Comenzamos en la edición pasada por contar los múltiples nombres formales que se la han dado a la calle Larga, pero que nunca le han podido ganar al nombre popular. También contamos que hay al menos tres razones para llamarla así, comenzando por la obvia: con sus 481.5 metros -casi medio kilómetro- es, en efecto, la calle más larga del barrio.
También contamos cómo el playón del Arsenal, que era un puerto de pequeñas embarcaciones, significó una riquísima vida económica y social. Terminamos en la construcción de la muralla y sus tres baluartes, que cerraron aquel playón y el puerto, no solo por temas militares, sino para combatir el contrabando, que era generalizado en la ciudad, pero cuya señal más visible era aquel sector.
En aquella edición nos concentramos en el sector que va del Puente Román hasta el actual Dadis. En esta iremos desde el Dadis hasta la calle San Juan, por ambos lados de la calzada. La última entrega irá desde San Juan hasta la iglesia de la Orden Tercera.
La vida de la calle Larga volvería a tener varios cambios radicales en el siglo XIX y el XX. El primero de ellos fue cuando se derribaron la muralla colonial y sus tres baluartes. Ello significó reactivar la vida portuaria, con sus oficios conexos. Uno de ellos, por ejemplo, implicaba sacar los barcos del agua, removerle los moluscos y luego reparar los daños. Con todos aquellos oficios se necesitaban artesanos especializados y otros trabajadores, que encontraron en el barrio un sitio donde vivir.
La apertura del Mercado Público -en su momento la obra más importante inaugurada en Cartagena- reactivó la vida del puerto, por donde llegaban goletas y pequeñas embarcaciones con productos de todo el Caribe colombiano, de Chocó y islas del gran Caribe. También llegaba el carbón, muy necesario en una ciudad que aún no tenía energía eléctrica generalizada. Todo ello implicó una renovada vida comercial para la calle Larga.
Los inmigrantes sirio libaneses, grandes comerciantes, empezaron a predominar en la calle Larga de manera paulatina, que pudo alcanzar su esplendor en las décadas de los años treinta a los cincuenta. En la calle Larga solían tener almacenes en la primera planta y casas de vivienda en la segunda y tercera. Buena parte de la arquitectura que se conserva hoy en esa calle corresponde a aquella época.
Los vecinos actuales nos recuerdan que allí vivió la familia de Jorge Fegali, propietario de las primeras bombas de gasolina de la ciudad. También los Barak; los Yidios Tarik; los Nassar, dueños de almacenes de tela del antiguo mercado; los Ilelatis; los Cure Hannah; los Majana. También que Georgina Aljure tenía su taller de costura, y que Alejandro Haieck vendía leche y le decían “Alejo Leche”. También recuerdan a la familia de Henry Char.
De los Marum recuerdan que llegaron del Atlántico donde vendían telas. Que el primero en llegar a Cartagena fue Alejandro Marum hacia 1952, para instalar vidrios en el edificio Mainero. Luego abrió un local en la calle Larga y llamó a su hermano Jesús, quien vivía en Barranquilla pero hacia 1956 comenzó a instalar vidrios para carros, trabajando con Alejandro.
Los hijos de los inmigrantes árabes se sumaron a los de las familias con tradición en el barrio formándose como profesionales, principalmente en la Universidad de Cartagena, con un par de generaciones que le dieron a la calle fama de albergar a gente de gran talante intelectual. “En la calle Larga vivían las familias que se preocupaban por el desarrollo intelectual, tales como los Vargas, los Caballero, los Barrios, etc”, se describe en el libro Getsemaní, oralidad en atrios y pretiles (2005).
Los hermanos Vargas son muy recordados por sus aportes a la medicina de la ciudad, en particular por la creación de la Clínica Vargas, que dirigieron los hermanos Eusebio, Daniel y Raúl, y que luego se trasladó a un gran terreno en Torices.
En 1928 Abraham Schuster, de origen polaco, llegó a Cartagena y se instaló de inmediato en Getsemaní. En su primera casa de la calle Larga puso la primera sede de la recordada Panadería Imperial, que luego mudó al Arsenal y después, hasta su cierre, en la calle San Antonio, según recuentan María Clara Lemaitre y Tatiana Palmeth en su libro El último cono donde desembocan los vientos.
También en la calle Larga estuvo ubicada la Escuela Lácides Segovia, que luego sirvió por años como sede de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) y donde se gestaron grandes tertulias entre los docentes sobre los acontecimientos sociales y políticos de la ciudad. En tiempos más recientes se cuenta la casa que la familia del pintor Darío Morales compró y nombró en su honor luego de que este falleciera a los 44 años en Francia, tras una brillante trayectoria artística.
En el edificio Mainero estuvo la fábrica de gaseosas fundada en 1892 por Madame Walter, y que produjo la cola Walter, una dura competidora de la Kola Román, creada en 1865.
La familia Álvarez es una de las más reconocidas y de más tradición en la calle. Nos cuenta la señora Luisa Carlota que junto a su hermana Amada Victoria y a sus padres Angela Mendoza Cedrón y Luis Carlos Álvarez conformaron una familia que ha vivido en la calle Larga por más de 48 años. A don Luis Carlos lo llamaban “El Lulo” y era uno de los distribuidores mayoristas de carnes en el mercado. Después de su fallecimiento la señora Ángela se dedicó a la comida típica cartagenera y tuvo mucho renombre por más de cuarenta años.
Este artículo terminará en la próxima edición.
Antes: Colegio Lácides Segovia y primera sede de la Confederación de Trabajadores de Colombia -CTC-.
Hoy: Concejo Distrital de Cartagena de Indias.
El edificio Monroy, de propiedad de Eduardo Monroy
Hoy:
En el primer piso, Tienda de Mascotas Naturalia. Horario: Lunes a sábado de 8:00am a 5:00pm. Teléfono: 664 10 93.
Aquí vivieron distintas familias. Una fue la de la señora María, buena cocinera.
Hoy: Creativos Eventos. Horario: Lunes a sábado de 8:00am a 6:00pm. Teléfono: 300 757 57 40.
Antes: Hace muchos años funcionó aquí el almacén de carbón. También vivió la familia Sakers y funcionó una fábrica de arroz de propiedad del señor Joaquín Díaz.
Hoy: Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena -IPCC-
Edificio de la familia Fegali. Jorge Fegali tuvo por años una mueblería y hoy su hijo tiene un hotel boutique.
Hoy: Hotel Fegali Art & Boutique. Horario: 24/7. Teléfono: 664 58 58.
Aquí vivió por más de cincuenta años Emperatriz Pérez, peluquera de muchas familias de Getsemaní.
Hoy: Life is Good Cartagena Hostel. Horario: 24/7. Teléfono: 310 710 32 78
Hoy: Restaurante El Mejor Sitio. Horario: Lunes a domingos de 7:00am a 11:00pm. Teléfono: 664 47 18.
En el segundo piso vivía la familia Cáceres y en la planta baja el hijo de Haroldo Pupo, quien lleva su mismo nombre.
Vivió la Familia Yidios Tarik. Antonio Yidios Tarik fue un comerciante que tenía una red de distribución para tiendas y una cacharrería.
Aquí vivió la familia Fegali, que tuvo ahí su fábrica y almacén de muebles.
En el patio grande vivió Haroldo Pupo con su familia y sus gallos, que eran su ocupación principal.
Hoy: Colfondos. Horario: Lunes a viernes de 8:00am a 12:00m. - de 2:00pm a 5:00pm.
Este edificio fue propiedad de Carlos Mainero.
Aquí funcionaron Vidrios Marun y antes la fábrica de gaseosas de Madame Walter.
En el segundo piso vivieron la familia Caballero García y Teresa Calvo, conocida por su generosidad con los vecinos.
La familia Barakat aún tiene su fábrica y almacén de colchones.
Horario: Lunes a viernes de 8:00am a 6:30pm. Sábados de 8:00am a 12:00pm. Teléfono: 664 02 76.