Tripita y Media

LA CALLE

Esta calle corta tiene una historia muy larga. De ser una de las calles menos valoradas, pasó a ser un gran núcleo de vecindad y ahora, un eje de comercio y tránsito entre el Centro y el resto de Getsemaní.

Tripita y Media, como las Tortugas, fue por mucho tiempo apenas un pedazo de calle; una calle mocha; una prolongación de la San Andrés para desembocar en un playón que formaba el caño de San Anastasio o de la Matuna. De hecho, por algún tiempo fue llamada calle Segunda de San Andrés. Y como quedaba tan cerca del agua, con las mareas y con los inviernos el agua llegaba fácil hasta las primeras viviendas. 

Para fines de la Colonia se la conocía como calle del Troncoso, presumiblemente por alguien con ese apellido de orígen gallego. En algún punto el Concejo de Cartagena la rebautizó en honor del prócer Eusebio María Canabal, uno de los firmantes del acta de Independencia en 1811. Pero este no le pudo ganar al nombre popular. Sobre su orígen hay al menos dos versiones. Una dice que allí vivía un pescador que apartaba las tripas de los peces para usarla como alimento en su casa. Su hija, a quien le endilgaron el apodo de ‘Tripita’, algún día estrenó medias y ahí le completaron el sobrenombre. La otra dice que en la calle vivía una fritanguera -por eso lo de ‘tripita’- que alguna vez se ganó la lotería y como un gesto de elegancia empezó a usar medias nuevas con las chancletas de siempre.

El caño recibía también las aguas residuales del matadero -que quedaba en la esquina más cercana del parque Centenario- y las del tratamiento de los cueros de las vacas sacrificadas. No era, en definitiva, la calle más privilegiada del barrio. Pero el matadero también le dió una vocación productiva: en sus alrededores había talleres donde se trabajaban los derivados del cuero. Se hacían sillas, puertas de cuero sobre bastidores de madera y muchos otros elementos para la vida diaria. También debió haber sido vivienda de pescadores, como su vecina, la de las Tortugas, donde se acopiaban y vendían estos animales vivos. 

El tren a Calamar, inaugurado a fines del siglo XIX, tenía su estación en ese costado del parque Centenario. Para construirlo rellenaron y delimitaron aún más el terreno. El agua seguía retrocediendo. Todavía algunos recuerdan que en su infancia jugaban béisbol en aquel playón polvoriento. A mediados de siglo pasado se terminó de desecar lo que quedaba del caño para hacer la actual Matuna, con sus edificios altos y su vocación comercial. Una cuña entre el Centro y Getsemaní. Y eso le dio otro aire a la calle. Además, con las remodelaciones del parque Centenario, que lo fueron convirtiendo en una burbuja, Tripita y Media se convirtió en un nuevo paso preferido para transitar de un lado al otro. 

Luego, entrado nuestro siglo, llegó el boom del turismo mochilero y la calle se volvió el epicentro que hoy conocemos de tiendas y comidas rápidas a precios razonables. Un ejercicio académico hecho el año pasado encontró que el 82 por ciento de quienes transitaban por Tripita y Media eran jóvenes, la mayoría extranjeros; que había cuatro vendedores informales ubicados permanentemente, pero que el flujo de los que iban de tránsito era incontable; que la hora de más movimiento estaba entre las 11:00 a.m. y la 1:00 p.m. y luego, desde al atardecer hasta la medianoche. Que hay -o había- seis sitios para comer y cuatro de ellos tiene menú vegetariano, como una adaptación al público que llega a esta calle. 

La sociológa Rosita Díaz se crió en esa calle. Recuerda lo significativos que eran para los vecinos dos centros de manzana que “desempeñaron un importante papel en la socialización y la recreación, especialmente de la infancia. Los niños aprendían a montarse en árboles, coger frutas y acercarse a la naturaleza”. Uno estaba en el costado norte y el otro, sobre el sur. “Son espacios sobre los que hoy existen dudas sobre su propiedad, pues fueron ocupados y cercados por sus nuevos propietarios”.

También recuerda que “en la propuesta de movilidad de uno de los tantos planes turísticos hechos en la ciudad, la calle se concibió como parte de un eje peatonal que comenzaba en San Diego, cruzaba La Matuna y se adentraba en el barrio hasta la iglesia de la Trinidad. Tal vez lo único que quedó de esas recomendaciones fue el intenso uso de esta calle que para algunos guías de turismo es la más transitada de la ciudad”.

Nota: la reportería sobre esta calle fue hecha en pleno confinamiento por COVID 19. Buena parte de los predios comerciales estaban cerrados. Se desconoce cuáles reabrirán y cuándo. Agradecimiento a Rosita Díaz por los recuerdos de los antiguos vecinos.

LADO PAR

Antes: Aquí estuvo la primera enfermeria privada que tuvo la ciudad, propiedad de la señorita Alicia de Arco, primera enfermera profesional que hubo en Colombia, quien egresó de una escuela en Panamá.

Hoy: 
Abastos La Roca 310 541 21 00

Antes: Por más de cinco décadas funcionó el almacén El Repuesto, de Luis Díaz. En el segundo piso vivió la familia Díaz Castillo.

Hoy: Tienda de abarrotes.

Pan de queso.

Hostal Casa Venecia. Tel: (5) 6797927.

Antes: Por buena parte del siglo XX fue la bodega de Alfonso Gómez y en el segundo piso vivía la familia Prins.

Hoy: Hospedaje Siboney. Tel: (5) 655 05 04.

Tienda de abarrotes.

Restaurante.

Antes: Vivió la señora Damiana Torres, que convirtió la casa en una embajada informal del Carmen de Bolívar. En el segundo piso vivió la familia Lecompte durante varias décadas.

Hoy: Bodega.

Doris Peluquería.

Antes; Aquí vivió América Villarreal, la segunda enfermera graduada del barrio. De los años 60 hasta principios del siglo estuvo el taller Devanados Industriales, de Orlando Díaz.

Hoy: Hotel Balcones de Venecia. Tel: (5) 6609103.

Vive Restaurante Bar Colombiano. Tel: (5) 664 14 13.

Antes: la carpintería de Gilberto Garces.

Hoy: 
Hostal La Casona. Tel: (5) 660 22 10

Antes: Fue una bodega de papel y periódicos de un señor de apellido Conde, hasta mediados del siglo pasado. Luego, fue restaurado por Luis Díaz, para apartamentos y un local comercial. 

Hoy: Edificio Díaz

Restaurante El Coroncoro. Tel: 305 835 85 82.

Antes: Casa de de Alicia y Mercedes Torres.

Hoy: Casa de familia.

Antes: Casa de de Alicia y Mercedes Torres.

Hoy: Casa de familia.

Antes: Originalmente era una casa de un solo nivel. A fines del siglo pasado se elevó a dos y hace unos pocos años a tres.. En los años 80 fue propiedad de Alpidio Jiménez quien inició con una tienda que hoy, con otro propietario, es un abasto.

Hoy: Casa Centenario. Tel: 310 642 35 08.

Abastos El Centenario. Tel: (5) 664 16 33.

LADO IMPAR

Antes: Por décadas funcionó la barbería de Guillermo y Toño Ramos.

Hoy: Salsamentaria El Ocañero. Tel: 318 405 14 60.

Antes: Fue la vivienda de la familia Castillo Molina.

Hoy: Restaurante de comida rápida.

Antes: Aquí vivió la señora Maty Licero, con su hija Olga Posso, casada con un ciudadano húngaro de apellido Marinovich.

Hoy: 
Hotel Casa Gimani. Tel: (5) 658 08 39.

Antes: por décadas vivió aquí la familia Noguera. Luego la vendió, se fue al interior del país y sus nuevos dueños la convirtieron en el Roma, el primer hotel moderno en Getsemaní, según algunos autores.

Hoy: Casa Canabal. Hotel Boutique. Tel: (5) 660 06 66.

 

Antes: Vivienda de la señora Evelia Barbosa con sus hijos.

Hoy: Casa de cambio.

Antes: Vivienda de las hermanas Erlinda y Eugenia Barbosa, y su hermano Sofronín, conocido como ‘El Niño’.

Hoy: Las vainas de mi pueblo. Restaurante bar.

Antes: Vivienda de la familia Barbosa, Sofronín, el papá, y su esposa Erlinda.

Hoy: 
Malagana Cafe Bar. Tel: (5) 660 13 60.

Antes: Aquí vivió Carlotica Barbosa.

Hoy: 
Confecciones Muñoz. Tel: (5) 664 45 64.

Antes: Propiedad de la familia Barbosa.

Hoy: 
Veterinaria Manrique. Tel: (5) 6642737.

Antes: La familia de Gabriela Rivera.

Hoy: Restaurante comida rápida.

Antes: Por más de cuarenta años en el estuvo el taller Electrimotor, de Fernando González.

Hoy: Discobar La Jugadita.