A Gladys Moreno, ‘La Mona’, nada le ha impedido desfilar en el Cabildo de Getsemaní desde hace treinta años. Ni siquiera haber vivido doce años en Estados Unidos. Cada noviembre pedía cinco días de permiso para cruzar medio continente, venir al barrio y ponerse sus trajes de fiesta. El honor de ser una cabildante no se lo iba a quitar nadie.
Cuando regresó, en 2010, ya para quedarse, empezó a pensionar en su casa a jóvenes universitarios. Cuando venían las Fiestas Novembrinas se hacían cómplices para armar disfraces alusivos a un tema de actualidad en el país: después de comprar los materiales cerraba puerta y ventanas de sus casas y se encerraban para dejar volar la creatividad y construir los disfraces y pancartas que lucirían durante el recorrido del Cabildo. Eso duró seis años.
“Pero cuando mi hijo se fue ya no encontré a gente que le gusten los disfraces y los pelaos de esa época ya no viven aquí. Tú sabes que se necesita gente que le gusten las fiestas pero los pelaos de ahora son aguaos. Yo les he intentado pero no se prestan”.
Y hay algo que ama repetir todos los años
“Un vaso de agua de panela, como el que nos brinda el profesor Escandón. Él tenía un colegio aquí en la Calle del Carretero o Pedro Romero y fue cabildante hace muchísimo tiempo, pero ahora, por una enfermedad, ya no puede caminar con nosotros. Entonces el día del desfile se pone su vestido de cabildante y se sienta en su casa de Paseo Bolívar a esperarnos desde temprano y nosotros llegamos, lo saludamos, le damos un beso y seguimos después. Allá nos brinda el agua de panela con su esposa y los hijos. Y así como el hay gente nos quiere mucho”.
Miguel Caballero Villarreal, presidente de la Fundación Gimaní Cultural, organizadora del Cabildo nos explica el orígen en sus palabras:
“Los cabildos eran procesiones que hacían los esclavos como protesta contra los gobiernos de entonces. Ellos en sus territorios africanos eran reyes, quizás príncipes, pero cuando los trajeron secuestrados los convirtieron en unos seres sin humanidad. Aquí tenían días de líbero, cuando se les permitía realizar manifestaciones en las que adoraban a sus deidades. Cada cabildo tenía su propio toque de tambor que iba marcando su pauta. También representaban a los gobiernos que los oprimían, pero para poder hacerlo se tenían que disfrazar con la misma indumentaria de ese gobierno que querían criticar”.
Gladys y Miguel nos dieron un repaso sobre la historia del Cabildo de Getsemaní.
El cabildo hoy