Foto: Fotograma cortesía de Rafael Porto Hill

Una carreta para volar

CULTURA VIVA

El pasaje Spath, la Escuela Taller y las calles de Getsemaní son el escenario de un hermoso cortometraje que por estos días se estrena en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI). Se trata de La Carreta Mágica, basada en la historia real de Martín Murillo con su reconocida Carreta Literaria, que nació en el barrio y que con este filme regresó a su origen.

“Que hubiéramos filmado en Getsemaní tiene su razón en que Martín vivió por mucho tiempo en el hotel La Muralla, en la calle de la Media Luna. Desde el primer momento sabíamos y teníamos decidido que Getsemani iba a ser su locación principal”, cuenta Rafael Porto Hill, su productor.

Martín, de origen chocoano, lo recuerda perfectamente: “Yo viví allí entre 2002 hasta 2015. Fueron doce años y seis meses. Fue el espacio que se me abrió en la vida en un momento difícil. En esta ciudad tenía arrancar de cero y ganarme la vida. Getsemaní me dió la oportunidad de convertirme en una persona útil a la sociedad. Para mí es un orgullo que a partir de la carreta se construyera este cortometraje”. 

“La Carreta Literaria Leamos nace aquí. El 22 mayo de 2007 la saco desde la calle de la Media Luna al Centro y a partir de ahí empezó todo”. La carreta iba cargada de libros para prestarle gratis a la gente. A partir de ahí, Martín empezó a ir a las escuelas y colegios para dictar talleres y promover la lectura.

A Martín le encanta que la locación principal haya sido el pasaje Spath “que hace parte de la historia y del corazón de la familia del Getsemaní profundo”. “Nuestra primera opción fue el propio hotel La Muralla, pero por temas de espacio y de luz vimos que no iba a funcionar muy bien. Continuamos la búsqueda y descubrimos el pasaje Spath o Mebarak. Cuando lo conocí quedé realmente sorprendido. Es, tal cual, una vecindad. Es como una Cartagena al interior de la misma Cartagena. El ambiente que se respira ahí es familiar, agradable, ameno, de puertas  abiertas”, dice Rafael.

Y en el pasaje, Carmelo Hernández los recibió como si se conocieran de toda la vida. Les permitió filmar en su casa, como también lo hicieron otros vecinos. “Fue maravilloso porque siempre estuvieron en disposición de de apoyarnos, hasta nos prestaron herramientas  para reparar un equipo e improvisaron vestuarios para los actores”, cuenta Rafael. 

Además de filmar allí también rodaron en la Escuela Taller, en La Trinidad y en la esquina de la tienda de Las Tablitas. La escena final ocurre en las mesas del restaurante de la Casa de las Palmas, en la calle del Pozo. Para Rafael “era fascinante rodar en este barrio que guarda tanta historia; donde colocábamos la cámara salía siempre a relucir la belleza del barrio, con sus puertas y ventanas coloniales y su combinación de getsemanicenses y turistas”.

Otro que estaba feliz era John Narváez, el protagonista, quien fue vecino del barrio y venía de ganar el premio Macondo a mejor actor. Para él significaba reencontrarse con viejos amigos y filmar en lugares que ha vivido y recorrido por tantos años. "Interpretar a Martín es homenajear a tantos hombres trabajadores, luchadores, con una determinación inquebrantable para alcanzar sus sueños en medio de tantos obstáculos", dice John.

Hace pocos días Rafael regresó al pasaje para contarles a los vecinos que el cortometraje había sido seleccionado para el FICCI. “Es muy bonito compartirlo con ellos. Solo tengo un ¡gracias! en letras de oro para todos los vecinos que nos ayudaron a empujar juntos esta historia bonita que se llama La Carreta Mágica.