Foto: El Getsemanicense

Un nuevo liderazgo para La Milagrosa

SOY GETSEMANÍ

En efecto, el rector Germán Gónima, un hombre vital y entusiasta, falleció a mediados de 2022 tras complicaciones médicas sorpresivas. El encargo de la rectoría recayó en la docente y magíster en educación Alejandra Pallares, nombrada por la Secretaría de Educación desde septiembre pasado.

En teoría es un encargo provisional, pero en la práctica puede prolongarse en el tiempo y los desafíos de La Milagrosa no dan espera. “El trabajo lo vamos a hacer hasta el último día, no como si estuviéramos en encargo, sino en propiedad”, dice Alejandra con entusiasmo.

Aunque de aspecto juvenil, Alejandra es una profesional cartagena con dieciséis años de experiencia docente con la Secretaría de Educación, a la que se vinculó apenas se graduó de la Universidad Distrital, en Bogotá, como licenciada en ciencias sociales.

Hace siete años es directiva docente, como parte de la Institución Educativa 20 de Julio, en el sector industrial y de la bahía, con unos 1.400 estudiantes, casi el triple que La Milagrosa. “Igual eso permite una mayor cercanía con los niños, estudiantes y el personal docente”, nos dice.

Alejandra recibe a La Milagrosa con 488 estudiantes matriculados, de los cuales unos cien son vecinos de Getsemaní; veintitrés docentes y dos directivos, incluída ella.  “Proyectamos tener para 2023 más de quinientos estudiantes, la cifra que se debería tener dada la infraestructura”, explica.

“Dado el buen renombre de La Milagrosa y la buena categoría en el ICFES hay estudiantes que no son cercanos geográficamente y sin embargo hacen el esfuerzo para desplazarse hasta el barrio para estudiar con nosotros”, dice Alejandra.

“Al llegar había un vacío enorme por la ausencia del profesor Germán. Y eso no se llena solo con que llegue un nuevo funcionario. Todavía está muy viva su memoria y su legado. Al llegar me encontré con una institución sin rector hacía dos meses y que necesitaba un impulso administrativo para culminar todo el cronograma académico proyectado a principios de año”,

Alejandra -quien se especializa en educación emocional (incluso ha escrito un par de textos al respecto)- entiende que nadie reemplaza a nadie y que cada ser humano es particular y único. “Cuando se pierde el capitán no es fácil continuar. Entonces el enfoque fue —Nos duele, pero avanzamos. Tenemos que seguir adelante—”.

Con ese enfoque se arremangó para sacar adelante las urgencias administrativas y financieras y al mismo tiempo mantener el legado de Germán y de la propia escuela. “Lo que se había planteado a principios del año ha funcionado en lo académico, nos ha dado unos buenos resultados en el ICFES 2022 y nos proyecta para ser en 2023 una de las mejores del sector público en Cartagena”.

“También nos proyectamos para ser una escuela patrimonio: conservada, embellecida, con una oferta educativa sólida y una proyección a una carrera media técnica en turismo, cercana a lo que se mueve hoy de Getsemaní”. Se trata de un proyecto que se viene trabajando en alianza con el Colectivo Traso y la Fundación Santo Domingo, entre otros aliados.

“En esa línea también participamos del programa ‘La Escuela Resemantizada’, de la Secretaría de la Educación, para darle sentido al Proyecto Educativo Institucional -PEI- desde el orgullo histórico y patrimonial. También hacemos parte de las trece escuelas que en el distrito de Cartagena, a través del Ministerio de Cultura y Turismo, hacen parte de los ‘Colegios Amigos del Turismo’ o CAT”, explica.

“Esos tres grandes ejes nos dan el direccionamiento para el 2023 y con los cuales tenemos bastantes y altas expectativas”, dice.

En lo personal, Alejandra se declara como una mujer muy familiar y muy creyente, en primer lugar. “Dios va delante de mí y cuando te da algo no es por casualidad: hay una asignación y algo por cumplir. Creo en los propósitos y eso es fundamental”.

“Estoy con muchas ganas de seguir trabajando en La Milagrosa; es como si uno se pusiera gafas nuevas y Dios le permitiera a uno ver el escenario completo. Ya se ven las semillas germinar y en dos o tres años podremos hablar de frutos maduros”.