastros de sí.

Al parecer una de las huertas era dedicada al cultivo de hierbas medicinales y aromáticas y la otra para cultivos y otros usos. Algunos mapas antiguos muestran esas huertas más grandes, cubriendo el actual Centro Comercial Getsemaní. En el siglo XX sobre esos terrenos se construyeron los teatros Variedades, Rialto y Padilla.

La construcción del teatro Rialto trajo una exigencia técnica. Como era un “Cinemascope” se necesitaba una pantalla curva y a una distancia específica desde proyector que quedaba por el lado de la Calle Larga. Esa distancia resultó en el derribo de las anexidades, de las que solo quedaron tres arcadas a un lado y dos arcadas al otro, contiguas a lo que hoy es el Centro Comercial Getsemaní.

En la década del 70 se demolieron aquellas dos arcadas para hacer el pasaje y unos arcos falsos que daban al teatro Bucanero, que a su vez resultó de recortar el Rialto. En esa ocasión se derribó una parte de la estructura colonial y se la reemplazó por otra en concreto moderno, se levantaron muros de bloque y se hizo una cubierta con tejado común tipo Eternit. Todo ello sin criterios de restauración o puesta en valor.

Como parte del complejo hotelero San Francisco las anexidades serán reconstruidas respondiendo a su plan original incluyendo la restitución de la arcada, su techo y la mampostería colonial.