Un templo que regresa a sus formas y técnicas originales de construcción, pero que al mismo tiempo incorpora avances del siglo XXI. El auge, la caída y el renacimiento de la primera construcción en Getsemaní se podrán leer en sus muros y cubierta cuando se reabra en el futuro inmediato como un nuevo teatro para la ciudad.
Es el comienzo de 2022. Los carpinteros llevan la prelación en esta obra. Antes el turno principal fue para los encargados de los muros: por exigencias constructivas tuvieron que retirar todos los pañetes, revisar de manera técnica el estado de la estructura con más de cuatro siglos en pie y reforzarla con materiales contemporáneos como las mallas de basalto y otros más.
Y antes que ellos estuvieron los arqueólogos. En las primeras ediciones de El Getsemanicense, tres años atrás, contamos las valiosas pistas de nuestro pasado que ellos descubrieron al desenterrar los restos de cientos de feligreses inhumados allí, cuando esa era la manera común de hacerlo, y también de miles de fragmentos de objetos cotidianos. Material que dará para décadas de estudios por parte de los expertos y las instituciones a cargo. Su valiosa labor significó agregarle seis meses al cronograma de obras.
Los carpinteros ahora erigen con técnicas coloniales la cubierta del templo, como no la ha tenido en más de siglo y medio. Se cayó en algún momento del siglo XVIII. Con un esfuerzo enorme el templo volvió a ser cubierto algunos años antes de la Independencia. Pero en el siglo XIX se volvió a venir abajo. El comején y la falta de mantenimiento en una Cartagena venida a menos parecen haber conspirado para esa caída. A mediados del siglo pasado se le puso media cubierta para crear el teatro Claver. Y en los años 80 en una reforma del entonces llamado teatro Colón se cubrió por completo, pero con los materiales más básicos que había entonces.
Un hallazgo feliz
Eres un arquitecto restaurador y debes levantar el tejado colonial de un templo icónico para tu ciudad. ¿Por dónde comenzar, si no hay huellas del de hace siglo y medio? El primer diseño de Ricardo Sánchez recuperaba el tipo de tejado que podría haber sido. Lo hacía por analogía, traspasando lo que se ve en construcciones similares en Cartagena. Diseñó una cubierta a tres aguas. La tercera caía del lado de la cúpula del templo.
Luego, a medio camino de la obra, un hallazgo cambió el rumbo del trabajo: sobre el muro de la cúpula se encontró el vestigio de que el techo original era a dos aguas. ¡A cambiar diseños! Y luego hacer la presentación de esta modificación a las autoridades, pues por ser un Bien Inmueble de Interés Cultural del Orden Nacional -BICN- cualquier intervención o novedad debe ser avalada por el Ministerio de Cultura y el Instituto Distrital de Patrimonio y Cultura -IPCC-, que hacen acompañamiento e inspección permanente de la obra. Entre el hallazgo y el proceso institucional se agregaron más meses al cronograma de trabajo.
Por ley, en las intervenciones en inmuebles BICN cualquier ajuste para su nuevo uso debe ser reversible. Eso le añade una capa de complejidad al diseño, pues todo debe ser funcional, estético, pero al mismo tiempo dar las garantías de que el inmueble regresará a sus formas más esenciales cuando así se requiera.
Ahora, entre finales de 2021 y comienzos de este año, ha sido el tiempo de levantar las columnas. Se habían calculado seis días de trabajo por cada una, cuyo peso individual es de tres toneladas y su altura, de nueve metros. Pero con la ayuda de un poderoso mecanismo de diferencial y el buen tino de los maestros a cargo cada una se izó en solo un día. Ahí se recuperó algún tiempo
Después de esta carpintería de lo blanco, que se encarga de lo más estructural y que en la Colonia era un saber muy apreciado, viene la carpintería de lazo, que se ocupa de la parte más estética y en nuestro caso recoge tradiciones medievales y de la cultura árabe que se asentó en la península ibérica.
Para marzo se debe haber terminado la parte más sustancial del conjunto de columnas y cubiertas. Luego habrá que terminar la parte externa de la cubierta hasta que luzca como en la colonia y continuar el trabajo interno de adecuación.
Teatro San Francisco
El templo está integrado al conjunto de edificios antiguos y modernos que compondrán el hotel Four Seasons, que abrirá sus puertas a comienzos del próximo año. Tendrá un doble propósito: será el salón principal de eventos del hotel y también tendrá una programación de eventos propios abierta al público. Para adecuarlo se realizó un diseño de sonido de clase mundial y se le dotará de equipos de sonido, iluminación y proyección de última tecnología. Las graderías y la tarima principal serán retráctiles, de manera que podrán reorganizarse según el tipo de espectáculo.
El Teatro San Francisco será una sede alterna del Teatro Julio Mario Santo Domingo, uno de los principales escenarios de Bogotá, que tiene una programación permanente y cuyos artistas y obras tendrán un segundo espacio en Cartagena. También está llamado a ser parte del circuito de eventos culturales que habitualmente se organizan en la ciudad, como el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias -FICCI-.
El presbiterio, en la parte inferior de la cúpula, contendrá elementos explicativos de los hallazgos y permitirá ver las imágenes de la cúpula al público general.
El traslado de un mural
El maestro Jairo Mora tuvo que regresar al convento de San Francisco cuando creía que su paciente trabajo de meses había concluido. De la mano del excepcional restaurador Rodolfo Vallín llegó hace un par de años para recuperar el arte de la cúpula y el gran fragmento de un tríptico con el tema de la crucifixión, ubicado en la sacristía.
En el transcurso de la obra Rodolfo falleció de manera sorpresiva en México. Jairo se quedó sin su amigo y maestro, terminando la labor, ahora bajo la responsabilidad de Margarita Vásquez. Durante semanas hicieron un mantenimiento riguroso pues desde 1989 no se le hacía uno. La polución y el aire salitroso de Cartagena habían hecho su parte en las últimas tres décadas. También reintegraron colores en las zonas en que habían menguado. Principalmente en una zona donde en algún momento del siglo XX se había abierto una regata para pasar un cable eléctrico hasta una bombilla.
Ese trabajo quedó listo. Incluso en el entretanto el profesor español Manuel Serrano García, doctor en historia, rastreó el origen del fresco para atribuirlo preliminarmente al reconocido artista Angelino Medoro, que pudo haberlo pintado en su escala rumbo a Italia, después de haber creado obras que aún se conservan en Lima, Cuzco, Quito, Bogotá y Tunja.
El problema surgió después, cuando se constató que definitivamente la capa exterior del muro que soporta el fresco no estaba resistiendo el fragor de la obra constructiva a su alrededor. En palabras sencillas: el gran trozo del mural recién recuperado amenazaba con venirse al piso con la pared totalmente descascarada.
Así que por estos días Jairo está dedicado a hacer un delicado trasplante. Mediante la técnica del stacco debe transferir el mural a otra superficie idónea y conservarlo allí temporalmente. Entre tanto al muro original se le retirará el pañete, como se ha hecho prácticamente con todo el claustro y el templo, para ponerle uno nuevo, con materiales contemporáneos. Solo entonces se regresará la capa de mural resguardada. Es como una alta cirugía artística que ya está en curso y en las manos de Jairo seguramente tendrá una buena resolución.